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Sor Consuelo: ¡Divina-mente!
Marcos, de 11 años, aún convalecía en el hospital por el atentado, acompañado de su
madre. Sor Consuelo entró en la habitación y, tras rezar juntos una oración, le dijo:
─¿Qué quieres hoy, Peter Pan o Spiderman?
─¡Spiderman!
La monjita sacó del bolsillo de su hábito un pequeño cómic colorido de Spiderman y
se lo doy al niño, preguntándole:
─¿Sabes lo que tienes que hacer?
─Sí, mientras lo leo, puedo fantasear a mi gusto, quitando las cosas que no me gusten.
El niño comenzó a leer en voz alta. Decidió transformarse en Spiderman y volar por
esos edificios de Nueva York, para cazar a malos y terroristas.
Luego fundó un hospital a las afueras de Nueva York, donde se atendía a los niños de
todo el mundo víctimas de atentados, inundaciones y catástrofes.
La madre sonreía a sor Consuelo.
En este año 2024, se está doblando prácticamente, la cifra de migrantes que llegan a nuestras costas, algo que es imposible de impedir, ya que vienen de continentes, como África, huyendo de hambrunas, opresiones y diversos conflictos, donde se les hace inviable vivir y su único objetivo, es poder alcanzar un país donde poder tener una vida digna y en paz.
Afirmó Heidegger que “el hombre es un ser de lejanías”. Conocí dicha aseveración, ya hace muchos años, a través de Francisco Umbral, que la embutía con frecuencia en sus escritos; incluso hay una obra, entiendo que póstuma, del vallisoletano titulada así (“Un ser de lejanías”). La frase puede ser descifrada de maneras muy diversas pero, en todo caso, creo que se refiere a nuestra fascinación, como humanos, por lo lejano en el espacio o en el tiempo.
Con unas dimensiones variables, cada persona deja su impronta con un sinfín de peculiaridades, de matices recónditos en muchas de sus actuaciones; pero con los suficientes indicadores como para hablar del sello particular de su presencia. La consideración de como se perciba entre el entramado de observaciones es asunto distinto.
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