Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Artículo opinión

Al Presidente Bono

Hace ya unos cuantos años ocupé un escaño en el hemiciclo de ese histórico edificio
Jorge Hernández Mollar
jueves, 8 de diciembre de 2011, 09:10 h (CET)

Le confieso que siento una cierta emoción cuando ya como espectador, me entretengo o divierto con alguno de los debates parlamentarios más relevantes o con  los rifirrafes entre gobierno y oposición durante las sesiones de control…

Siempre he sentido un gran respeto por la presidencia de las Cámaras, recuerdo con especial afecto la del fallecido Félix Pons (q.e.p.d), que presidió con su habitual señorío el Congreso de los Diputados o la del ínclito Federico de Carvajal que lo hizo en el Senado. Creo que en un sistema democrático, nada hay más relevante que tener el privilegio y el honor de dirigir las Cámaras que representan la voluntad popular.

Desde ese reconocimiento, Sr. Presidente, deseo manifestarle, dicho sea en términos de cortesía parlamentaria, mi más profunda discrepancia con algunas de las consideraciones que ha hecho en su floreado y exquisitamente construido discurso de despedida del 6 de diciembre. Palabras, algunas de ellas, que o no se corresponden con la realidad o llegan ya demasiado tarde.

Desde su presidencia y especialmente desde el partido al que pertenece estimo que no ha contribuido precisamente a crear un marco de convivencia duradero para que millones de españoles, diferentes, viviésemos en paz y con igualdad de derechos. La Ley de la Memoria Histórica, que respaldó, reabrió heridas ya cerradas y resucitó el drama de las dos Españas enfrentadas, llegando incluso a trasladar al nuevo gobierno, la responsabilidad de remover innecesariamente los cadáveres de nuestra trágica contienda de la guerra civil.

Como su pretensión al parecer, Sr. Presidente, es ser embajador ante la Santa Sede, ya habrá tiempo de recordarle al Vaticano, su extraña e incongruente actitud de católico “confeso” ante cuestiones morales de especial trascendencia para la Iglesia como son el aborto, el matrimonio de los homosexuales, la eutanasia o el agresivo laicismo del Estado predicado por su admirado Presidente Zapatero y que ha contribuido también a enturbiar, durante sus años de presidencia, la convivencia entre españoles.

Hace una loa ampulosa y exageradamente increíble de los años de gobierno del presidente Rodríguez Zapatero: Cuando la mar se calme, la tempestad amaine y con la perspectiva, señor presidente, que da el tiempo y se puedan distinguir las voces de los ecos, contemplaremos en toda su dimensión tu obra de gobernante…

¿A qué obra se refiere Sr. Presidente? ¿A los cinco millones de parados? ¿Al dramático endeudamiento del Estado? ¿A la errática política exterior de España? ¿A la ausencia total de consenso durante sus dos legislaturas en materia de terrorismo -afortunadamente rectificada en su último período aunque con graves concesiones- o en la crisis económica, negándola una y otra vez para después someterse con espíritu casi castrense a la disciplina financiera y presupuestaria exigida por Bruselas, EEUU o la misma China?

Sr. Presidente, como bien dice en su discurso bebamos entonces de las fuentes del olvido y arrimemos todos el hombro, incluido el suyo, olvidándonos de esta pesadilla de gobierno que durante estos años nos ha hecho rememorar los peores momentos de nuestra historia.

La mayoría de los españoles, de un signo u otro hemos depositado nuestra confianza en la persona que debe encarnar otro estilo de gobierno, un gobierno que actúe con la verdad, la firmeza y el rigor que España exige y necesita y que su señoría desgraciadamente, con su voto en el Congreso, nos ha negado en múltiples ocasiones a lo largo de su presidencia.

Noticias relacionadas

La autoestima es necesaria, claro está, pero, aparte de lo anterior, cuando el ego está puntillosamente exacerbado surgen los conflictos, esos conflictos que nacen del inconsciente personal o colectivo, donde el ego hierve profundamente. Por todo ello, es importante comprender que, en la medida en que los seres humanos seamos algo más tolerantes y dialogantes, y nuestro talante cambie, la convivencia en la sociedad puede y debe mejorar.

El matrimonio, pilar natural de la familia y garantía de estabilidad social, en estos últimos tiempos se ve sustituido por relaciones inestables, rupturas y un creciente individualismo. Estos hechos están produciendo la caída de la natalidad, sin duda ligada a la falta de matrimonios estables, cosa que se está convirtiendo en un drama silencioso que amenaza el futuro de España y de gran parte del mundo occidental.


Una vez más, nos sorprenden alguna persona, tanto en los telediarios de cualquier signo, inclusive en los periódicos, donde personajes, también de cualquier signo, resoplando exabruptos que me dejan paralizado sin saber lo que hacer. O, echarlo a los tiburones y que se pelee con ellos o que, de cualquier manera, tirarlo a la cuneta del tren, eso sí, cuando esté parado en medio del campo.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto