Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Política | Social
Tenemos un Estado de bienestar que hace dejación de funciones y deja en manos de las familias todas las tareas de cuidados

Promover una política de cuidados

|

En los últimos tiempos ha comenzado un debate en algunos sectores todavía minoritarios de la sociedad española sobre los trabajos de cuidados, entendidos como todos aquellos trabajos vinculados al sostenimiento y reproducción de la vida. Este debate debe ser abordado sin demora si queremos que nuestro Estado del bienestar sea verdaderamente eficaz y haga honor a su nombre.

Si atendemos a la cantidad de horas de trabajo que realiza una persona nos damos cuenta de que es mayor el tiempo que dedicamos a trabajos no remunerados que al empleo propiamente dicho. Es decir, que cuando termina nuestra jornada laboral seguimos trabajando en labores domésticas o en el cuidado de otras personas. Tendemos a considerar que eso no es trabajo, pero, realmente, muchas veces nos ocupa más tiempo y esfuerzo que nuestro empleo. Esto se agudiza especialmente en el caso de las mujeres, que son quienes más tiempo dedican a estas ocupaciones, y es que existe lo que se ha llamado una división sexual del trabajo, por la cual la realización de las tareas de cuidados ha correspondido tradicionalmente, y sigue siendo correspondiendo mayoritariamente, a las mujeres.

Los trabajos de cuidados, ya sean labores domésticas o cuidado de ancianos, niños o personas dependientes, o bien se realizan en forma de empleo formal de baja remuneración, o bien se convierten en un empleo informal o en labores no remuneradas. La sociedad invisibiliza las tareas de cuidados y se las asigna a las mujeres.

La sociedad española es una sociedad muy familiar, al igual que ocurre con otras sociedades mediterráneas. Esto tiene una explicación cultural y también religiosa, puesto que los países de religión católica tienden a ser más familiares que los protestantes. Sin embargo, que la sociedad española sea familiar, algo que es positivo, no significa que su sistema de bienestar tenga que serlo, como así ocurre. Y es que tenemos un Estado de bienestar que hace dejación de funciones y deja en manos de las familias todas las tareas de cuidados, lo que tiene consecuencias muy perjudiciales para la calidad de vida de los españoles, especialmente de las mujeres, y, paradójicamente, desincentiva enormemente la natalidad.

Una persona tiene que sentirse protegida y cuidada independientemente de si tiene familia o no. No puede ser que sean los abuelos quienes estén obligados a ocuparse de los nietos porque no hay una educación pública gratuita de 0 a 3 años, por ejemplo. O que sean las mujeres quienes tengan que ocuparse de los ancianos porque el Estado no invierta lo necesario en servicios sociales. Esto puede parecernos muy normal, pero no ocurre en los países nórdicos, por ejemplo, donde el Estado del bienestar ha entendido que los cuidados son uno de los ejes de la calidad de vida de los ciudadanos.

Está muy bien que seamos una sociedad familiarista, pero eso no significa que el Estado no deba ocuparse de la cuestión de los cuidados y no garantice el bienestar de todos los ciudadanos, con independencia de su situación familiar. Que entendamos esto y lo convirtamos en una exigencia para los poderes públicos es crucial si queremos mejorar nuestro bienestar y nuestra calidad de vida.

Promover una política de cuidados

Tenemos un Estado de bienestar que hace dejación de funciones y deja en manos de las familias todas las tareas de cuidados
Guillermo Valiente Rosell
jueves, 8 de junio de 2017, 08:33 h (CET)
En los últimos tiempos ha comenzado un debate en algunos sectores todavía minoritarios de la sociedad española sobre los trabajos de cuidados, entendidos como todos aquellos trabajos vinculados al sostenimiento y reproducción de la vida. Este debate debe ser abordado sin demora si queremos que nuestro Estado del bienestar sea verdaderamente eficaz y haga honor a su nombre.

Si atendemos a la cantidad de horas de trabajo que realiza una persona nos damos cuenta de que es mayor el tiempo que dedicamos a trabajos no remunerados que al empleo propiamente dicho. Es decir, que cuando termina nuestra jornada laboral seguimos trabajando en labores domésticas o en el cuidado de otras personas. Tendemos a considerar que eso no es trabajo, pero, realmente, muchas veces nos ocupa más tiempo y esfuerzo que nuestro empleo. Esto se agudiza especialmente en el caso de las mujeres, que son quienes más tiempo dedican a estas ocupaciones, y es que existe lo que se ha llamado una división sexual del trabajo, por la cual la realización de las tareas de cuidados ha correspondido tradicionalmente, y sigue siendo correspondiendo mayoritariamente, a las mujeres.

Los trabajos de cuidados, ya sean labores domésticas o cuidado de ancianos, niños o personas dependientes, o bien se realizan en forma de empleo formal de baja remuneración, o bien se convierten en un empleo informal o en labores no remuneradas. La sociedad invisibiliza las tareas de cuidados y se las asigna a las mujeres.

La sociedad española es una sociedad muy familiar, al igual que ocurre con otras sociedades mediterráneas. Esto tiene una explicación cultural y también religiosa, puesto que los países de religión católica tienden a ser más familiares que los protestantes. Sin embargo, que la sociedad española sea familiar, algo que es positivo, no significa que su sistema de bienestar tenga que serlo, como así ocurre. Y es que tenemos un Estado de bienestar que hace dejación de funciones y deja en manos de las familias todas las tareas de cuidados, lo que tiene consecuencias muy perjudiciales para la calidad de vida de los españoles, especialmente de las mujeres, y, paradójicamente, desincentiva enormemente la natalidad.

Una persona tiene que sentirse protegida y cuidada independientemente de si tiene familia o no. No puede ser que sean los abuelos quienes estén obligados a ocuparse de los nietos porque no hay una educación pública gratuita de 0 a 3 años, por ejemplo. O que sean las mujeres quienes tengan que ocuparse de los ancianos porque el Estado no invierta lo necesario en servicios sociales. Esto puede parecernos muy normal, pero no ocurre en los países nórdicos, por ejemplo, donde el Estado del bienestar ha entendido que los cuidados son uno de los ejes de la calidad de vida de los ciudadanos.

Está muy bien que seamos una sociedad familiarista, pero eso no significa que el Estado no deba ocuparse de la cuestión de los cuidados y no garantice el bienestar de todos los ciudadanos, con independencia de su situación familiar. Que entendamos esto y lo convirtamos en una exigencia para los poderes públicos es crucial si queremos mejorar nuestro bienestar y nuestra calidad de vida.

Noticias relacionadas

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto