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Opinión
Etiquetas | Cristianismo originario | Navidad
De­bido a esta sociedad pervertida sufre también la Madre-Tierra y muy especialmente sufren los animales

¿Por qué deben estar los animales disponibles para todas las fiestas?

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El Adviento y la Navidad se han transformado en una cos­tumbre tradicional pagana. El Occidente cristiano, su­mergido en el torbellino navideño, en el delirio de los rega­los, del resplandor y centelleo, ha olvidado el hecho sin igual que sucedió hace 2000 años: La encarnación del Hijo de Dios en un cuerpo humano. El Hijo de Dios vino a noso­tros los hombres. El Adviento y la Navidad, sin embargo, ya no tienen nada que ver actualmente con la venida del Se­ñor y con Su enseñanza. El “rebaño cristiano” de la Igle­sia, que se ha tornado insensible e indiferente, celebra una fiesta pagana eclesiástica tradicional, cuyas raíces se en­cuen­tran en la creencia en ídolos de tiempos pasados, y sólo unos pocos desean que se les recuerde el gran acontecimiento cósmico que aconteció en Belén.


Durante estas fies­tas “santas”, sobre el altar de la tradición eclesiástica, se lleva a cabo una matanza de millones de animales con el fin de mantener durante unas pocas horas el sentimental resurgimiento del sentido de familia. ¡Se trata, claro está, de la Navidad! Quien observe este mundo con los ojos muy abiertos, descubrirá que la perversión no es ilimitada, pero sí mundial. De­bido a esta sociedad pervertida sufre también la Madre-Tierra y muy especialmente sufren los animales. ¿Por qué tienen que estar los animales a disposición para cualquiera fiesta? Porque no se han dejado adoctrinar impositiva y dogmáticamente como los hombres. Los animales no son ni católicos ni luteranos, no pertenecen a ninguna institu­ción eclesiástica, ellos permanecen fieles al verdadero Dios.

¿Por qué deben estar los animales disponibles para todas las fiestas?

De­bido a esta sociedad pervertida sufre también la Madre-Tierra y muy especialmente sufren los animales
Vida Universal
viernes, 29 de diciembre de 2017, 06:48 h (CET)

El Adviento y la Navidad se han transformado en una cos­tumbre tradicional pagana. El Occidente cristiano, su­mergido en el torbellino navideño, en el delirio de los rega­los, del resplandor y centelleo, ha olvidado el hecho sin igual que sucedió hace 2000 años: La encarnación del Hijo de Dios en un cuerpo humano. El Hijo de Dios vino a noso­tros los hombres. El Adviento y la Navidad, sin embargo, ya no tienen nada que ver actualmente con la venida del Se­ñor y con Su enseñanza. El “rebaño cristiano” de la Igle­sia, que se ha tornado insensible e indiferente, celebra una fiesta pagana eclesiástica tradicional, cuyas raíces se en­cuen­tran en la creencia en ídolos de tiempos pasados, y sólo unos pocos desean que se les recuerde el gran acontecimiento cósmico que aconteció en Belén.


Durante estas fies­tas “santas”, sobre el altar de la tradición eclesiástica, se lleva a cabo una matanza de millones de animales con el fin de mantener durante unas pocas horas el sentimental resurgimiento del sentido de familia. ¡Se trata, claro está, de la Navidad! Quien observe este mundo con los ojos muy abiertos, descubrirá que la perversión no es ilimitada, pero sí mundial. De­bido a esta sociedad pervertida sufre también la Madre-Tierra y muy especialmente sufren los animales. ¿Por qué tienen que estar los animales a disposición para cualquiera fiesta? Porque no se han dejado adoctrinar impositiva y dogmáticamente como los hombres. Los animales no son ni católicos ni luteranos, no pertenecen a ninguna institu­ción eclesiástica, ellos permanecen fieles al verdadero Dios.

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