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Si no nos liberamos cada uno con el esfuerzo de sus neuronas, el jolgorio será para los emboscados

Intelecto liberador

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En unas primeras apreciaciones pudiéramos considerarlo normalizado en su libertad, quién iba a obstaculizar las funciones del entendimiento, tan íntimas, peculiares y difíciles de abordar. Sus posibilidades o sus IMPEDIMENTOS acechan las actuaciones de esa pretendida libertad. Con frecuencia lo detectamos como impedido, aletargado, con sus cualidades agazapadas en su interior, sin que afloren sus potencialidades, en una especie de incapacidad genuina. También se aprecia una notable anulación del intelecto cuando aparece domesticado por agentes externos de recursos múltiples, dispuestos al servicio de mentalidades activadas para la manipulación dominadora.

Solía decirse de la ética protestante, luego del capitalismo, pero sucedió con todos los “ismos”; fueron minando la espontaneidad de los razonamientos hasta convertirlos en entidades irreconocibles, como seres amaestrados y recluidos. Weber insistió en la descripción de esta jaula, ahora muy modernizada, en un tono irónico revelador: “…esta nulidad imagina que ha alcanzado un nivel de civilización nunca conocido anteriormente”. ENJAULADOS y complacientes diríamos ahora, cómplices y contentos también, al menos indiferentes; pero al fin frustrados ante las abrumadoras servidumbres acogidas o encajadas a la fuerza, entreviendo con cierta pasividad unas luces más prometedoras en el horizonte.

La cultura es oferente a partir de sus exigencias múltiples, que van desde el uso de sus recursos al disfrute gratificante de sus aportaciones. Las circunstancias vitales apuntan a su papel crucial para el progreso de los individuos. Descubrimos pronto y con notoria insatisfacción su vertiente demoledora de la personalidad, propensa a los esquemas, códigos, clasificaciones, normativas e índices de obligado cumplimiento; que nos deja metidos de lleno en su BIPOLARIDAD, bien establecida con su fuerza estimulante, pero también cegadora de otras actitudes creativas de los participantes. Hemos de navegar por ese sino disyuntivo que nos distingue.

La nervadura de la cultura adopta numerosos formatos impregnados de unos ritmos dispares de actuación. Semejante variabilidad dificulta el equilibrio necesario para el desenvolvimiento existencial de las personas. Las adquisiciones se transmiten a través de los conductos habituales. Aunque en esa regularidad residen también los riesgos paralizantes, con el excesivo apego a los rasgos TRADICIONALES, que junto a las aportaciones valiosas, arrastran un lastre de inconvenientes acomodaticios. Enredados en el bucle de las costumbres se configuran renuncias a las modificaciones sugeridas por los cambios sociales sobrevenidos. La sofocación de los aires renovadores se opone a la implacable evolución natural.

Estas posturas anacrónicas las notamos en las posturas individuales, en los ámbitos familiares, o bien en sectores de mayor amplitud. No es una rareza que afecten a comarcas enteras a través de los sentimientos predominantes, centrados en fundamentalismos religiosos, políticos, socioeconómicos, culturales en suma. Originan verdaderas encerronas basadas en la exagerada fijación de unos principios. Son MENTALISMOS aguerridos, adheridos al peligroso matiz definitorio de su cerrazón ante las influencias novedosas. Los sucesivos ejemplos han configurado tristes y trágicos eventos. El potente efecto contagioso, masificado, frena las respuestas revulsivas de mentalidades con otras ideas.

El individuo pensante capaz de pergeñar ideas propias, ensamblarlas con el resto a base de valoraciones adecuadas, genera aportaciones críticas necesarias. Es un sujeto molesto para aquellos asentados en los procedimientos de pilotaje como brazos ejecutivos del poder. Lejos de la orientación hacia la apertura de miras, a pesar de la complejidad de los retos, se optó por el recurso dogmático de los EXPERTOS en áreas limitadas. Deberían se acérrimos de la prudencia, pero practican la huída hacia delante, sin el debido respeto a las versiones discordantes; escudados en las alianzas serviles con los poderosos. El pensamiento crítico e independiente es vilipendiado en aras de la fervorosa mediocridad tolerante con los abusos.

Al enorme aumento de los medios disponibles para las comunicaciones, sigue la amplificación insólita de sus dimensiones de alcance, su cabida permite cualquier clase de contenido. A la primera impresión beatífica pronto le surgen la mezcla de contenidos, espléndidos o embrutecedores. Los anonimatos impiden saber con quien se trata, permiten infundios sin dar la cara y los manipuladores intoxican los mensajes bajo la máscara de identidades falsas. El FILTRADO necesario exige requisitos excesivos para las capacidades individuales, planteando el difícil control de esa labor esclarecedora, el donde y el quien de sus encargados; no fuera a ser peor la solución que los problemas generados-

Es corriente que detrás del nombre de las entidades, como no aparecen en el frontispicio los nombres de los responsables, se les añade el calificativo de NEUTRALES. Dicha categoría suele centrarse en el acceso libre de cualquier ciudadano, en los teóricos objetivos plurales de la organización, en las correcciones democráticas establecidas. Aunque de manera sibilina, en demasiados casos, son razonamientos distractores. Los objetos siempre son neutrales, una espada lo es. En cambio, desde Internet a las diversas instituciones de la sociedad, quien adormece los pensamientos, manipula las opiniones e introduce elementos cizañosos, son los participantes en el engranaje, con su actividad o por su pasividad.

Formamos grupos de personas muy propensas al establecimiento de separaciones; ejercemos como amigos inseparables de las fronteras, dedicamos muchas energías a estos menesteres, con notable desdén hacia quienes permanecen fuera del ámbito propio. Sin embargo hacemos caso omiso de la frontera radical de cada uno, después de la cual, apenas intuimos nada. En estas BARRERAS, en gran parte de instalación voluntaria, encerramos también las posibilidades del pensamiento propio.

Queda muy aletargada, pospuesta de mala manera hasta extremos inverosímiles , aquella aguda percepción de Dante: “Nuestra verdadera patria es un agua más vasta…” Entre principios enigmáticos plagados de señales que delimitan la presencia humana y los finales sucesivos que nos cercenan; disponemos de unos protagonismos fascinantes e inciertos. Ese ALUMBRAMIENTO personal es decisivo, porque nos permite el discernimiento entre la bondad y la maldad; pero también entre el adocenamiento borreguil o la intuición creativa, artística si se quiere, de abrirnos los ojos a horizontes ilusionantes.

Si algo nos enseña la multiplicación de dioses, profetas, sabiondillos y numerosos “dueños” del mundo, es la inutilidad de semejante conjunto. Quizá por eso, los griegos pusieron un dios para cada apetencia de los ciudadanos. El recurso de la mente puede ser utilizado en opciones contrapuestas. Como mera inutilidad agitada por las ventoleras. Con la frivolidad de no molestarnos en distinciones, lo cual viene a ser lo mismo, fortaleciendo las ventoleras. O por el contrario, consolidando la presencia de nuestro VALOR PERSONAL en la comunidad.

Intelecto liberador

Si no nos liberamos cada uno con el esfuerzo de sus neuronas, el jolgorio será para los emboscados
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 2 de febrero de 2018, 06:58 h (CET)
En unas primeras apreciaciones pudiéramos considerarlo normalizado en su libertad, quién iba a obstaculizar las funciones del entendimiento, tan íntimas, peculiares y difíciles de abordar. Sus posibilidades o sus IMPEDIMENTOS acechan las actuaciones de esa pretendida libertad. Con frecuencia lo detectamos como impedido, aletargado, con sus cualidades agazapadas en su interior, sin que afloren sus potencialidades, en una especie de incapacidad genuina. También se aprecia una notable anulación del intelecto cuando aparece domesticado por agentes externos de recursos múltiples, dispuestos al servicio de mentalidades activadas para la manipulación dominadora.

Solía decirse de la ética protestante, luego del capitalismo, pero sucedió con todos los “ismos”; fueron minando la espontaneidad de los razonamientos hasta convertirlos en entidades irreconocibles, como seres amaestrados y recluidos. Weber insistió en la descripción de esta jaula, ahora muy modernizada, en un tono irónico revelador: “…esta nulidad imagina que ha alcanzado un nivel de civilización nunca conocido anteriormente”. ENJAULADOS y complacientes diríamos ahora, cómplices y contentos también, al menos indiferentes; pero al fin frustrados ante las abrumadoras servidumbres acogidas o encajadas a la fuerza, entreviendo con cierta pasividad unas luces más prometedoras en el horizonte.

La cultura es oferente a partir de sus exigencias múltiples, que van desde el uso de sus recursos al disfrute gratificante de sus aportaciones. Las circunstancias vitales apuntan a su papel crucial para el progreso de los individuos. Descubrimos pronto y con notoria insatisfacción su vertiente demoledora de la personalidad, propensa a los esquemas, códigos, clasificaciones, normativas e índices de obligado cumplimiento; que nos deja metidos de lleno en su BIPOLARIDAD, bien establecida con su fuerza estimulante, pero también cegadora de otras actitudes creativas de los participantes. Hemos de navegar por ese sino disyuntivo que nos distingue.

La nervadura de la cultura adopta numerosos formatos impregnados de unos ritmos dispares de actuación. Semejante variabilidad dificulta el equilibrio necesario para el desenvolvimiento existencial de las personas. Las adquisiciones se transmiten a través de los conductos habituales. Aunque en esa regularidad residen también los riesgos paralizantes, con el excesivo apego a los rasgos TRADICIONALES, que junto a las aportaciones valiosas, arrastran un lastre de inconvenientes acomodaticios. Enredados en el bucle de las costumbres se configuran renuncias a las modificaciones sugeridas por los cambios sociales sobrevenidos. La sofocación de los aires renovadores se opone a la implacable evolución natural.

Estas posturas anacrónicas las notamos en las posturas individuales, en los ámbitos familiares, o bien en sectores de mayor amplitud. No es una rareza que afecten a comarcas enteras a través de los sentimientos predominantes, centrados en fundamentalismos religiosos, políticos, socioeconómicos, culturales en suma. Originan verdaderas encerronas basadas en la exagerada fijación de unos principios. Son MENTALISMOS aguerridos, adheridos al peligroso matiz definitorio de su cerrazón ante las influencias novedosas. Los sucesivos ejemplos han configurado tristes y trágicos eventos. El potente efecto contagioso, masificado, frena las respuestas revulsivas de mentalidades con otras ideas.

El individuo pensante capaz de pergeñar ideas propias, ensamblarlas con el resto a base de valoraciones adecuadas, genera aportaciones críticas necesarias. Es un sujeto molesto para aquellos asentados en los procedimientos de pilotaje como brazos ejecutivos del poder. Lejos de la orientación hacia la apertura de miras, a pesar de la complejidad de los retos, se optó por el recurso dogmático de los EXPERTOS en áreas limitadas. Deberían se acérrimos de la prudencia, pero practican la huída hacia delante, sin el debido respeto a las versiones discordantes; escudados en las alianzas serviles con los poderosos. El pensamiento crítico e independiente es vilipendiado en aras de la fervorosa mediocridad tolerante con los abusos.

Al enorme aumento de los medios disponibles para las comunicaciones, sigue la amplificación insólita de sus dimensiones de alcance, su cabida permite cualquier clase de contenido. A la primera impresión beatífica pronto le surgen la mezcla de contenidos, espléndidos o embrutecedores. Los anonimatos impiden saber con quien se trata, permiten infundios sin dar la cara y los manipuladores intoxican los mensajes bajo la máscara de identidades falsas. El FILTRADO necesario exige requisitos excesivos para las capacidades individuales, planteando el difícil control de esa labor esclarecedora, el donde y el quien de sus encargados; no fuera a ser peor la solución que los problemas generados-

Es corriente que detrás del nombre de las entidades, como no aparecen en el frontispicio los nombres de los responsables, se les añade el calificativo de NEUTRALES. Dicha categoría suele centrarse en el acceso libre de cualquier ciudadano, en los teóricos objetivos plurales de la organización, en las correcciones democráticas establecidas. Aunque de manera sibilina, en demasiados casos, son razonamientos distractores. Los objetos siempre son neutrales, una espada lo es. En cambio, desde Internet a las diversas instituciones de la sociedad, quien adormece los pensamientos, manipula las opiniones e introduce elementos cizañosos, son los participantes en el engranaje, con su actividad o por su pasividad.

Formamos grupos de personas muy propensas al establecimiento de separaciones; ejercemos como amigos inseparables de las fronteras, dedicamos muchas energías a estos menesteres, con notable desdén hacia quienes permanecen fuera del ámbito propio. Sin embargo hacemos caso omiso de la frontera radical de cada uno, después de la cual, apenas intuimos nada. En estas BARRERAS, en gran parte de instalación voluntaria, encerramos también las posibilidades del pensamiento propio.

Queda muy aletargada, pospuesta de mala manera hasta extremos inverosímiles , aquella aguda percepción de Dante: “Nuestra verdadera patria es un agua más vasta…” Entre principios enigmáticos plagados de señales que delimitan la presencia humana y los finales sucesivos que nos cercenan; disponemos de unos protagonismos fascinantes e inciertos. Ese ALUMBRAMIENTO personal es decisivo, porque nos permite el discernimiento entre la bondad y la maldad; pero también entre el adocenamiento borreguil o la intuición creativa, artística si se quiere, de abrirnos los ojos a horizontes ilusionantes.

Si algo nos enseña la multiplicación de dioses, profetas, sabiondillos y numerosos “dueños” del mundo, es la inutilidad de semejante conjunto. Quizá por eso, los griegos pusieron un dios para cada apetencia de los ciudadanos. El recurso de la mente puede ser utilizado en opciones contrapuestas. Como mera inutilidad agitada por las ventoleras. Con la frivolidad de no molestarnos en distinciones, lo cual viene a ser lo mismo, fortaleciendo las ventoleras. O por el contrario, consolidando la presencia de nuestro VALOR PERSONAL en la comunidad.

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