Escribo esto contento y feliz. ¡Al fin el señor Zapatero y sus barones o condes o marqueses del PSOE han decidido algo coherente! ¡Elecciones anticipadas al veinte de noviembre (nunca me han gustado las siglas)! ¡Qué contento y qué feliz y cuánta alegría recorre mi cuerpo!

Francamente, no tengo precisamente un poster del líder del PP en mi cuarto (una foto de Joyce sí, la verdad) y el señor Rubalcaba tampoco goza de mis afectos, no… pero este adelanto electoral supone un soplo de aire nuevo en la esperanza del ciudadano en que algo cambie. Las cosas no podían seguir así y, al fin, el Gobierno lo ha comprendido. Está claro que intentarán ganar, pero si lo logran supongo que tendrán que haber aprendido las lecciones pertinentes que semejante desencuentro social ha deparado. Si gana la oposición, algo tendría (en teoría) que cambiar porque no hay que saber demasiado latín para intentar entender que la oposición debería hacer algo distinto a lo ya realizado por los que estaban en el poder. Pase lo que pase producirá un efecto positivo en la visión un tanto desangelada del ciudadano que estos tres últimos años de gobierno socialista nos ha deparado.

Así –y aún no termino de creérmelo del todo- las palabras del líder del PSOE, bueno exlíder, han sido en esta ocasión (es la primera vez que digo esto y puede que sea la última) totalmente acertadas: “Convoco las elecciones para dar certidumbre política y económica”. Dícese, ZP reconoce que con sus últimos meses de Gobierno no ha habido tal y todo ha sido un gran desbarajuste. Ya había reconocido un poco más tácitamente semejante asunto el señor ZP cuando dijo que la llegada de Rubalcaba sería algo positivo para su grupo político (es decir, lo positivo es que él se marchase). Parece ser que entre unos y otros y los datos y la crisis y mil y un desencuentros las circunstancias han terminado por quitar la razón a la cerrazón política en la que se ha visto envuelta España en los últimos tiempos.

No creo que la Historia le otorgue al señor ZP un puesto dentro de los salvadores de España ni creo que ésta haya sido la mejor época en nuestro país, pero sí confío en que, de una vez por todas, éstos y otros movimientos devuelvan a la ciudadanía la confianza perdida en el sistema. Sí, por supuesto que hay que cambiar cosas (y yo soy de los que abogan por cambios radicales), por supuesto que hay que hacer cambios económicos porque así el tema no ha funcionado pero, por encima de esto, hay que dar a los votantes y españoles la confianza necesaria para promover inversiones y flujos económicos porque, de lo contrario, la economía española seguirá los derroteros anteriores.

A la espera estoy de ver las reacciones y lo que los dos proponen… Sí, soy consciente que no habrá ningún Mesías que solucione esto de golpe y porrazo, pero sí creo que la situación moral del país ha llegado a un extremo insostenible que hace necesario una inyección de proyectos y, sobre todo, ilusiones.

Gracias señor Zapatero.