Con estampa “buerovallejizada”
en un simpar retrato carcelario
adquiriste una gran posteridad
quedando tan presente y honorario
cual rayo que se abstiene de cesar.
Te allegaste a Madrid desde Orihuela,
como sobreviene un dolor de muela
(con sigilo y muy presto a impactar),
no en vano el dolor jalonó tu vida
en una España siempre a la deriva.
De vanguardia y clásico a la par,
versificaste contra la injusticia
muy harto ya de tanta diatriba.
Le cantaste a las manos y al sudor,
al amor, las trincheras y el dolor.
“Viento del pueblo” es “punk” antes del “punk”.
La sinrazón, la envidia y lo gregario
otorgaron funesto corolario
a tan irrepetible poemario,
ese engrosado por magnificencias
producto de tamañas penitencias
cual las en carne propia padecidas
y en un gran porcentaje registradas
durante una muy azarosa vida
de duros sinsabores y andanadas.
Por entre penas e insatisfacciones,
por entre camarillas y facciones
entreverar lograste tus poemas,
transfigurados con el tiempo en lemas,
perenemente al alza como acciones
de la más exitosa empresa lírica
(tan henchida de amor, dolor y penas,
y harto esplendente, original y rítmica).
En tus versos el amor y la queja
traspásanme cual rayo que no ceja.