Pippa Middelton y su momento de gloria

Empieza un año en el que la realeza está en boca de todos y en el que parecen reavivarse ciertas llamaradas republicanas. El pasado terminó con un reportaje en El País, escrito por Elvira Lindo, en el que su lectura resaltaba cómo los cargos imputados a Iñaki Urdangarín habían desviado la atención de los asfixiantes medios de comunicación hacia Letizia Ortiz y sus huesos, zapatos o desaliñada cabellera. Su texto ensalzaba una figura nada proclamada por los medios como “trepa” o “fashion victim”, sino cómo una mujer que se esforzaba por proyectar una imagen seria y responsable veía sus esfuerzos malgastados al ser destacada por sus atributos físicos o estilísticos.

La joven pareja en su primera aparición oficial

Sus letras se expandieron por mi mente. La prensa, la amarilla, la rosa y la multicolor, habla de las féminas relacionadas con las casas reales y la política haciendo hipérbole de los defectos o idealizándolas cómo perfectas mujeres, madres o elegantes señoras. Pero en realidad lo que me pregunto es el porqué del gran poder para crear titulares que poseen. ¿Son los medios de comunicación los que los crean, aunque sea de la nada? ¿Es el público el que demanda saber acerca de sus intimidades?

Cotillear e inmiscuirse en las vidas ajenas es una actividad en alza, no hay más que ver el éxito de Facebook. Para el pueblo llano, conocer los defectos y las intimidades de los protagonistas del papel cuché los hacen sentir cercanos. Asimismo, consumiendo los mismos productos, se sentirán un poco famosos, un tanto estrellas. Kate Middleton, reciente Duquesa de Cambridge, ha vuelto a llevar a la casa real inglesa titulares y protagonismo. Atrás quedaron ya los tiempos en los que Camilla Parker y Carlos de Inglaterra se escondían para sus affaires.

La reciente mujer del Príncipe Guillermo acapara miradas, apasiona con sus looks y es analizada hasta el mínimo detalle. Todo el mundo opina de ella. Su entrada en palacio ha sido sonada, comparada hasta la saciedad con Diana de Gales. Su afición por la moda y el uso de prendas de tiendas low-cost (dicen que le encanta Zara) la han acercado al pueblo. Tan exagerado, que algunos la señalan cómo impulsora de la economía.  Al igual que sucedió con Letizia y su traje de chaqueta blanco, sus prendas se copian, reproducen y venden cómo churros, haciendo sentir al pueblo un poco más duquesa.

Los príncipes luciendo perfectos en Suecia

La joven, que acaba de cumplir 30 años, tiene una hermana menor que desde que le sujetara la cola el día de su boda, se ha convertido en otro icono de moda. Las revistas hacen un repaso de sus abrigos y estilismos diarios. Las hermanas de Letizia, de gran belleza, también fueron perseguidas con algún resultado realmente desgarrador. El dolor en la expresión de la princesa Letizia el día en que faltó su hermana me hace acordarme de las mías y sólo imaginar lo que sintió, resulta angustioso.

¿Es la monarquía un opio para el pueblo?. La gente los critica, los observa, desde la peluquería o la barra de un bar y así pueden alejarse un poco más de sus problemas. Lo que me pregunto es sí ésto es parte de problema. Si realmente son un ente tan importante institucionalmente y están a servicio del estado (por ende, a nosotros) podrían cobrar un sueldo más acorde a esta época, en la que todos debemos apretarnos el cinturón. Los tiempos están cambiando, es más, los tiempos requieren cambios. La sociedad no necesita más opiáceos para quedarse en su sofá contemplando vidas ajenas.