Séneca, la sabiduría del imperio

Es difícil conocer el número de los obras publicadas en el mundo sobre Lucio Anneo Séneca, (Córdoba, 1 a. d. C.- Roma, 65 d. C.) porque desde su muerte sigue siendo un referente moral de este pensador que nos habla en sus libros de la razón, de las pasiones, del consumismo, del dinero, de las desigualdades sociales, de la dignidad y la libertad en un mundo dominado por el deseo material de las riquezas mientras aboga por la necesidad de humanizar la política.

Alberto Monterroso, autor de esta obra, señala que Séneca pertenece al estoicismo. Según esta corriente de pensamiento, la felicidad y el cumplimiento del sentido de la vida se alcanzan a través de la virtud, entendida como el uso de la razón. La afirmación puede parecer, a primera vista, rígida, abstracta y aparentemente dogmática, pero no es así. Su postura es ecléctica y original. Séneca escucha y acepta otros enfoques, pero siempre los hace pasar por el filtro de su razón y de su espíritu crítico.

Como todo hombre importante de la humanidad Séneca tiene sus admiradores y también sus detractores.Monterroso habla sobre su grandeza y también sobre sus defectos. “Se le tacha de filósofo poco ortodoxo, de estoico sui generis, sin saber que la filosofía no es en esta época un estudio ni erudición sino una forma de vida, una manera de conducirse que está íntimamente ligada al mundo de los valores”.

Séneca, un filósofo cordobés

Córdoba, la ciudad en la que nace Séneca, es una urbe que destaca tanto por su riqueza como por su cultura. Su madre, Helvia Albina, era una mujer rica nacida en Urgavo, actual ciudad de Arjona (Jaén). Su padre, Marco (Lucio) Anneo, más conocido como Séneca el Viejo fue un orador romano, escritor y hombre de negocios, nacido en una familia influyente del orden ecuestre con grandes amigos intelectuales; y para dotar a su hijo de la mejor formación intelectual se lo lleva a Roma, a los siete años. Tras estudiar retórica y filosofía, Séneca quedó profundamente influido por las enseñanzas de los estoicos, cuya doctrina desarrollaría en lo sucesivo.

Comenzó escribiendo consolaciones, un género destinado a calmar el sufrimiento por la muerte de seres cercanos. Pronto se convirtió en un poeta y escritor de nueve tragedias que inspiraron a Shakespeare; de cartas, de libros de viajes, de etnografía y temas sociales. La mayoría de sus escritos tratan de asuntos morales: Sobre la providencia, Sobre la firmeza del sabio, Sobre la ira, Sobre la felicidad, Sobre la serenidad, Sobre la brevedad de la vida, Sobre la clemencia, de carácter político y su obra cumbre, 124 cartas tituladas Epístolas morales a Lucilio.

Pero hay una labor no menos importante que desarrolló Séneca: su dedicación como político, como hombre interesado en llevar la cultura al poder, en colocar la filosofía estoica en el trono de Roma, en buscar un buen gobierno para la sociedad. Pretendió una política respetuosa con el Senado y las libertades pero esos presupuestos eran incompatibles con la tiranía y la crueldad absoluta de tres emperadores romanos: Caligula, Claudio y Nerón quienes le condenaron a muerte.

En el año 49 d. C. Séneca se convirtió en pretor y fue nombrado tutor de Nerón, hijo adoptivo de Claudio. A la muerte de Claudio, en el 54, Nerón se convirtió en emperador. La honestidad y la moderación que caracterizaron los cinco primeros años de su mandato fueron en gran medida resultado de la sana influencia de Séneca. Hacia el año 62, Séneca perdió todo control sobre el emperador. La gran fortuna que Séneca había logrado acumular para entonces despertó los celos de Nerón, que intentó infructuosamente envenenarlo. Retirado de la vida pública, Séneca se dedicó plenamente a escribir y a estudiar filosofía. En el año 65 se vio involucrado en una conspiración para asesinar a Nerón y el emperador le sentenció a la pena capital. Séneca se suicidó. La práctica de la eutanasia siempre tuvo buena fama en el mundo romano y más aún en el mundo del estoicismo donde el suicidio siempre fue bien visto, si era la forma de salvar la dignidad.

Decía Séneca que, en los libros, hablan las almas de los seres humanos; y esa voz, está presente en cada una de las páginas de esta rigurosa obra de Alberto Monterroso que atrapa al lector desde el principio por su rico contenido donde no faltan textos de importantes autores latinos que argumentan interpretaciones sobre la vida y el pensamiento del filósofo cordobés. Un conjunto de mapas e ilustraciones de personajes adornan este libro con amenas descripciones, entre ellas:

- Hay en Roma una pequeña colina, a orillas del Tíber, llamada Monte Testaccio, es decir, monte de las vasijas rotas. El monte Testaccio no es una montaña natural sino está formada por fragmentos de más de 50 millones de ánforas procedentes de la Bética. El aceite de oliva era el combustible que empleaban, una función que actualmente desempeña la luz eléctrica y que, como hoy, generaba pingües beneficios; viajaba en envases de arcilla, de 60 litros de capacidad, desde el Guadalquivir hasta el Tíber a través del Mediterráneo. Las ánforas no podían ser reutilizadas y se arrojaban en lo que en principio fue un vertedero. Se estima que la Bética podía aportar a Roma entre 20 y 30 millones de litros de aceite de oliva al año. (Pag. 29-30).

- La fama de Julio César, afirma Monterroso, no sólo son sus libros que escribió, ni por el medio millón de km2 que conquistó en las Galias, ni tampoco por el tiranicidio que sufrió en el Senado, su importancia para la historia está por las honras fúnebres que le dieron con la categoría de dios. (Pag. 45).

- La primera biblioteca pública de Roma se debe a Asinio Polion, compañero de armas de Julio César y gran amigo de Marco Lucio Séneca, padre de Séneca. (Pag. 58).

- La primera quema de libros de la historia, fue ordenada por el emperador Augusto, en el año 12 d. C. Tito Labieno, gran amigo del padre de Séneca, gran orador, historiador y escritor vio como ardían sus libros donde denunciaba los crímenes y extorsiones que protagonizaban los hombres más poderosos y ricos de Roma. Tanto Augusto como su sucesor Tiberio, no toleraron la libertad de expresión bajo la ley de lesa majestad, es decir injurias al emperador. En tiempos de Tiberio esta ley se convirtió en una excusa para masacrar al Senado disconforme y acabar con toda oposición política. (Pag. 137).

- El pensamiento de Séneca, sin ser cristiano, será admitido por el cristianismo y viajará a través del Renacimiento y la Ilustración hasta llegar a nuestros días. (Pag. 167).

- El estoicismo de Séneca es universalista: todos somos animales racionales, el único requisito es pertenecer a la especie humana, esclavos y mujeres alcanzan el mismo lugar que el resto. Bastará citar la Carta 47 donde Séneca aparece como el primer intelectual de la historia que defiende la dignidad y libertad moral del esclavo. Este a quien llamas esclavo ha nacido de la misma semilla que tú, goza del mismo cielo, respira de la misma forma, vive y muere como tú. Tú puedes verlo libre como él puede verte a ti esclavo… Acoge a tu esclavo con bondad, incluso con afabilidad. Admítelo a tu conversación, a tu consejo, a tu intimidad. Vive con el inferior del modo como quieres que el superior viva contigo. (Pag. 169.)

- El estoicismo en general y, más aún en la visión filosófica personal de Séneca, influyeron grandemente en la configuración intelectual del cristianismo, en su idea de legislador divino, en su formación jurídica y teológica. Pablo de Tarso es un judío culto y también un ciudadano romano que conoce perfectamente la filosofía de la época, un personaje helenizado y estoico. Además debió de estar familiarizado con el pensamiento de Filón de Alejandría, aquel intelectual que aunaba estoicismo y judaísmo. La doctrina de Séneca debió influir enormemente en su configuración intelectual. En su carta a los romanos, Pablo se muestra como un estoico de pensamiento. (Pag.180).

Sobre el autor

Alberto Monterroso Peña (1965) es doctor en Filología Latina. Actualmente ejerce como profesor de latín y griego en el IES “Blas Infante” de Córdoba. Investigador, articulista, colaborador en programas de televisión, participante en numerosos congresos nacionales e internacionales y Comisario de las exposiciones: Rostros de la Córdoba romana (2012/2013) y de Marco Aurelio: un filósofo en el poder (2016). Es autor de las novelas históricas:

- La Subasta de Roma.

- El amo de Roma.

- El emperador impasible.

- Emperadores de Hispania.

- La Córdoba de Claudio Marcelo.

- Séneca, la sabiduría del imperio.

- Las 10 mujeres de Séneca.

- Séneca y el secreto de la felicidad.

Séneca, la sabiduría del imperio

Alberto Monterroso.

Ed. Almuzara. 492 páginas.

24,95. €.