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La certidumbre andaluza frente a la incógnita asturiana

Panorama desde el puente

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Parece que el gobierno de los “cien años de honradez” va a dejar su feudo andaluz en menos de cuatro días. Se dice pronto, pero han sido treinta y dos años de dominio socialista en los que los “brotes verdes” de la corrupción han tenido tiempo de crear tupidas forestas. Casi no hay semana en la que no se avente un escándalo supermillonario, protagonizado por alguno de esos “jerifaltes de antaño”. Está muy bien que el pueblo les dé puerta. Y que cada palo aguante su vela; aunque poca arboladura le quede ya al barco…
 
Decía don Miguel de Unamuno que “ser es llamarse” (eso que tan bien sabían los antiguos egipcios) De Griñán a “gruñón” hay sólo un paso; o dos vocales, y puede que algún antiguo escribano del Registro las trabucara. Gruña, gruña usted, Griñán, como Boaddil lloró por su taifa perdida.
 
Y si “ser es llamarse”… ¿qué decir de Cascos?
 
Asturias –su patria querida, se supone- que siempre fue más bien de izquierdas, se debate entre dos partidos conservadores y medio: el PP de siempre, el PSOE (a estas alturas es casi un “neocon”) y Foro, el partido del “señorito Pepys”, creado a mayor gloria de un Álvarez con andares y resabios napoleónicos.
 
Hay quien no se resigna a no estar en el candelero y aceptar una cosa tan clara como el hecho de que quien ha decidido pertenecer a una formación política determinada, pierde casi toda su independencia de acción.
 
Al no ser tocado con la varita mágica y perder la opción a convertirse en candidato del PP a la Presidencia del Principado de Asturias, Álvarez Cascos decidió “montarse el kiosko” por su cuenta: Foro Asturias. Y la jugada no le salió mal… pero tampoco bien.
 
La imposibilidad de que se aprobaran los presupuestos de la Comunidad para el presente ejercicio, le llevó a convocar elecciones a los nueve meses de haber obtenido su victoria pírrica. En esto, como en otras cosas, Cascos recuerda a un niño mal criado que se encarama a un árbol, desoyendo las advertencias de los mayores, y no sabe después cómo bajar. El problema es que aquí nadie va a sacarle las castañas del fuego.
 
Quedar en tablas otra vez sería un desastre para Asturias.
 
Una eventual alianza del PP con el PSOE, su rival natural, es posible; pero sus respectivos planteamientos políticos, tan divergentes, y la endeble personalidad política de quien lideraría el gobierno autónomo, Mercedes Fernández, hacen muy difícil que este pacto sea viable a la larga.
 
¿UPyD? ¿Izquierda Unida? Quizá… aunque no muy probable.
 
Habría que encontrar una solución plausible porque de lo contrario, dentro de cuatro años o menos, les tocará a los sufridos asturianos recoger los cascos rotos.

Panorama desde el puente

La certidumbre andaluza frente a la incógnita asturiana
Luis del Palacio
jueves, 22 de marzo de 2012, 08:02 h (CET)
Parece que el gobierno de los “cien años de honradez” va a dejar su feudo andaluz en menos de cuatro días. Se dice pronto, pero han sido treinta y dos años de dominio socialista en los que los “brotes verdes” de la corrupción han tenido tiempo de crear tupidas forestas. Casi no hay semana en la que no se avente un escándalo supermillonario, protagonizado por alguno de esos “jerifaltes de antaño”. Está muy bien que el pueblo les dé puerta. Y que cada palo aguante su vela; aunque poca arboladura le quede ya al barco…
 
Decía don Miguel de Unamuno que “ser es llamarse” (eso que tan bien sabían los antiguos egipcios) De Griñán a “gruñón” hay sólo un paso; o dos vocales, y puede que algún antiguo escribano del Registro las trabucara. Gruña, gruña usted, Griñán, como Boaddil lloró por su taifa perdida.
 
Y si “ser es llamarse”… ¿qué decir de Cascos?
 
Asturias –su patria querida, se supone- que siempre fue más bien de izquierdas, se debate entre dos partidos conservadores y medio: el PP de siempre, el PSOE (a estas alturas es casi un “neocon”) y Foro, el partido del “señorito Pepys”, creado a mayor gloria de un Álvarez con andares y resabios napoleónicos.
 
Hay quien no se resigna a no estar en el candelero y aceptar una cosa tan clara como el hecho de que quien ha decidido pertenecer a una formación política determinada, pierde casi toda su independencia de acción.
 
Al no ser tocado con la varita mágica y perder la opción a convertirse en candidato del PP a la Presidencia del Principado de Asturias, Álvarez Cascos decidió “montarse el kiosko” por su cuenta: Foro Asturias. Y la jugada no le salió mal… pero tampoco bien.
 
La imposibilidad de que se aprobaran los presupuestos de la Comunidad para el presente ejercicio, le llevó a convocar elecciones a los nueve meses de haber obtenido su victoria pírrica. En esto, como en otras cosas, Cascos recuerda a un niño mal criado que se encarama a un árbol, desoyendo las advertencias de los mayores, y no sabe después cómo bajar. El problema es que aquí nadie va a sacarle las castañas del fuego.
 
Quedar en tablas otra vez sería un desastre para Asturias.
 
Una eventual alianza del PP con el PSOE, su rival natural, es posible; pero sus respectivos planteamientos políticos, tan divergentes, y la endeble personalidad política de quien lideraría el gobierno autónomo, Mercedes Fernández, hacen muy difícil que este pacto sea viable a la larga.
 
¿UPyD? ¿Izquierda Unida? Quizá… aunque no muy probable.
 
Habría que encontrar una solución plausible porque de lo contrario, dentro de cuatro años o menos, les tocará a los sufridos asturianos recoger los cascos rotos.

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