Las barreras de sacos de arena, colocadas estratégicamente en Bangkok para proteger las zonas financiera y turística, no han funcionado como se esperaba y van cayendo una a una. Por ahora, no obstante, el centro neurálgico de la capital permanece seco. Y ya ha terminado la estación de lluvias.
El problema tocará a su fin más temprano que tarde, pero aún hay agua para repartir. Basta mirar un mapa para darse cuenta de que Bangkok (y sus diez millones de habitantes) se encuentra en la desembocadura natural de ese gran valle tropical que es Tailandia.
La primera ministra Yingluck Shinawatra ha reconocido que “es difícil decir hasta dónde llegará el agua en el centro de la ciudad”. Muchos miran en dirección al aeropuerto internacional, el orgullo del país y la puerta de entrada de millones de visitantes. Si el aeropuerto cierra, aunque es improbable que lo haga, Tailandia volverá a merecer titulares en la prensa mundial. Por ahora, la aerolínea nacional THAI Airways ha cancelado algunos vuelos desde Europa, aunque la normalidad es evidente en el mismo aeropuerto.
Las inundaciones han causado la muerte de más de 500 personas desde julio y han obligado a millones de personas a cambiar de residencia temporal o permanentemente. En la capital se calcula que los afectados superan ya el medio millón, repartidos en doce distritos de la inmensa metropolis. La economía del país se ha resentido debido a la pérdida de cosechas y de horas de trabajo, pero lo más notable ha sido la inundación de los distritos industriales del norte de Bangkok, donde hay varias plantas japonesas que se vieron obligadas a paralizar sus operaciones hace ya semanas.
Hay señales de recuperación, sin embargo, ya que el agua continúa avanzando en dirección sur, y los niveles han descendido en el norte y oeste de la capital. El agua que ahora ocupa Bankgok es la misma que antes inundaba otras regiones del país, algunas de ellas cruciales para el funcionamiento normal de las industrias del sur.
Akio Toyoda, presidente de Toyota Motor Corp, anunció el pasado 10 de noviembre que su fábrica en Bangkok, cerrada por la parálisis de los proveedores locales más que por la acción directa de las aguas sobre las instalaciones, volverá a funcionar a partir del 21 de noviembre.
Mientras que Bangkok se deprime con cancelaciones de última hora, el resto del país vive inmerso en el Loi Krathong/Yi Peng, una de las fechas más importantes del calendario tailandés. El Yi Peng celebra el comienzo del “invierno” con miles de linternas de papel que inundan el cielo nocturno de las urbes. El Loi Krathong hace lo propio con otros tantos barcos de papel iluminados que descienden por los ríos, cada uno acompañado de la plegaria de de su dueño. Paradójicamente, como casi todo lo demás en Tailandia, el Loi Krathong es un homenaje al agua, que nunca falta en este país. Muy al contrario, abunda.