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No es ninguna novedad que vivimos en un tiempo donde el pulso de la coexistencia social parece haberse acelerado en una deriva incomprensible, enfrentándonos con la paradoja de una humanidad cada vez más próxima, sin que ello se traduzca necesariamente en la cercanía o comprensión mutua.
El filólogo humanista Noam Chomsky decía que “si no se está de acuerdo con una cuestión, el hecho de formular y escuchar críticas, forma parte de la convivencia, y así se espera que sea”. De este modo, Chomsky argumenta el derecho y obligación a ejercer la crítica como proceso para la construcción de la convivencia.
En una época marcada por la urgencia de “hacer”, cambiar, convencer y transformar el mundo externo, el poema de Jorge Oyhanart se erige como una invitación radical a otro modo de estar en el mundo: un estar silencioso, respetuoso, profundamente luminoso.
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