MADRID, 14 (OTR/PRESS) A la espera de que Donald Trump y Vladimir Putin se reúnan, el mundo sigue girando arrastrando los mismos problemas. En estos momentos hay 56 conflictos armados en el mundo, desde la Franja de Gaza, a Sudán, el Congo, Ucrania... Y en esos conflictos armados los niños no solo son víctimas sino que más de 300.000 han sido reclutados por los distintos grupos protagonistas del conflicto: les reclutan, amén de sufrir secuestros, mutilaciones, violencia sexual... A propósito de las mutilaciones sepan que en Siria, desde diciembre del 2024, más de seiscientas personas, muchos de ellos niños, han sido heridos o asesinados por esas malditas minas. En todos esos focos de guerra los contendientes atacan escuelas y hospitales. Es su manera de destruir el futuro. Todo esto lo estoy leyendo en un dossier de "Entreculturas" la ONG de los jesuitas, que a través de Fé y Alegría, viene poniendo el acento en la educación en más de veintidós países de América y África. El dossier lleva por título: "La educación es su mejor defensa", y mientras leo el contenido pienso que, efectivamente, la mejor y más eficaz herramienta para sobrevivir es tener acceso a la educación. Sin educación no hay infancia, reza uno de los apartados del dossier, y ciertamente la educación, repito, es una herramienta que puede salvar vidas. Entreculturas ha hecho de las escuelas que tiene diseminadas en distintos lugares del mundo, ya sea el Congo, Sudán, Colombia, etc, un lugar de esperanza. Las escuelas son también un refugio, lo que proporciona cierta seguridad a tantos niños que viven en situaciones extremas de violencia. De ahí la importancia de que no se recorten las ayudas a las agencias y ONG que trabajan sobre el terreno abriendo la posibilidad de que tantos niños puedan acceder a la escuela donde van a adquirir las herramientas que les permitirá ser ciudadanos libres, ciudadanos con criterio, ciudadanos con la posibilidad de ser los protagonistas de su futuro. Ya sé que habrá quienes piensen que me repito, que este artículo se parece a otros que he escrito en el pasado reciente, y que en nuestro "Primer Mundo" también hay pobreza y necesidades, a qué negarlo, pero también hay más posibilidades de acceder a servicios básicos mínimos, ya sea la educación o la sanidad, mientras que en otras latitudes, ir a la escuela es un lujo al alcance de una minoría. No puedo dejar de pensar en las niñas, en tantos millones de niñas, que junto a la discriminación por la pobreza, sufren aún otra mayor: la de ser niñas. En demasiados lugares ser niña supone no poder acceder bajo ninguna circunstancia a la escuela, y por supuesto recibir educación superior, ir a la Universidad, es un sueño irrealizable. De manera que no me cansaré de hacer hincapie en la situación de doble discriminación que sufren las niñas en lugares como Afganistan o Irán y tantos otros países en que ser mujer es casi no ser nada. De ahí que tenga especial afecto por un programa de Entreculturas que rotulan como "La luz de las niñas" que tiene entre otros objetivos erradicar la violencia contra las niñas amén de que puedan crecer en igualdad junto a los niños, sí, que tengan las mismas oportunidades. Para muchas niñas la escuela es un refugio, donde durante unas horas al día se permiten ser eso, niñas. Hay cifras que resultan espeluznantes: más de 200 millones de niñas han sufrido mutilación genital. Doce millones son cada año antes de cumplir los 18 años y más de 150 millones de niñas han sufrido violencia sexual. Por todo esto no debemos olvidar que sin educación no habrá progreso, y que los países que más tienen, en vez de gastar el tiempo en palabras, deben invertir en ayudar a que se abran escuelas que faciliten que tantos y tantos niños tengan futuro. Y no andarse con contemplaciones diplomáticas con los gobiernos que consideran a las niñas y a las mujeres como personas de segunda, a las que se les niega el presente y el futuro. De manera que ustedes me van a perdonar, pero pienso seguir "repitiéndome" abogando porque los niños, y especialmente las niñas, no importa en qué lugar vivan, puedan acceder a la escuela.
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