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Etiquetas | Afganistán | Despachos de Guerra
► Un francotirador Talibán mata a dos soldados ingleses con un sólo disparo

► El ejército británico lo describe como “el asesino más paciente y mejor entrenado” de la Insurgencia

Una bala, dos muertos

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Sucedió hace dos días en Nad-e Ali, una de las zonas más peligrosas de la provincia de Helmand, al sur de Afganistán, conocida por ser uno de los bastiones de la Insurgencia Talibán, cuando elementos de los Regimientos Tercero y Cuarto del Batallón de Paracaidistas del Ejército Británico se encontraban patrullando esa área con el objetivo de localizar a uno o más francotiradores Talibán que, durante las últimas semanas, han estado hostigando a la población civil de la zona.

Según fuentes del Ejército Británico, una de las patrullas de los Paracaidistas con base en Qudrat, donde comparten tareas de seguridad con el Ejército Nacional Afgano, fue atacada en las inmediaciones de Nad-e Ali por un francotirador sin identificar que consiguió abatir a dos soldados de un simple disparo. Algo sin parangón en la historia militar.

Los dos muertos, los soldados Lewis Hendry, 20, y Conrad Lewis, 22, se encontraban liderando la patrulla en una posición de vanguardia para ser “los ojos y las orejas” del resto, según afirmó el Sargento Mayor Christopher Smith, que también se encontraba en el lugar, cuando una bala impactó en la cabeza del primero atravesándola para continuar su trayectoria y herir en el cuello al segundo.

Segundos después empezó un tiroteo en el que otro soldado británico fue herido en la pierna, mientras los médicos de campaña intentaban salvar las vidas de Hendry y Lewis. Pero a pesar de sus esfuerzos Hendry murió al instante y, minutos después, falleció Lewis.
“Sabíamos que la amenaza principal en la zona era un tirador experto”, aseguró Smith, pero las tropas británicas no contaban con un experto de tanto calibre al que algunos de los soldados de la misma unidad describieron como “el mejor y más bien entrenado y paciente asesino contra el que hemos luchado en Afganistán”.

¿Mercenarios o un luchador solitario?
La Inteligencia Militar británica ha asegurado que, a pesar de que todavía se desconoce la identidad del tirador, éste se trata de “un ex combatiente Mujahideen de aproximadamente 55 años” armado un viejo rifle inglés Enfield que “viaja por la zona en una motocicleta”.

Por su parte, varios expertos en Seguridad e Inteligencia de Afganistán no coinciden con la explicación del Ejército Inglés y aseguran que el área de Nad-e Ali acoge desde hace unos meses a varios Insurgentes extranjeros, “seguramente de nacionalidad chechena, uzbeca y árabe”, luchando al tradicional estilo guerrillero yihadista armados “con las armas más modernas”. Armas capaces de atravesar con precisión a dos soldados para las que, además, se requiere un entrenamiento militar avanzado.

Sea como fuere, la Insurgencia en Helmand sigue diezmando las tropas británicas a cuenta gotas pero con unos números estables y que van en aumento.

Hecho que está sucediendo por todo el país donde las bajas de los soldados de la OTAN singuen incrementando mes tras mes hasta alcanzar números record. Sólo en los primeros meses de este año ya han muerto 293 soldados de la Coalición. Una cifra que, de continuar así, sin duda acabará superando los 711 muertos de 2010.

Una táctica antigua pero efectiva
Los conflictos armados no se basan solamente en el número de disparos, bombas o atentados cometidos por los bandos combatientes, sino que también es necesario infundir terror en el enemigo para vencerlo.

Una de las estrategias militares más efectivas para aterrorizar a los soldados desplegados en el teatro de operaciones es crear el mito del francotirador implacable, imparable e imposible de abatir. Una táctica que en su día fue utilizada por el ya mítico Comandante Massud en el valle del Panshir, al noreste del país, durante la guerra contra la Unión Soviética, en la que los soldados del Ejército Rojo fueron víctimas de un constante hostigamiento por parte de los guerrilleros atrincherados y escondidos en lo alto de las montañas.

Pero la historia del francotirador que aterroriza a las tropas no es algo nuevo o original del conflicto en Afganistán. La primera vez que esta estrategia de terror fue empleada a gran escala sucedió en plena Segunda Guerra Mundial, cuando la propaganda soviética creó la leyenda del soldado Vasili Saichev, el cazador de los Urales especialista en abatir oficiales de la temible Wehrmacht durante la batalla de Stalingrado.

Y más recientemente, en Irak, las tropas norteamericanas se enfrentaron a la amenaza de varios francotiradores expertos que, para aumentar el miedo entre las tropas de los Estados Unidos, utilizaron plataformas digitales como You Tube para colgar los vídeos mostrando imágenes del momento en que abatían a sus víctimas mientras murmuraban Allah’u Akbar –Dios es Grande-.

En Afganistán, quizás los insurgentes Talibán han comprendido que el poder propagandístico de un francotirador experto y capaz de matar a soldados de la Coalición sin ser detectado, no tiene precio. Y los hechos sucedidos en Nad-e Ali sin duda estarán muy presentes en la mente de los soldados de la Fuerza Internacional de Seguridad y Asistencia (ISAF)destacados en Helmand.

Un tipo de propaganda que, por otro lado, los expertos en PSYOPS -el departamento dedicado a la guerra psicológica- de ISAF conocen muy bien y han explotado en el pasado. Como sucedió en Mayo de 2010 cuando publicitaron en varios medios de comunicación de ámbito mundial tales como CNN, Sky News o BBC, la hazaña del cabo Horse Craig Harrison, francotirador del Ejército Inglés destinado en Helmand, que consiguió abatir a dos Insurgentes Talibán cuando se preparaban para emboscar a una patrulla inglesa, disparando y abatiendo a sus objetivos desde una distancia récord en la historia militar.
Unos disparos realizados desde 2.400 metros que posiblemente acrecentaron el miedo entre los combatientes Talibán de la zona. Pero que, por otro lado, quizás también enseñaron a los comandantes de la Insurgencia en Helmand una nueva y terrorífica forma de pagar con la misma moneda a los soldados de la Coalición.

Amador Guallar Photo Web Site

Una bala, dos muertos

► Un francotirador Talibán mata a dos soldados ingleses con un sólo disparo

► El ejército británico lo describe como “el asesino más paciente y mejor entrenado” de la Insurgencia
Amador Guallar
lunes, 11 de julio de 2011, 11:55 h (CET)
Sucedió hace dos días en Nad-e Ali, una de las zonas más peligrosas de la provincia de Helmand, al sur de Afganistán, conocida por ser uno de los bastiones de la Insurgencia Talibán, cuando elementos de los Regimientos Tercero y Cuarto del Batallón de Paracaidistas del Ejército Británico se encontraban patrullando esa área con el objetivo de localizar a uno o más francotiradores Talibán que, durante las últimas semanas, han estado hostigando a la población civil de la zona.

Según fuentes del Ejército Británico, una de las patrullas de los Paracaidistas con base en Qudrat, donde comparten tareas de seguridad con el Ejército Nacional Afgano, fue atacada en las inmediaciones de Nad-e Ali por un francotirador sin identificar que consiguió abatir a dos soldados de un simple disparo. Algo sin parangón en la historia militar.

Los dos muertos, los soldados Lewis Hendry, 20, y Conrad Lewis, 22, se encontraban liderando la patrulla en una posición de vanguardia para ser “los ojos y las orejas” del resto, según afirmó el Sargento Mayor Christopher Smith, que también se encontraba en el lugar, cuando una bala impactó en la cabeza del primero atravesándola para continuar su trayectoria y herir en el cuello al segundo.

Segundos después empezó un tiroteo en el que otro soldado británico fue herido en la pierna, mientras los médicos de campaña intentaban salvar las vidas de Hendry y Lewis. Pero a pesar de sus esfuerzos Hendry murió al instante y, minutos después, falleció Lewis.
“Sabíamos que la amenaza principal en la zona era un tirador experto”, aseguró Smith, pero las tropas británicas no contaban con un experto de tanto calibre al que algunos de los soldados de la misma unidad describieron como “el mejor y más bien entrenado y paciente asesino contra el que hemos luchado en Afganistán”.

¿Mercenarios o un luchador solitario?
La Inteligencia Militar británica ha asegurado que, a pesar de que todavía se desconoce la identidad del tirador, éste se trata de “un ex combatiente Mujahideen de aproximadamente 55 años” armado un viejo rifle inglés Enfield que “viaja por la zona en una motocicleta”.

Por su parte, varios expertos en Seguridad e Inteligencia de Afganistán no coinciden con la explicación del Ejército Inglés y aseguran que el área de Nad-e Ali acoge desde hace unos meses a varios Insurgentes extranjeros, “seguramente de nacionalidad chechena, uzbeca y árabe”, luchando al tradicional estilo guerrillero yihadista armados “con las armas más modernas”. Armas capaces de atravesar con precisión a dos soldados para las que, además, se requiere un entrenamiento militar avanzado.

Sea como fuere, la Insurgencia en Helmand sigue diezmando las tropas británicas a cuenta gotas pero con unos números estables y que van en aumento.

Hecho que está sucediendo por todo el país donde las bajas de los soldados de la OTAN singuen incrementando mes tras mes hasta alcanzar números record. Sólo en los primeros meses de este año ya han muerto 293 soldados de la Coalición. Una cifra que, de continuar así, sin duda acabará superando los 711 muertos de 2010.

Una táctica antigua pero efectiva
Los conflictos armados no se basan solamente en el número de disparos, bombas o atentados cometidos por los bandos combatientes, sino que también es necesario infundir terror en el enemigo para vencerlo.

Una de las estrategias militares más efectivas para aterrorizar a los soldados desplegados en el teatro de operaciones es crear el mito del francotirador implacable, imparable e imposible de abatir. Una táctica que en su día fue utilizada por el ya mítico Comandante Massud en el valle del Panshir, al noreste del país, durante la guerra contra la Unión Soviética, en la que los soldados del Ejército Rojo fueron víctimas de un constante hostigamiento por parte de los guerrilleros atrincherados y escondidos en lo alto de las montañas.

Pero la historia del francotirador que aterroriza a las tropas no es algo nuevo o original del conflicto en Afganistán. La primera vez que esta estrategia de terror fue empleada a gran escala sucedió en plena Segunda Guerra Mundial, cuando la propaganda soviética creó la leyenda del soldado Vasili Saichev, el cazador de los Urales especialista en abatir oficiales de la temible Wehrmacht durante la batalla de Stalingrado.

Y más recientemente, en Irak, las tropas norteamericanas se enfrentaron a la amenaza de varios francotiradores expertos que, para aumentar el miedo entre las tropas de los Estados Unidos, utilizaron plataformas digitales como You Tube para colgar los vídeos mostrando imágenes del momento en que abatían a sus víctimas mientras murmuraban Allah’u Akbar –Dios es Grande-.

En Afganistán, quizás los insurgentes Talibán han comprendido que el poder propagandístico de un francotirador experto y capaz de matar a soldados de la Coalición sin ser detectado, no tiene precio. Y los hechos sucedidos en Nad-e Ali sin duda estarán muy presentes en la mente de los soldados de la Fuerza Internacional de Seguridad y Asistencia (ISAF)destacados en Helmand.

Un tipo de propaganda que, por otro lado, los expertos en PSYOPS -el departamento dedicado a la guerra psicológica- de ISAF conocen muy bien y han explotado en el pasado. Como sucedió en Mayo de 2010 cuando publicitaron en varios medios de comunicación de ámbito mundial tales como CNN, Sky News o BBC, la hazaña del cabo Horse Craig Harrison, francotirador del Ejército Inglés destinado en Helmand, que consiguió abatir a dos Insurgentes Talibán cuando se preparaban para emboscar a una patrulla inglesa, disparando y abatiendo a sus objetivos desde una distancia récord en la historia militar.
Unos disparos realizados desde 2.400 metros que posiblemente acrecentaron el miedo entre los combatientes Talibán de la zona. Pero que, por otro lado, quizás también enseñaron a los comandantes de la Insurgencia en Helmand una nueva y terrorífica forma de pagar con la misma moneda a los soldados de la Coalición.

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