 La investigación, formada por un equipo internacional, aborda también el efecto de las interacciones entre especies
Un equipo internacional liderado desde la Universidad de Sevilla, la Universidad La Sapienza de Roma y el Institute of Nature Conservation de Polonia, ha estudiado como las interacciones entre especies afectan a la distribución del oso pardo en Europa y Turquía. Así, han comprobado que la distribución de los osos a escala continental viene explicada en gran medida por la interacción con otras especies, en concreto, "los osos ocupan áreas donde se distribuyen las especies que forman parte de su dieta". La investigación publicada en la revista Global Change Biology, muestra "la importancia de las interacciones entre especies a escala continental tomando al oso pardo como caso de estudio".
Según ha informado la US en una nota, por efecto del cambio climático, la distribución de algunas especies se está desplazando hacia lugares más elevados o hacia los polos, lugares donde las condiciones climáticas se mantienen dentro de las tolerancias de la especie. Hasta ahora, la mayoría de los estudios se han centrado en la importancia de los cambios directos, como cambios en la temperatura, la lluvia o en el uso agrícola afectan a las distribuciones de las especies. Sin embargo, este trabajo ha puesto el foco de atención en los efectos indirectos a través de las interacciones entre especies.
"Los osos mostraron una dieta muy variada, detectamos 276 especies en su dieta. Los osos que viven en lugares más cálidos, como las subpoblaciones de la Cordillera Cantábrica, Grecia o Turquía, tienen una dieta más vegetariana, mientras que en las zonas más frías como Escandinavia y Finlandia los osos son más carnívoros. Esto se traduce en que el rol del oso en el ecosistema/cadena trófica es diferente, variando entre herbívoro y depredador apical", ha contextualizado el investigador de la US Pablo M. Lucas.
"Gracias al amplio equipo internacional contábamos con más de tres millones de localizaciones de oso, pertenecientes a unos 3,000 osos y lo que es muy importante, con datos de las 14 subpoblaciones europeas y turcas que presentan ambientes muy diferentes", ha detallado. Esto ha permitido estudiar los efectos de interacciones locales sobre una extensión continental, observando que el oso ocupa "aquellos lugares donde más energía procedente de las especies de su dieta dispone". Por ejemplo, en la Cordillera Cantábrica la presencia de robles y hayas, que "son su principal recurso alimenticio en esta subpoblación, hace que sea más probable la presencia de oso; en otras subpoblaciones donde el oso es más carnívoro, la presencia del oso se explica más por la distribución de ungulados silvestres como jabalíes o ciervos".
Esta información es especialmente importante para predecir dónde vivirán las especies en el futuro y qué funciones cumplen en los ecosistemas, en un contexto de cambio climático y transformación del uso del suelo y para entender que para proteger las especies tenemos que conservar los ecosistemas donde viven. "Cambios en las distribuciones de las especies de las que se alimentan puede afectar a la posición del oso dentro de la cadena trófica y a la viabilidad de la especie a escala local", ha apuntado el investigador.
Otras especies, que tienen características diferentes al oso pardo --como una dieta más especializada, menos capacidad para moverse o que solo pueden vivir en condiciones ambientales muy concretas-- podrían reaccionar de forma distinta al cambio climático y a la transformación del uso del suelo y a los cambios de las especies con las que interacciona. Mejorar este conocimiento es fundamental para diseñar estrategias más efectivas de conservación de la biodiversidad y de los servicios que la naturaleza nos brinda.
Finalmente, este trabajo ha sido desarrollado por un equipo de 87 investigadores de 75 instituciones de 26 países liderado por el investigador Pablo M. Lucas, de la Universidad de Sevilla (US). Además de la US, hay otras instituciones españolas involucradas, como el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) o la Universidad de Huelva.
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