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Cartas frente a videojuegos

El catedrático afirma que nuestros hábitos diarios condicionan entre un 30 y un 40 por ciento la calidad de vida que podemos tener en nuestra vejez
Redacción
martes, 21 de febrero de 2012, 08:00 h (CET)
Jugar al dominó o a las cartas con el aliciente de ganar, charlar con los amigos, bailar o realizar ejercicio suave, en función de las capacidades físicas de cada persona, son actividades más beneficiosas para mantener una mente lúcida que jugar con una máquina a entrenar nuestro cerebro.

Así lo afirma el catedrático de Psicología Médica y Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona Adolf Tobeña, que en su libro “Mentes lúcidas y longevas” nos desvela las claves para mantener ágil y en buenas condiciones nuestro cerebro.

“Poner cirios a la lotería biológica, no hacerle daño al cerebro practicando hábitos tóxicos y pasarlo bien en todo lo que uno haga” son, a juicio de Tobeña, cuestiones fundamentales para mantener nuestra salud cerebral.

En este sentido, el catedrático afirma que nuestros hábitos diarios condicionan entre un 30 y un 40 por ciento la calidad de vida que podemos tener en nuestra vejez, porque hoy ya sabemos que “entre el 60 y el 70 por ciento restante depende de nuestras instrucciones de recombinación genética de partida”.

Así, prácticas habituales como los juegos de mesa, el ejercicio físico moderado y la conversación “no previenen ni corrigen enfermedades como el Alzheimer, pero sí son muy útiles para las personas afortunadas que tienen un decaimiento intelectual muy lento, que les permite tener hasta el final de sus días una mente lúcida”.

NO DAÑAR CON HÁBITOS TÓXICOS

No hacer daño, en el sentido de no lesionar nuestro cerebro introduciendo elementos añadidos de degradación, es lo primero que debemos tener en cuenta para que nuestra mente siga estando alerta y despierta, según este experto. Y para eso es fundamental dormir bien, ya que “no hay nada peor para nuestro cerebro que no dormir con reiteración y, robar horas de sueño, porque le estamos robando posibilidades de lucidez en las épocas avanzadas de la vida”.

En este punto, el catedrático universitario afirma que “el estrés que acaba desmontando el sueño y los patrones alimentarios o nos lleva a hábitos perjudiciales no es bueno, pero el estrés de los trabajos que nos interesan y emocionan es muy beneficioso”.

Otra manera de no dañar a nuestra mente es, según Tobeña, no introducir sustancias tóxicas de forma reiterada en nuestro cuerpo, como el alcohol, el tabaco, la marihuana o las drogas de diseño, que perjudican severamente la fluidez y sutileza del trabajo cerebral.

Algo similar sucede cuando comemos demasiado, porque “sabemos que la gente que come habitualmente un poco menos de lo que le pide su apetito, tan solo un cinco por ciento menos, le exige menos esfuerzo a su parte física y a su sistema circulatorio, y así su cerebro también funciona mejor”, según Adolf Tobeña.

En el capítulo referido a la longevidad, el catedrático cuenta que no tenemos que viajar hasta lugares remotos para encontrar a las personas que han vivido más años, ya que hay datos fiables y verificables sobre longevidades muy acentuadas que nos dicen que los records mundiales están muy cerca de nosotros. Así, la mujer más longeva de la historia de la humanidad era, según Tobeña, una marsellesa llamada Juana que llegó a los 122,7 años. Por su parte, el récord mundial de longevidad masculina lo ostenta un menorquín llamado Juan, que llegó a los 114,5 años.

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