Paulo Coelho, El guerrero de la luz, ha escrito un nuevo libro. Desde hace pocos días, montones de ejemplares de El zahír se apilan sobre las mesas de las librerías españolas. Según el escritor brasileño, el más vendido del mundo después del norteamericano Stephen King, la idea inicial proviene del relato del mismo nombre, incluido en el volumen El aleph (1949), del argentino Jorge Luis Borges.
El argumento de El zahír es bien sencillo. Un escritor coronado por el éxito, que vive un matrimonio ordenado y estable, ve cómo, de la noche a la mañana, su esposa, Esther, le abandona sin motivo aparente. A partir de ahí, el protagonista se obsesiona en un intento desesperado por localizar a su mujer y, sobre todo, en averiguar por qué le dejó. Esa obsesión es lo que tanto Coelho como Borges denominan zahir, que en árabe significa notorio, visible e inolvidable.
Coelho, en las casi trescientas páginas de su novela, repasa al ámbito de las relaciones de pareja y hurga en los rincones más recónditos de su pasado, tratando de establecer los motivos que han originado la huida. La conclusión a la que llegará es que su situación matrimonial tiene poco que ver con esta fuga. Poco a poco, la insatisfacción de Esther, su realización personal, se erigirá en la principal respuesta a la pregunta.
El mundo de los sentimientos, de las sensaciones, alcanza momentos de gran belleza en el libro. Especialmente elocuente, a mi juicio, es el párrafo que Coelho dedica a la soledad: “Es mejor tener hambre que estar solo. Porque cuando estás solo y no hablo de la soledad que escogemos, sino de la que nos vemos obligados a aceptar, es como si ya no formases parte de la raza humana”.
Los que, una vez más, se asomen a las páginas del brasileño van a encontrar una novela peculiar, como son todas las suyas, en las que el estilo literario, conciso, escueto y directo, no es lo más importante. Es absurdo buscar en El zahir metáforas descollantes o florilegios ornamentales al uso. A Coelho le trae al fresco la calidad de su escritura. Su preocupación máxima consiste en resultar fácilmente legible, en hacer pensar, en mover fibras –ahí posiblemente radiquen su detracción y su gloria–, trasladando al gran público (sustitúyase gran por numeroso), las ideas que pululan por su mente. La espiritualidad y el amor son, una vez más, los protagonistas reales de la novela, sin olvidarse de la presencia del destino en nuestras vidas, ni de esa voz interior (conciencia, mente, alma, ¿qué mas da?), callada e innegable, que habita en cada uno de nosotros. Y ese puntazo esotérico, con los tiempos que corren, agnósticos y materialistas, acarrea críticas incondicionales o aplausos feroces. Lo cierto es que el hombre del siglo XXI, como el del XX, el del XIX o el del siglo I, se plantea cuestiones inherentes a su existencia que Coelho trata de responder.
El zahír es un libro autobiográfico en gran manera. El escritor abandonado es el propio Coelho –aunque en la vida real su matrimonio, según él mismo ha reconocido, marcha bien– y los recuerdos que cita son suyos. Para descubrir este detalle, simplemente es necesario estar al corriente de su vida y, sobre todo, de sus escritos anteriores. El manual del guerrero de la luz, Maktub, El alquimista y El peregrino de Compostela en este sentido, son especialmente esclarecedores.
En resumen, El zahír es un libro que levantará filias y fobias como todos sus otros escritos. Los lectores, que transiten en la vida de acuerdo con la filosofía de Paulo Coelho, encontrarán nuevos soportes en los que cimentar su caminar. Los que no lo hagan tendrán más argumentos que añadir a su lista de agravios contra El Guerrero de la luz. Aún así, nadie quedará indiferente después de leer El zahír. Nadie.
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