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Si no hay una reacción contraria a un hecho o situación aberrante, sólo puede esperarse que la situación continúe degenerando

No pasa nada porque no pasa nada

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Desde que por el artículo 33 –imposición del poder político- se entró en Europa, cada día estamos peor en todos los ámbitos. No sólo se ha destruido casi completamente el tejido industrial español, con todo lo que ello conlleva y convirtiendo a España en un antro de putas, camareros y limpiabotas –un revival de la Cuba de Batista-, sino que fuimos empujados a la especulación y la corrupción por causa de esa misma desindustrialización (¿qué otra cosa podíamos hacer?), se han impuesto barreras cuasi infranqueables a nuestras exportaciones por no poder competir con las economías dolarizadas y no ser nuestros productos esenciales o de alta tecnología, y nos hemos acostumbrado a una miseria tal, que cuestiones aberrantes tales como un 14% de desempleo no es considerado alarmante –cuando había tan “poco” desempleo, claro-, como que la precariedad en el empleo sea “normal” y como que la explotación y el esclavismo laboral sea visto con buenos ojos incluso por los propios trabajadores y sindicatos, merced a que las cadenas hipotecarias y la eventualidad han inmovilizado muchos tobillos, sellado muchos labios y agostado casi todas las gargantas.

España ha sido arrinconada en la desesperación para que las multinacionales francesas y alemanas, especialmente las últimas, hagan su agosto internacional con una serie de productos imprescindibles para el mundo tales como los farmacéuticos o los tecnológicamente muy avanzados (con una moneda muy fuerte ganan muchísimo más), entretanto aquí se nos ha empujado por esa doble vía de la corrupción y la especulación, además del empobrecimiento continuado, lo que nos fuerza a consumir cada día productos más baratos, fundamentalmente provenientes del Segundo y Tercer Mundo, en detrimento de los españoles, lo que está emparejando a nuestro poder adquisitivo a esos mismos niveles del Segundo y Tercer Mundo, por más que algunos crean en la fantasmagoría de que estamos alineados en el Primer Mundo. Un delirio que no se verifica sino cuando somos obligados a consumir cuotas de productos europeos, o cuando tenemos que mandar a morir a nuestros chicos del Ejército a países y guerras que no son nuestras. Lo demás, es sólo endeudarnos con esos europeos o esos norteamericanos o esos capitalistas sin filiación que tan sólo nos generan una deuda impagable, merced a la cual se están quedando con todo, desde el agua a los trenes y desde la seguridad al mismo Estado –en los altos negocios de hoy los Estados son los bienes de intercambio-, incluida nuestra Constitución, convertida gracias al PPSOE en una carta de garantías de que España es suya y no de los españoles, por virtud de ese Artículo 155 que nos convierte tácita y expresamente en rehenes de las deudas contraídas por todos los corruptos de nuestra economía y nuestra política, quienes permanecen impunes a toda justicia y además son votados por los esclavos.

¿Cómo se ha llegado a esto?... Fácil: desindustrializando –Felipe González y sucesores- y corrompiendo –la absoluta totalidad de la ralea política-. No hay un solo país en dificultades en Europa –Irlanda, Grecia, Portugal, España e Italia- cuyos ciudadanos no abjuren de sus políticos en general, no pudiendo ni uno sólo decir de ellos sino exabruptos no aptos para todos los oídos. Sin embargo, estos mismos políticos son mayoritariamente votados en todos estos países, bien porque el fanatismo de los unos linda con la demencia, bien porque el odio que otros les profesan a quienes gobiernan, los empuja a votar a sus contrarios, error de discernimiento que les impide ver que no son los contrarios, sino el otro brazo de la misma bestia. Parece que la opción de no votar a nadie, en un sistema tan profundamente corrupto como este –véase el latrocinio y corrupción generalizado de los políticos y adláteres en España, sin ir más lejos-, no tiene devotos, ignorando a propia intención o por estupidez que si se le da el poder a quien es parte del problema lo único que no se puede esperar son soluciones. Mismas fórmulas siempre darán los mismos resultados: es un problema de planteamiento.

Puede parecer una cuestión de Perogrullo, pero si no pasa nada es porque no pasa nada. Sin una reacción contraria a los aberrantes sucesos que nos embargan, y de ser posible virulentamente pacífica, nada va a cambiar, y quienes están al frente de este desmadre, entenderán la borreguilidad de la ciudadanía como un consentimiento expreso a la práctica de sus desafueros. Así está la cosa. No importa a quién se vote, se vota a la clase corrupta que nos gobierna y a los bancos y a los especuladores y a los “inversores”; sólo no votar, sólo la rebeldía ciudadana, puede insuflar una posibilidad distinta del empeoramiento continuo y cada vez más coercitivo para los derechos civiles y ciudadanos. Se equivocan quienes crean que estos golfos van a hartarse de recortar y subir impuestos y hacerse cada vez más ricos a costa de la miseria de los ciudadanos. Había un millón de personas que no tenía empleo y unas trescientas mil que pasaban hambre y estaban inclusos en los ámbitos de la pobreza más solemne, y no hicieron nada que no fuera empeorar la situación hasta haber alcanzado ya los cinco millones de personas sin empleo, diez millones de hambrientos que sobreviven gracias a la caridad social y, lo que es preámbulo de lo que se viene encima, cinco millones de niños que no hacen más de una comida al día, básicamente pastas sin ninguna clase de aporte nutritivo complementario. Ya hay niños que se desmayan de hambre en el colegio. Lo que se puede esperar en las próximas fechas, para pasado mañana como aquél que dice, es una nueva subida del IVA, un recorte severo de las pensiones, una prolongación de la edad de jubilación, una implementación inmediata de la jornada de 48 horas semanales, un encarecimiento severo de la educación y una privatización total de la sanidad. Y esto no es más que el principio, porque vendrán más "ajustes". Es la del palo y la zanahoria: paso a paso tira el burro alentado por la esperanza.

¿Y qué hace el poder político para remediar esto?... Casi trescientas casas son expropiadas cada día (irán a mucho más) empujando a estas familias a vivir de la solidaridad de otros o en la calle (en el arroyo, valdría decir), el subempleo crece, las medidas eugenésicas del gobierno (recortes en sanidad y para inmigrantes, entre otras) nos amenazan ya con pandemias como las de la Edad Media, tal y como veremos en este próximo otoño ya en ciernes, y continúan endeudando al país, de modo que si desea mantenerse la independencia como nación soberana (para mí que lo de Cataluña y su independencia es una mera maniobra para que España desaparezca y sea absorbida por Europa como redil de siervos contribuyentes) necesitará no menos de entre 70 y 100 años para devolver lo que se debe a día de hoy, cosa imposible porque estos golfantes seguirán endeudando al país.

No tengo memoria de las verdades políticas y sí de todas sus mentiras. Cuando hubo vacas gordas trajeron el subempleo y la miseria, y, ahora que son las vacas flacas, siguen viviendo igual de bien –SICAVs incluidas- pero ya los ciudadanos ya sólo sobreviven. Y esto va a más. A los ricos no les salen sus declaraciones de la renta a pagar, sino a devolver. Lo dicho: aquí no pasa nada sólo porque no pasa nada. Y, claro, sin que pase algo no se puede cambiar nada.

No pasa nada porque no pasa nada

Si no hay una reacción contraria a un hecho o situación aberrante, sólo puede esperarse que la situación continúe degenerando
Ángel Ruiz Cediel
miércoles, 19 de septiembre de 2012, 06:52 h (CET)
Desde que por el artículo 33 –imposición del poder político- se entró en Europa, cada día estamos peor en todos los ámbitos. No sólo se ha destruido casi completamente el tejido industrial español, con todo lo que ello conlleva y convirtiendo a España en un antro de putas, camareros y limpiabotas –un revival de la Cuba de Batista-, sino que fuimos empujados a la especulación y la corrupción por causa de esa misma desindustrialización (¿qué otra cosa podíamos hacer?), se han impuesto barreras cuasi infranqueables a nuestras exportaciones por no poder competir con las economías dolarizadas y no ser nuestros productos esenciales o de alta tecnología, y nos hemos acostumbrado a una miseria tal, que cuestiones aberrantes tales como un 14% de desempleo no es considerado alarmante –cuando había tan “poco” desempleo, claro-, como que la precariedad en el empleo sea “normal” y como que la explotación y el esclavismo laboral sea visto con buenos ojos incluso por los propios trabajadores y sindicatos, merced a que las cadenas hipotecarias y la eventualidad han inmovilizado muchos tobillos, sellado muchos labios y agostado casi todas las gargantas.

España ha sido arrinconada en la desesperación para que las multinacionales francesas y alemanas, especialmente las últimas, hagan su agosto internacional con una serie de productos imprescindibles para el mundo tales como los farmacéuticos o los tecnológicamente muy avanzados (con una moneda muy fuerte ganan muchísimo más), entretanto aquí se nos ha empujado por esa doble vía de la corrupción y la especulación, además del empobrecimiento continuado, lo que nos fuerza a consumir cada día productos más baratos, fundamentalmente provenientes del Segundo y Tercer Mundo, en detrimento de los españoles, lo que está emparejando a nuestro poder adquisitivo a esos mismos niveles del Segundo y Tercer Mundo, por más que algunos crean en la fantasmagoría de que estamos alineados en el Primer Mundo. Un delirio que no se verifica sino cuando somos obligados a consumir cuotas de productos europeos, o cuando tenemos que mandar a morir a nuestros chicos del Ejército a países y guerras que no son nuestras. Lo demás, es sólo endeudarnos con esos europeos o esos norteamericanos o esos capitalistas sin filiación que tan sólo nos generan una deuda impagable, merced a la cual se están quedando con todo, desde el agua a los trenes y desde la seguridad al mismo Estado –en los altos negocios de hoy los Estados son los bienes de intercambio-, incluida nuestra Constitución, convertida gracias al PPSOE en una carta de garantías de que España es suya y no de los españoles, por virtud de ese Artículo 155 que nos convierte tácita y expresamente en rehenes de las deudas contraídas por todos los corruptos de nuestra economía y nuestra política, quienes permanecen impunes a toda justicia y además son votados por los esclavos.

¿Cómo se ha llegado a esto?... Fácil: desindustrializando –Felipe González y sucesores- y corrompiendo –la absoluta totalidad de la ralea política-. No hay un solo país en dificultades en Europa –Irlanda, Grecia, Portugal, España e Italia- cuyos ciudadanos no abjuren de sus políticos en general, no pudiendo ni uno sólo decir de ellos sino exabruptos no aptos para todos los oídos. Sin embargo, estos mismos políticos son mayoritariamente votados en todos estos países, bien porque el fanatismo de los unos linda con la demencia, bien porque el odio que otros les profesan a quienes gobiernan, los empuja a votar a sus contrarios, error de discernimiento que les impide ver que no son los contrarios, sino el otro brazo de la misma bestia. Parece que la opción de no votar a nadie, en un sistema tan profundamente corrupto como este –véase el latrocinio y corrupción generalizado de los políticos y adláteres en España, sin ir más lejos-, no tiene devotos, ignorando a propia intención o por estupidez que si se le da el poder a quien es parte del problema lo único que no se puede esperar son soluciones. Mismas fórmulas siempre darán los mismos resultados: es un problema de planteamiento.

Puede parecer una cuestión de Perogrullo, pero si no pasa nada es porque no pasa nada. Sin una reacción contraria a los aberrantes sucesos que nos embargan, y de ser posible virulentamente pacífica, nada va a cambiar, y quienes están al frente de este desmadre, entenderán la borreguilidad de la ciudadanía como un consentimiento expreso a la práctica de sus desafueros. Así está la cosa. No importa a quién se vote, se vota a la clase corrupta que nos gobierna y a los bancos y a los especuladores y a los “inversores”; sólo no votar, sólo la rebeldía ciudadana, puede insuflar una posibilidad distinta del empeoramiento continuo y cada vez más coercitivo para los derechos civiles y ciudadanos. Se equivocan quienes crean que estos golfos van a hartarse de recortar y subir impuestos y hacerse cada vez más ricos a costa de la miseria de los ciudadanos. Había un millón de personas que no tenía empleo y unas trescientas mil que pasaban hambre y estaban inclusos en los ámbitos de la pobreza más solemne, y no hicieron nada que no fuera empeorar la situación hasta haber alcanzado ya los cinco millones de personas sin empleo, diez millones de hambrientos que sobreviven gracias a la caridad social y, lo que es preámbulo de lo que se viene encima, cinco millones de niños que no hacen más de una comida al día, básicamente pastas sin ninguna clase de aporte nutritivo complementario. Ya hay niños que se desmayan de hambre en el colegio. Lo que se puede esperar en las próximas fechas, para pasado mañana como aquél que dice, es una nueva subida del IVA, un recorte severo de las pensiones, una prolongación de la edad de jubilación, una implementación inmediata de la jornada de 48 horas semanales, un encarecimiento severo de la educación y una privatización total de la sanidad. Y esto no es más que el principio, porque vendrán más "ajustes". Es la del palo y la zanahoria: paso a paso tira el burro alentado por la esperanza.

¿Y qué hace el poder político para remediar esto?... Casi trescientas casas son expropiadas cada día (irán a mucho más) empujando a estas familias a vivir de la solidaridad de otros o en la calle (en el arroyo, valdría decir), el subempleo crece, las medidas eugenésicas del gobierno (recortes en sanidad y para inmigrantes, entre otras) nos amenazan ya con pandemias como las de la Edad Media, tal y como veremos en este próximo otoño ya en ciernes, y continúan endeudando al país, de modo que si desea mantenerse la independencia como nación soberana (para mí que lo de Cataluña y su independencia es una mera maniobra para que España desaparezca y sea absorbida por Europa como redil de siervos contribuyentes) necesitará no menos de entre 70 y 100 años para devolver lo que se debe a día de hoy, cosa imposible porque estos golfantes seguirán endeudando al país.

No tengo memoria de las verdades políticas y sí de todas sus mentiras. Cuando hubo vacas gordas trajeron el subempleo y la miseria, y, ahora que son las vacas flacas, siguen viviendo igual de bien –SICAVs incluidas- pero ya los ciudadanos ya sólo sobreviven. Y esto va a más. A los ricos no les salen sus declaraciones de la renta a pagar, sino a devolver. Lo dicho: aquí no pasa nada sólo porque no pasa nada. Y, claro, sin que pase algo no se puede cambiar nada.

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