Estimado Presidente Puigdemont, por mucho pedir las cosas no hace que sucedan; es más, generalmente son un obstáculo para su consecución.
Pero quería escribirle porque tengo la firme voluntad, expresada también muchas veces, en público o en privado, poco cambia, de que Cataluña me ceda unos terrenos, en concreto los de la calle Carrer d'Aristides Maillol, 12. Sí, los del Camp Nou. Como he acudido varias veces al estadio, y hace unos cuantos años no había nada allí, considero que se podría volver al plano urbanístico de Barcelona del siglo XII y darme eso terrenos.
Así que le expongo esta petición, y le insto a que nos reunamos a la mayor brevedad posible para el inicio de las negociaciones y pactar el nuevo uso que le vaya a dar a los terrenos solicitados, así como los términos concretos del traspaso.
Le comunicó también que está carta es ridícula, pero no menos que la suya a Mariano Rajoy. El gobierno catalán no tiene potestad alguna para convocar un referéndum de independencia o que ataña al ordenamiento del conjunto del Estado Español, y creo que debería revisarse los términos que establece la comisión de Venecia sobre los referendos secesionistas. En palabras del Profesor, y miembro de la comisión de Venecia, Josep María Castellà, “El uso de referéndums debe ser permitido solo donde está previsto por la Constitución”. Por lo tanto le pido que deje de hacer demagogia, de tergiversar la postura de la Comisión de Venecia, de engañar, y se medique su obsesión contagiosa que se le ha ido de las manos y empieza a cansar y a propagarse pandémicamente. O eso, o cédame los terrenos solicitados.