En
su más difícil combate, “El Mono” Rodríguez (34-3-1, 19KO) no pudo
coronarse con la victoria ni el cinturón. Es que en frente tuvo a un
exquisito boxeador, de tan solo 22 años, pero de una calidad que prevee
que será el sucesor de Floyd Mayweather Jr.
El norteamericano Adrien
Broner (22-0-0, 18KO) fue efectivamente un “Problema” para Rodríguez.
Con la misma pimienta de sus puños con los que derribó a su coterráneo
Jason litzau en su última presentación, sucumbió al piso a un Rodríguez,
que fue a llevarse el título. Pero nada fue suficiente ante un animal
en el ring, un boxeador con un cuerpo increíblemente fortificado para su
edad y una pegada tan fuerte como una locomotora que arrasa todo a su
paso.
Cuando
el “Let’s get ready to rumble” del histórico anunciador norteamericano,
Michael Buffer, estalló en el estadio, el corazón de todos se
estremeció al escuchar el grito de guerra sobre el ring. Tras el anuncio
del oriundo de misiones, Argentina, Vicente Rodríguez y luego el del
boxeador que cruzaría guantes en el patio de su casa, Adrien Broener, se
libró la lucha.
Entrando
y saliendo, con un repiqueteo de izquierda constante, salió el crédito
local. Pero Rodríguez se movía, hacia arriba y abajo como un sube y
baja, mientras trataba de colocar su izquierda en cualquier fórmula
posible. Porque conocía el poder de puños del norteamericano, y no fue
precisamente, a ser cazado por el cazador. Sin embargo, el voleado de
izquierda que cortaba el aire, se hizo sentir pronto en el mentón del
argentino, mientras éste trató de no ser blanco fijo y cubrirse de la
mejor manera posible, como si se tratara de una lluvia incesante de la
cual no se puede escapar sin mojarse. La velocidad de Broner dejó sin
muchas opciones al visitante. Sus manos rectas se bloquearon en la
defensa de un Rodríguez que intentó el contraataque sin mucho éxito. Con
la rapidez de un camaleón que estira su lengua para atrapar algún
insecto, la izquierda de Broner salía para hacer mella sobre su rival.
Quedando solamente diez segundos, el misionero avanzó con su izquierda y
metió el gancho de derecha. Pero Broner estaba tranquilo. Tan así que
mantuvo a la raya a su oponente con su veloz y potente swing de
izquierda, combinándolo con la derecha recta.
La
historia dio un giro en el segundo round, porque a pesar de la zurda
con la que Broner medía la distancia, Rodríguez lo fue a buscar. Lo
persiguió por el ring hasta que lo encontró, con una derecha contra las
cuerdas que el norteamericano no se imaginó. El combate prosiguió, pero
“El Mono” ya no se dejó intimidar por la potencia. Le puso el pecho a la
bala y llegó nuevamente con la misma receta. Con Broner contra las
cuerdas, Rodríguez pudo meter un gancho de izquierda, sin embargo, el
astuto boxeador estadounidense recurrió a agacharlo con sus brazos, a
mantener bajo el centro de gravedad de su oponente para que no pueda
atacar. El árbitro Frank Garza le llamó la atención por tal acto.
Rodríguez presentía que éste podía ser su round. Y plasmó ese presagio,
con otra derecha más, una voleada, cuando nuevamente llevó al favorito
contra las sogas.
Broner salió de la zona de fuego con el paso al
costado y luego girando para quedar en frente de su rival. Pero el
empuje del argentino presionaba de tal manera, que su adversario no
podía hacer su pelea. Rodríguez se aguantó los envíos poniéndose duro
como roca y tiró sus manos, que no llegaban a destino en su totalidad,
pero atacaban más que la defensa de Broner que emulaba a la de
Mayweather, nada más que sin levantar tanto el hombro izquierdo para
protegerse el rostro en ese costado. Empuje, garra y corazón metió
Rodríguez, persiguiendo su sueño de alcanzar la gloria máxima para un
boxeador. Si bien en el último minuto Borner no dejó de lanzar sus
puños, Rodríguez los aguantó y persiguió su presa. No se la quiso dejar
fácil y su derecha parecía ser la clave.
En
la esquina del argentino se escucharon felicitaciones y pequeñas
indicaciones, mientras en el rincón opuesto, se le daba a un boxeador de
puños extremadamente picantes, la orden de dejar el resultado a merced
de una mano que diera por terminado el combate. Y así fue, las manos de
Broner parecieron cargarse, con mejor calibre y nuevo cartucho. Por otro
lado, sus piernas se mostraron más ágiles y rápidas, para esquivar los
envíos del visitante. Los sentidos de Broner parecieron despertarse,
imponiendo su ritmo, su distancia, su pelea. Izquierda en jab, en cross,
doble jab de izquierda y uppercut de derecha eran las armas del dueño
de casa. Pero Rodríguez siguió con el mismo ánimo, con el mismo afán de
coronarse y fue así que nuevamente, lanzando a su opositor contra un
rincón neutral con una izquierda en cross, se impuso.
Descargó tantos
golpes como su aire lo permitió. Ganchos y cruzados buscaron la victoria
por la vía rápida, una victoria que lo sacara de tan difícil pelea y
que diera el batacazo en la casa del favorito. Pero eso no sucedió.
Broner empezó a amarrar a su rival y el réferi dio la orden de break.
Ambos boxeadores siguieron con su plan, hasta que una derecha que se
elevó hacía el cielo, de arriba hacia abajo, se plantó sobre el mentón
del argentino. Lo hizo retroceder y lo dejó sentido. Fue ahí donde
Broner vio la luz para terminar la pelea. Lanzó sus puños como látigos,
como martillos, en forma de voleados sumamente potentes, para sacarle la
cabeza a su rival. Rodríguez, se cubría y no se sentía bien, pero
quería guapear. Sabía el riesgo que corría, pero no se rendiría. Lo
busco con una derecha en cross, justo antes de que una izquierda cruzada
que avanzó como una locomotora a todo vapor, acertara sobre su cabeza.
El resultado fue devastador para Rodríguez. Lo sentó en el piso. Mareado
y sin posibilidad de reacción, vio como todo se nublaba y retumbaba en
su cabeza. La victoria no era más que un espejismo en ese momento para
el argentino.
Frank
Garza llegó al diez y Broner festejó, subiéndose a una esquina, con los
brazos en alto y doblándolos por el codo para hacer fuerza con sus
bíceps. Y luego, se tiró en el mismo rincón sobre la lona para llorar de
la emoción, con sus rodillas apoyadas, su espalda hacia delante y
cubriéndose los ojos con sus guantes, mientras en la otra punta,
Rodríguez se recuperaba y recién parecía asimilar la derrota por la vía
categórica.
Finalmente,
Garza levantó el brazo de Broner en alto, mientras Michael Buffer
anunció al nuevo Campeón Mundial Superpluma de la Organización Mundial
de Boxeo. El joven boxeador estaba al borde de las lágrimas mientras le
colocaban el cinturón.
Broner
cosechó su victoria categórica número 18 entre sus 22 combates ganados.
El invicto y nuevo campeón mundial superpluma le sonríe al futuro,
mientras muchos hablan de que será el próximo Floyd Mayweather Jr. Por
su parte, Vicente Martín Rodríguez añade su tercera derrota (la primera
por nocaut) a su récord adornado además por 34 victorias y un empate.
Una derrota de sabor amargo pero una gran experiencia para uno y una
victoria que será el primer escalón de un gran futuro para otro. Adrien
Broner seguirá dando alegrías al público norteamericano y promete estar
entre los mejores libra por libra del mañana.
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