MADRID, 27 (OTR/PRESS) En La Haya el presidente del Gobierno de España suscribió el comunicado conjunto de todos los gobernantes de los 32 países que forman la OTAN en el que se compromete el incremento hasta un 5% del PIB en los próximos diez años. Un 3,5% en armamento y el restante 1,5% en gastos de seguridad. Poco después, tras finalizar las cumbre, en rueda de prensa, Pedro Sánchez aseguró que España no aportaría más que el 2,1% del PIB. Sánchez en estado puro: lo uno y su contrario al mismo tiempo. Firma dentro y desmentido fuera. ¿Farol? ¿Juego de trilero? ¿Intento de despiste? No está claro si hemos asistido a una puesta en escena calculada en la que un Sánchez acosado en España por los escándalos de corrupción buscaba desviar la atención enfrentándose a la exigencia de incremento del presupuesto de Defensa impuesta por Donald Trump. Entra dentro de lo posible aunque haya sido una maniobra arriesgada porque a Donald Trump le ha faltado tiempo para señalar el intento de escaqueo y amenazar con tomar represalias contra España en el ámbito de la relaciones comerciales. Intimidación que habrá que esperar para ver en qué se puede traducir porque es sabido que Trump lo que tiene de atrabiliario lo tiene también de tornadizo y todo puede quedar en nada. Pero mientras tanto parece evidente que Sánchez ha jugado fuerte en un asunto en el que nuestro país no tiene las mejores cartas. Sánchez vive al día y en un escenario tan volátil como el que enmarca la vida política española tiene acreditada una gran habilidad para generar constantes cambios de pantalla pero en esta ocasión puede haber calculado mal. Porque ante las amenazas de represalias de Trump que lógicamente crean un compás de incertidumbre cuesta entender que le puedan compensar los aplausos de sus socios de Sumar (Yolanda Díaz) o los de Podemos cuya líder Ione Belarra parece haber vuelto al siglo XX y a las consignas de cuando la guerra fría y exige la salida de la OTAN tras calificar a la Alianza de organización terrorista. Es pronto para saber las consecuencias del farol escenificado en La Haya, pero la cosa no pinta bien.
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