En realidad, la falta de sentido común ha llegado a tal punto que dudamos de que, los españoles, podamos llegar a superar este periodo por el que estamos transcurriendo y seamos capaces de retornar, a esta sociedad llena de contradicciones y de tics neurasténicos, a la normalidad y al respeto de la ética y las leyes. Da la sensación de que esta nueva propuesta de vida se va imponiendo a la sensatez, madurez y cordura, en un intento de practicar un relativismo egoísta en el que parece que, una parte importante de la población española ha decidido instalarse, convencida de que una nación puede subsistir cuando sus habitantes deciden enfrentarse al resto de naciones, gastar lo que tienen y lo que no tienen en mejorar la vida de los que no trabajan y reducir a la miseria al resto.
Y es que, amigos lectores, cuando leemos cosas tan peregrinas como estas: (Marina) “De hecho el acto sexual en si es un máximo exponente de violencia machista al producirse penetración y, como tal, debería ser delito”; (opresiones) “En todo caso hay que proteger a las vacas, no a los toros. Los toros se lo han buscado (¿?) ellos por tener un comportamiento tan violento”; otro tuit tachaba de machista controlador a un joven “porque enviaba cada día a su novia y email dándoles los buenos día”; (Anastasia) “El ajedrez es uno de los deportes más machistas y discriminatorios. Otro de los iconos del patriarcado a erradicar”… Es de suponer que, quienes son capaces de expresarse con tanta contundencia y falta de autocrítica, no pretendan constituirse en ejemplo paradigmático, valga la redundancia, de la inteligencia del género femenino porque si, en realidad, fuera esto cierto, podríamos llegar a la conclusión de que la humanidad estaba camino de su extinción de manos de un feminismo absurdo y radical.
Sin embargo, aunque el feminismo galopante pueda ser un reflejo de una sociedad perdida en una vieja batalla de sexos donde, apartándose de los evidentes derechos que tienen las mujeres a su igualdad con sus compañeros, los hombres, se intenta maquinar una venganza, una revancha contra el sexo opuesto, un infantil empeño en sustituir los roles femenino y masculino, que puede interesar a unas pocas extremistas pero que, en líneas generales, por mucho que les enfurezca a estas cejijuntas y desgreñadas teóricas del feminismo, la mayoría de las mujeres están satisfechas de serlo, les gusta arreglarse para atraer a los hombres y siguen aspirando a encontrar su media naranja y, si puede ser, que el noviazgo esté rodeado de un aire romántico capaz de enternecerlas.
Con ser el tema tratado merecedor de ser comentado, deberemos reconocer que, en la actualidad, tenemos los españoles motivos más inminentes y preocupantes para estar disgustados con quienes parece que son incapaces de sacar a nuestro país de una situación, que lleva arrastrándose desde hace años, y que, sin embargo, por negligencia, falta de visión de futuro, mojigatería e intereses partidistas, han dejado que la semilla de maldad que se estaba incubando en Cataluña, a cargo de una serie de políticos locales iluminados, influidos por leyendas inexistentes y basados en batallas perdidas y supuestos derechos históricos inventados; haya ido creciendo a lo largo de los años hasta que, la oportunidad de una grave crisis económica, les ha puesto a huevo el intentar, aprovechar la ocasión en la que las defensas del Estado estaban bajas, para lanzar su ataque de deslealtad revolucionaria; en un intento, fallido por supuesto, de cargarse la legalidad vigente para imponer lo que ellos califican de derechos democráticos que, por mucho que intenten adornarlo con palabras bonitas, no es más que una forma que pretende ser sutil de saltarse la Constitución a la torera, atacar la unidad de España, actuar en contra del Derecho Penal y constituirse en una pandilla de indeseables, cobardes y dispuestos a venderse al mejor postor, como se ha demostrado cuando se han prestado a reconocer el Artº155 de la Constitución, al que se habían opuesto por todos los medios, para conseguir salir de la prisión en la que se encontraban.
Seguramente alegarán que “el fin justifica los medios”, pero les aseguro que si yo (Dios me libre) hubiera sido quien les hubiera votado, en estos momentos me estaría mesando los cabellos, indignado por haberles dado mi confianza a una pandilla de cobardes capaces de venderse, con el pobre Esaú, por un mísero plato de lentejas. No obstante, aunque aborrecemos de estos sujetos, cargos públicos que prometieron respetar y aplicar la Constitución de 1978, capaces de renegar, prevaricar, desobedecer e intentar cometer secesión para conseguir la independencia de Cataluña; deberemos reconocer que no toda la culpa, de la difícil situación en la que nos encontramos en la actualidad, es de ellos. La verdad es que, si nos queremos referir a la actuación de aquellos partidos a los que se ha dado por denominarlos “constitucionalistas”, no podemos dejar de reprocharles la forma en la que, durante todos estos años en los que, el nacionalismo catalán, ha ido dando pasos de gigante en favor de sus tesis separatistas, se han estado atacando unos a los otros reprochándose, los que no gobiernan al partido en el poder, el no haber “dialogado” con los secesionistas y no haber tenido la “flexibilidad” necesaria para conseguir apaciguar a los separatistas y, los gobernantes a la oposición, la poca colaboración y, en muchos casos, la falta de lealtad con la que, quienes se consideran defensores de la unidad de España han actuado, poniéndole al ejecutivo toda clase de trabas y obstáculos para impedir el avance de la lucha contra este nacionalismo excluyente, al que han apoyado, aunque fuere indirectamente.
¿Cuántas veces han pedido, el resto de partidos no nacionalistas, al gobierno de Rajoy que llegara a acuerdos con los nacionalistas catalanes?, ¿en cuántas ocasiones se ha calificado de incompetente al gobierno del PP por no haber querido transigir ante las peticiones de Puigdemont, aunque se ha sabido que lo único a lo que se avenía el presidente de la Generalitat, era a trazar un plan, unas etapas que condujeran directamente a conseguir la independencia de Cataluña de España? Se ha criticado al PP el haber tardado en utilizar el 155, pero se han olvidado de que cuando, en otras ocasiones, insinuó hacerlo fueron el resto de partidos, incluidos C`s y PSOE (siempre influido por el PSC) los que se negaron a que lo hiciera y amenazaron con dejar solo al PP si se atrevía a hacerlo.
En realidad, lo que se está percibiendo en estos días en los que nos encontramos, ante la convocatoria de unas nuevas elecciones autonómicas para Cataluña, fijadas para de día 21 de diciembre; es, sin duda, una perplejidad generalizada, una insatisfacción para que, una vez más y creemos que van 7, se nos llame a las urnas sin que, de verdad, la aplicación del artículo 155 haya servido o haya logrado, como prefieran, sus objetivos. No, precisamente, debido a que la norma no permitiera hacer mucho más de lo que se ha hecho o porque no haya sido preciso apurarla más a causa de que el orden y la normalidad se hubiera restablecido en Cataluña; porque nada de todo esto es cierto. La realidad es que, el Gobierno, sigue actuando de forma mojigata, con miedo a no tener que afrontar una reacción que, en ningún caso parece que se haya producido. El señor Rajoy y su equipo de gobierno han estado temblando ante la posibilidad de que los magistrados del TS se mostraran duros con los detenidos en las cárceles de Barcelona y los mantuvieran en prisión. Otra vez más tenemos la impresión de que, los tribunales, en este caso el TS, van a dejarse influir por las conveniencias políticas, permitiendo que los presos por delitos tan graves, como son los de sedición, revolución, prevaricación y malversación de caudales públicos; una serie de delitos de los más graves que se pueden cometer por personas que han ostentando cargos públicos, que los que siguen en prisión preventiva sean liberados si es que, no se pierdan el detalle, reconocen la vigencia del Artº 155 de la CE. ¡Con ello basta y…pelillos a la mar!
Si me preguntaran les diría que se trata de una mera superchería o triquiñuela legal basada en una supuesta rectificación de aquellos que desoyeron al TS, al TC y a los avisos emanados de este último por los que se les conminaba a cesar en sus continuos incumplimientos de los mandatos constitucionales. Un fraude de Ley que no se debiera alentar y, mucho menos, por los más altos tribunales de la nación, principales responsables de que el orden constitucional se mantenga sin dar muestras de debilidad ni dar lugar a que, los ciudadanos, interpreten esta condescendencia de darles libertad a unos sujetos imputados de delitos tan graves, en función de un reconocimiento del 155 y, lo que es peor, dados los antecedentes de lo sucedido con el señor Puigdemont, hoy en Bélgica, como prófugo acogido en dicho país, gracias a haber huido de Barcelona, sin que nadie fuera capaz de evitarlo.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, deberemos concluir que, el peligro que en estos momentos existe en España es el de que, la ciudadanía, aquella que ha seguido pasmada esta serie de acontecimientos de continuo ataques al Estado de Derecho y las suaves consecuencias que han venido tenido para los presuntos culpables de tales delitos , tratados a cuerpo de rey, sin que se les impida presentarse a unos nuevos comicios y con la agravante de que, si no ocurre un milagro, las vamos a ver circulando libremente por las calles cuando, por comparación, cualquier infeliz que haya cometido un robo, quizá para poder comer, se ve encarcelado, sin poder pagar su fianza y al albur de que el juez tenga tiempo para ocuparse de él. En realidad, la vox populi en este país, queda reservada únicamente, para que se les haga caso, a aquellos que se apoderan de la calle para extorsionar al Estado.
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