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El referendum griego: salida desesperada del país heleno

Ahora el problema está de nuevo sobre la mesa de la UE
Domingo Delgado
miércoles, 2 de noviembre de 2011, 07:50 h (CET)
El anuncio de la próxima convocatoria de un referéndum en Grecia para que el pueblo se exprese sobre la asunción de la crítica situación económica que tiene, parece política y racionalmente impecable, y desde luego, consecuencia de la desesperada situación del país heleno.

Otra cuestión es si constitucionalmente es legítima –por cuanto su Constitución tiene prohibida este tipo de consultas populares en materia económico-presupuestaria-; pero esta consulta realmente, más que una decisión de tipo económico –que lo es-, representa una toma de posición colectiva del país ante una situación de emergencia nacional, que deberá de ser determinante en el rumbo político que tome el país.

También, no habrá quien falte en la acusación al presidente griego Papandreu de cierto grado de deslealtad con la UE, al convocar este plebiscito después de la última cumbre europea que trató de dar salida a la complicada situación griega. Pero no nos parece justa esa descalificación del mandatario griego, pues él se debe ante todo a su pueblo, que es el que lo ha elegido, y quiere que su pueblo –siendo consciente de la crítica situación- tome la decisión que le parezca más oportuna. Aparte, que las propuestas de la UE –en particular de Alemania- aún aparentando generosidad en la negociación de la deuda, con el considerable porcentaje de quita de la deuda, aún están lejos de ser del todo viables para la débil economía griega; y lo que representa, en definitiva, es la de dejar solo al país frente a una tormenta económica de imprevisibles resultados, con gran riesgo de fracaso y de padecimiento del pueblo griego.

Pues la UE tampoco se puede decir que haya sido del todo solidaria con Grecia, en razón a que cuando mientras todo iba bien, los bancos franco-alemanes les iban prestando a los griegos, y cuando “vienen mal dadas” se les cierra el grifo de golpe, se les aísla, se les pone en cuarentena como “apestados” –los que ayer eran buenos socios europeos, que también han contribuido en su medida a la construcción de una Europa unida que es mera apariencia, pues en las dificultades no se ha mostrado unida-. Ya que la UE podía haber tomado otros derroteros para salir todos unidos, como lo han estado reclamando diversos líderes europeos, como el propio Felipe González, debía de haber puesto en circulación hace meses los “eurobonos” para evitar dejar solos en la tempestad económica a los países en situación más precaria. Pero la cicatería de los poderosos de la UE ha llevado a esta situación, dejando prácticamente a la “deriva” a Grecia, con la “embarcación haciendo aguas” y en medio de la tormenta financiera. Y ante el naufragio, los griegos han reaccionado, con la lógica del que se sabe perdedor de una “jugada que le viene impuesta”, y abandonados a su suerte.

En esto, parece mentira que los alemanes sean tan flojos de memoria, al no recordar el sufrimiento que le infligió al pueblo alemán los gravámenes y deudas de guerra, tras la I Guerra Mundial, que dio lugar –como reacción- al nacimiento del nazismo y a la subsiguiente II Guerra Mundial, por la situación de humillación y postergación en que el pueblo alemán vivió esas duras medidas económicas, contra las que acabó reaccionando con desconfianza en las Instituciones Nacionales e Internacionales, y de ahí todo lo que vino después.

Ahora el problema está de nuevo sobre la mesa de la UE, y ahora perderemos todos. Ya que previsiblemente el pueblo griego reaccionará contra las medidas europeas, se mostrará traicionado por sus socios, abandonado, y probablemente rechace las duras medidas de ajuste propuestas por la UE. De donde se seguirían una serie de consecuencias imprevisibles, que probablemente determinen una dura crisis económica -por contagio- , y política por descrédito en la UE, especialmente de los países que se encuentran en dificultades económicas, que podrían llegar a ser el principio del fin del “sueño europeo”, del que nos hemos despertado en plena pesadilla, poniéndose de manifiesto el individualismo, y la falta de solidaridad, que siendo condiciones humanas, cuando se exacerban son disgregadoras, en vez de integradoras, que es lo que necesitan nuestras sociedades, líderes integradores que piensen con sentido de Estado Europeo, que por desgracia no abundan en el momento presente.

En cualquier caso, nada más anunciada la medida griega, vendrá un auténtico vendaval en los mercados financieros mundiales, de nuevo las dudas, la incertidumbre, la cicatería, la recesión, el paro y el drama social que el viejo continente no ha sabido, o no ha querido evitar, como sí lo están haciendo los EEUU, naturalmente con unos mecanismos unitarios y criterio ejecutivo del que la UE carece, por la ineficaz “corte de euroburócratas”, y la indefinición política del constructo europeo que representa la UE.

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