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El 23% no supo que contestar

¿Cuánto sufrimiento hay en un vaso de leche?

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Ante la pregunta de en qué momento produce leche un mamífero, resulta interesante constatar las muchas y diferentes opiniones que se generan. En una encuesta realizada por la Sociedad de investigación del consumo en Alemania en mayo de 2015 se planteó la misma con el siguiente resultado: El 35% de los encuestados respondió que la vaca siempre produce leche, y el 23% no supo que contestar. Lo que significa que el 58% (la mayoría de los encuestados) no sabía que las vacas –como cualquier otro mamífero– sólo producen leche cuando han sido madres. Probablemente tampoco saben que a una “vaca lechera” hay que fecundarla artificialmente cada año, y que el ternero se le quita poco después de su nacimiento para que la industria lechera pueda obtener de ella el máximo rendimiento. Por lo que muchas vacas mugen y se lamentan durante días por la pérdida de su cría. ¿Y qué otro tipo de suerte les depara a las vacas? Una y otra vez salen a la luz pública imágenes de animales escuálidos y enfermos, con heridas abiertas, articulaciones inflamadas y con ubres y pezuñas infectadas. Muchas de las llamadas “vacas turbo” apenas si sobreviven dos partos. Son el triste producto de un estrés despiadado. La presión que ejercen los precios es enorme: los consumidores quieren gastar cada vez menos dinero por la leche que obtienen en el supermercado. Por lo que cuando empiezan a dejar de producir leche van a parar al matadero. Muchas vacas también sufren a causa de la excesiva alimentación proteica que reciben. Este alimento poco natural les produce úlceras y perforaciones estomacales. Como les falta la hierba natural, una de cada dos vacas padece además de enfermedades en las pezuñas. La guerra de precios conlleva el que ya sólo en Alemania cientos de miles de vacas enfermas no reciban ningún tipo de tratamiento, yendo a parar directamente al matadero. Esto por cierto también es válido para las vacas preñadas que han enfermado. Cada año mueren angustiosamente por este motivo en Alemania 180.000 terneros en el vientre de sus madres antes de nacer. Las vacas son seres vivos inteligentes y con un comportamiento social muy desarrollado, que son tratadas como seres inanimados y carentes de valor, únicamente para obtener de ellas la mayor cantidad de leche, un comportamiento que tiene un origen que se remonta al santo de la Iglesia católica Tomás de Aquino quien opinaba que no es importante tratar bien o mal a los animales, además dijo: «Nadie peca por el hecho de valerse de una cosa para el fin al que está destinada». Obviamente surge la pregunta: ¿a quién está destinada la leche de una vaca a su ternero o al ávido ser humano? En cualquier caso las enseñanzas de Tomás de Aquino y de otros denominados «santos» no son las enseñanzas de Jesús de Nazaret, quien vino al mundo en un establo y entre animales. Él los consideró Su prójimo animal, y los amó tal como Dios también los ama, ya que respiran el mismo aire que nosotros. Por lo tanto no solo la carne que está en el plato está vinculada al sufrimiento de los animales, sino también la leche que está en el vaso. Y como consumidores en ambos casos tendremos que decidir si este sufrimiento ha de aumentar o disminuir y en qué lado cada uno quiere estar.

¿Cuánto sufrimiento hay en un vaso de leche?

El 23% no supo que contestar
Vida Universal
martes, 9 de mayo de 2017, 00:05 h (CET)
Ante la pregunta de en qué momento produce leche un mamífero, resulta interesante constatar las muchas y diferentes opiniones que se generan. En una encuesta realizada por la Sociedad de investigación del consumo en Alemania en mayo de 2015 se planteó la misma con el siguiente resultado: El 35% de los encuestados respondió que la vaca siempre produce leche, y el 23% no supo que contestar. Lo que significa que el 58% (la mayoría de los encuestados) no sabía que las vacas –como cualquier otro mamífero– sólo producen leche cuando han sido madres. Probablemente tampoco saben que a una “vaca lechera” hay que fecundarla artificialmente cada año, y que el ternero se le quita poco después de su nacimiento para que la industria lechera pueda obtener de ella el máximo rendimiento. Por lo que muchas vacas mugen y se lamentan durante días por la pérdida de su cría. ¿Y qué otro tipo de suerte les depara a las vacas? Una y otra vez salen a la luz pública imágenes de animales escuálidos y enfermos, con heridas abiertas, articulaciones inflamadas y con ubres y pezuñas infectadas. Muchas de las llamadas “vacas turbo” apenas si sobreviven dos partos. Son el triste producto de un estrés despiadado. La presión que ejercen los precios es enorme: los consumidores quieren gastar cada vez menos dinero por la leche que obtienen en el supermercado. Por lo que cuando empiezan a dejar de producir leche van a parar al matadero. Muchas vacas también sufren a causa de la excesiva alimentación proteica que reciben. Este alimento poco natural les produce úlceras y perforaciones estomacales. Como les falta la hierba natural, una de cada dos vacas padece además de enfermedades en las pezuñas. La guerra de precios conlleva el que ya sólo en Alemania cientos de miles de vacas enfermas no reciban ningún tipo de tratamiento, yendo a parar directamente al matadero. Esto por cierto también es válido para las vacas preñadas que han enfermado. Cada año mueren angustiosamente por este motivo en Alemania 180.000 terneros en el vientre de sus madres antes de nacer. Las vacas son seres vivos inteligentes y con un comportamiento social muy desarrollado, que son tratadas como seres inanimados y carentes de valor, únicamente para obtener de ellas la mayor cantidad de leche, un comportamiento que tiene un origen que se remonta al santo de la Iglesia católica Tomás de Aquino quien opinaba que no es importante tratar bien o mal a los animales, además dijo: «Nadie peca por el hecho de valerse de una cosa para el fin al que está destinada». Obviamente surge la pregunta: ¿a quién está destinada la leche de una vaca a su ternero o al ávido ser humano? En cualquier caso las enseñanzas de Tomás de Aquino y de otros denominados «santos» no son las enseñanzas de Jesús de Nazaret, quien vino al mundo en un establo y entre animales. Él los consideró Su prójimo animal, y los amó tal como Dios también los ama, ya que respiran el mismo aire que nosotros. Por lo tanto no solo la carne que está en el plato está vinculada al sufrimiento de los animales, sino también la leche que está en el vaso. Y como consumidores en ambos casos tendremos que decidir si este sufrimiento ha de aumentar o disminuir y en qué lado cada uno quiere estar.

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