MADRID, 28 (OTR/PRESS) Que dice doña Leire Diez, apodada ya universalmente 'la fontanera del PSOE', que en realidad ella es periodista y que esas conversaciones suyas tan, ejem, comprometedoras que se han filtrado a través de varios medios corresponden, en realidad, a investigaciones para un libro que ella está preparando sobre el tema de los hidrocarburos. Me alarma esta coartada del 'periodista universal': todos, o muchos, se declaran periodistas, aunque sean políticos en ejercicio o en una excedencia tertuliana que a mí, la verdad, me gusta bien poco. Creo que los periodistas deberíamos, quizá en un congreso sin concesiones ni relajos, definir estrictamente los limites de nuestra profesión, más allá de denunciar a esos alborotadores ultraderechistas que solo buscan alterar el orden informativo en el Congreso, por ejemplo. Pero, dejando al margen sectarismos y 'fake news', muchos de mis compañeros merecen un reconocimiento nacional: saben mucho, dosifican sus informaciones, investigan bien -utilizando todas las fuentes que estén a mano, como debe ser: apañados estaríamos si solo nos atuviésemos a lo que cuentan los gabinetes de comunicación- y hacen buena la frase que no aceptan los poderosos: "noticia es todo aquello que alguien no quiere que se publique, lo demás es publicidad", la afortunada máxima acuñada por Lord Northcliffe de Fleet Street a comienzos del siglo XX, mucho antes de que algunos 'tycoons' tecnológicos se hiciesen con los grandes rotativos. Sí, hay muchos periodistas que saben mucho, que se mueven en terrenos pantanosos de comisarios corruptos, de bocazas de la UCO -cuerpo necesario y muy útil, pero que, insisto, necesita urgentemente un portavoz para evitar confusiones, manipulaciones y utilizaciones-. Son estos compañeros míos unos lebreles de la investigación que están, literalmente, conmocionando, claro que para bien, el cuerpo político de un país en el que la política nunca fue tan inmoral. Sin periodismo libre nada sabríamos ni de Begoña Gómez ni de otros asuntos mucho más pegajosos y susceptibles de Código Penal, los relacionados con el ex omnipotente José Luis Abalos, por ejemplo. Entre otros muchos, muchísimos, demasiados. Claro, los periodistas, como la UCO, como los jueces, como los ministros, como los lideres del PP, todos, a veces se equivocan; conceden, concedemos, excesiva relevancia a lo que no lo tiene, elegimos demasiado pronto a los objetivos de nuestras pesquisas y quizá respetemos ocasionalmente no demasiado eso que se llama derecho a la buena fama. Pero, piensen lo que piensen La Moncloa, o Ferraz, o Génova, o crean lo que crean en Vox o en Junts, nunca como ahora el periodismo había sido tan necesario. Cuando ya no existen escrúpulos en la toma y okupación del poder, aunque sea liquidando las leyes que defienden al Estado, incluyendo la Constitución, una información honrada se convierte, como una judicatura verdaderamente independiente y rigurosa, en un elemento clave para el mantenimiento de una democracia digna de tal nombre. Y, ahora que se va a inaugurar una de las ferias del libro en español más importantes del mundo, la de Madrid, quisiera informar a doña Leire Díez de que sí, se preparan libros periodísticos muy interesantes, recogiendo los intríngulis de muchos de esos 'affaires' que hoy están en las portadas y abren los informativos audiovisuales, e incluso corren como liebres por las redes sociales. Los periodistas, muchos periodistas, saben mucho y tienen que contarlo como los periodistas cuentan las cosas: con datos y con la realidad como respaldo, sin concesiones a versiones interesadas. Me temo que no es el caso de la 'periodista' doña Leire Díez. Porque periodista no es todo aquel que ha estudiado en una Facultad de Comunicación. Ni puede presumir de comunicador todo aquel que, desde las cloacas, sabe cosas que otros informadores no han logrado aún averiguar a través de sus investigaciones profesionales. No, yo no compraré el libro de doña Leire Díez. Suponiendo, claro, que alguna vez haya tenido la intención de escribirlo. Tengo cosas mucho más interesantes que comprar en la Feria.
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