MADRID, 12 (OTR/PRESS) El Rey hace suya la memoria republicana y antifascista de los españoles que penaron, sufrieron, murieron o sobrevivieron de milagro a los campos de concentración nazis después de ser repudiados por Franco. Es la poderosa síntesis informativa de su visita al campo de Mauthausen, liberado por las tropas rusas al final de la Segunda Guerra Mundial. Poderosa síntesis informativa, digo. Y política, naturalmente. Con expreso reconocimiento de don Felipe y doña Letizia a "la dignidad de nuestros compatriotas" en el libro de visitas habilitado en lo que queda del horror en un lugar muy próximo a la ciudad austriaca de Linz. Son razones añadidas que ratifican la obsolescencia del grito de gran parte de la izquierda: "Felipe, acelera, que viene la tercera", cantaban hace un año los podemitas en una manifestación antimonárquica coincidente con el décimo aniversario de la abdicación de Juan Carlos I. El tiempo transcurrido desde la coronación de Felipe VI permite elevar a definitivas dos conclusiones sobre el desempeño de la Monarquía Parlamentaria durante estos últimos once años: Una, que está libre del fango en el que chapotea la clase política y en el que chapoteó el hoy llamado rey emérito. Otra, que los valores republicanos están muy vivos en la España constituida en forma de Reino, cuyo entramado organizativo (Casa del Rey) nos cuesta bastante menos que el programa de David Broncano en TVE. Durante el homenaje de los Reyes a los españoles que pasaron por Mauthausen, las banderas rojigualdas ondearon junto a las republicanas Tan nacionales las unas como las otras. Y ambas en la misma comunión de respeto a los miles y miles de españoles antifascistas que lucharon por la libertad y, después de su derrota en la guerra civil, fueron abandonados a su suerte en la Europa acobardada por la barbarie nazi. Tuvieron que pasar cuarenta años para que el Estado español, ya constituido en Reino, empezaran a recibir el reconocimiento negado por el régimen franquista. Fue ya en 1978 cuando unos emisarios de la Casa Real, pero no el rey Juan Carlos, que estaba de visita oficial en Viena, se acercaron al campo para colocar una placa con la inscripción: "España a sus hijos caídos en Mauthausen". Y ahora, ochenta años después, el compromiso de Felipe VI "con la democracia y la defensa de los derechos humanos" ha sido expresado de forma inequívoca durante su visita del pasado fin de semana. Por cierto, los reyes estuvieron acompañados por los familiares de los deportados. Hubo momentos de tensión, pero se impuso la armonía, según rezan las reseñas informativas del acto. Amén.
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