MADRID, 5 (OTR/PRESS) Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso van camino de transformar el escenario de la política española en lo más parecido a un sainete. En la doble definición que ofrece la RAE: como pieza dramática de carácter popular o como acontecimiento grotesco o ridículo y a veces tragicómico. Que el presidente del Gobierno no pierda ocasión para denostar a la presidenta de Madrid, quien a su vez no deja pasar una para devolver el denuesto, dice poco acerca de la templanza que debería adornar a todo dirigente político, y mucho de la deriva polarizadora hacia la que se desliza sin expectativas de freno la política española. El último acto del sainete tuvo lugar en ocasión de la conmemoración del 2 de Mayo, fiesta regional que recuerda el levantamiento del pueblo de Madrid en 1808 contra el invasor francés. La tradición venía siendo que, además del acto de entrega de las grandes cruces que son la máxima condecoración de la comunidad, también se celebraba un desfile para subrayar que el histórico levantamiento contra las tropas napoleónicas fue un acto heroico protagonizado por paisanos y uniformados. Pero este año la cosa se torció porque el Ministerio de Defensa decidió cancelar la parada militar que, por la vistosidad propia de los desfiles -subrayada, además por la participación de la Patrulla Águila del Ejército del Aire y del Espacio- era muy bien acogida por el público. La polarización de la vida política es tóxica porque, tarde o temprano, acaba arrastrando a los ciudadanos lastrando la convivencia. Hay juegos de poder que cuesta entender, como el que en este caso libran Sánchez y Ayuso. Un juego en el que a quien más beneficia políticamente es a la presidenta madrileña, que en su asimétrico combate acaba concitando la simpatía de amplios sectores de la sociedad capitalina a juzgar por los resultados de los sondeos de intención de voto que se han publicado en los últimos días. Ventaja que se ensancha más sí cabe al constatar dichas encuestas el escaso conocimiento que tienen las madrileños de la personalidad de Óscar López, el ministro designado a dedo por Sánchez para liderar la Federación Socialista Madrileña y convertirse en némesis de Ayuso. Empresa que no parece estar a su alcance. Es fácil ver que en el resto de España cueste entender estos juegos de poder.
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