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Cambia el Gobierno

Recuperar la economía y los valores perdidos
Francisco Rodríguez
martes, 29 de noviembre de 2011, 08:15 h (CET)

El reproche social por casi ocho años de mal gobierno, derroche y corrupción, se ha materializado en desalojarlos del gobierno de España; con ello seguramente quedarán canceladas todas sus responsabilidades. Seguirán gozando de situación y pensiones privilegiadas. Es posible que alguno acabe empapelado por la justicia, pero a la mayoría no le pasará nada.

Desde los grandes derroches del V centenario, Expos y Olimpiadas, los políticos aprendieron que cuanto más grande fuera la inversión más grande sería “su beneficio personal”. Recordemos el “pellón” (mil millones de pesetas) en las confusas cuentas, nunca aclaradas, de la Expo sevillana o el “tres por ciento” que mencionó Maragall en el parlamento catalán.

He oído más de una vez decir: “Dios nos ponga donde haya” Creo que, en el fondo, un importante porcentaje de españoles envidia al que aprovecha las circunstancias para enriquecerse. Hay como una especie de aceptación social de la corrupción. Ladrón es el que me roba el coche o la cartera y que denunciamos en comisaría. El que consigue un chollo, un pelotazo, una comisión dentro de un maletín, una subvención para una empresa inexistente, etc. no es un ladrón, ¡por favor! En un tío listo que sabe aprovechar las oportunidades y cuya amistad es bueno cultivar.

Pero si estos delitos de corrupción pueden seguir aireándose en los medios de comunicación y convertirse en lentos procesos judiciales de incierto final, hay otros crímenes que nunca serán perseguidos ni juzgados, las víctimas no llegaron a quejarse porque no se las dejó vivir, los asesinos consiguieron la protección de las leyes y hasta convencieron a las embarazadas de que tenían derecho a decidir sobre la vida y la muerte de sus hijos.

El régimen nazi elaboró y promulgó leyes para erradicar a los judíos: perseguirlos, matarlos, torturarlos, gasearlos, no era delito sino una acción imprescindible para asegurar el bienestar de la raza aria.

Las leyes abortistas promulgadas en España y presentadas como progresistas y necesarias para asegurar la felicidad y la libertad de la gente. Si el niño que empieza a vivir en el vientre de una mujer no es deseado, va a causarle problemas, a condicionar su actividad, sus estudios, su libertad, pues se le elimina. Pueden hasta decirse: un niño no deseado sería un desgraciado, ¡mejor que muera!, y han muerto en España más de un millón.

El cambio de gobierno trae la esperanza de que pueda enderezarse la economía, aunque nadie piense que van a volver los años en los que creíamos ser ricos porque nuestras viviendas se revalorizaban sin esfuerzo, nos daban créditos por más dinero del que necesitábamos, consumíamos, disfrutábamos, gastábamos…

Quisiera creer que el nuevo gobierno está interesado en recuperar los valores perdidos y va a derogar las leyes disolventes, en mala hora dictadas. Pero no basta la acción del gobierno, es necesario el esfuerzo de todos los ciudadanos conscientes y comprometidos.

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