La presidenta argentina Cristina Fernández está logrando que gran parte del pueblo argentino le apoye en la causa por las Malvinas. Mientras la ciudad de Buenos Aires reclama respuestas al accidente de tren de semana pasada, la viuda de Kirchner ha encontrado un buen tema para desviar la atención. Consiguió que el resto de países de la Mercosur no aceptasen aviones de guerra británicos, ya no hay vuelos regulares a las Malvinas y ahora pretende cerrar el comercio con el Reino Unido.
La ministra de Industria de Argentina, Débora Giorgi, ha propuesto a las
empresas que importan productos de Reino Unido que los sustituyan por
productos de otros países, en el marco de la disputa que ambos países
mantienen por la soberanía de las islas Malvinas, Georgias del Sur y
Sándwich del Sur.
Según datos del Gobierno, entre enero y noviembre de 2011 las
importaciones de productos británicos aumentaron un 40 por ciento
respecto al mismo periodo del año anterior, pasando de 440 a 614
millones de dólares (299 y 455 millones de euros, respectivamente).
La medida podría no tener mucho impacto en la economía británica, pero es otra muestra más de que Argentina no piensa dejar pasar el tiempo sin complicar las cosas al Reino Unido.
El lunes, dos cruceros con bandera de Bermudas,
con miles de turistas, muchos británicos, tuvieron que desviar su ruta y
no pudieron llegar al puerto de Ushuaia debido a una nueva legislación que impide a cualquier barco con bandera británica atracar en sus puertos.
"Nosotros inscribimos la relación con Argentina en un espíritu de
amistad, y es triste para nosotros que ellos no siempre hagan lo mismo",
decía ayer el secretario de Estado de Exteriores británico, Jeremy Browne. Sin embargo, los argentinos recuerdan que los amigos no roban islas y por los movimientos del país patagónico, Cristina Fernández se ha cansado de ver como una isla con apenas 3.000 personas continúa sin mostrar la bandera argentina.