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No me entusiasma el excesivo espacio que la presa generalista le viene dedicando al deporte en los últimos años. Lo considero cierta forma de corrupción, o prostitución ideológica. O ya que está tan de moda la palabra, un populismo periodístico. Pero en todo caso, creo que la vida debe alimentarse de las excepciones, de lo diferente, de lo que transgrede, para crear e ir más allá de lo establecido. Para auto superarse.
De todo eso es un modelo Roger Federer. A sus 35 años, y tras estar casi 9 meses inactivo, al menos sin competir, pero entrenando como un salvaje, ha regresado para ganar los 3 primeros torneos importantes de la temporada. Al que era su bestia negra, Rafael Nadal, lo ha ganado tres veces consecutivas en lo que va de año… Pero con Federer no importan los números, no es una cuestión cuantitativa, sino de estética, de forma.
Una relación, entre la belleza
, el ballet, con la geometría. Una cuestión de ángulos, líneas imposibles que se pintan en el espacio a más de 200 kilómetros por hora. Mientras él meramente flota, se vuelve casi etéreo, casi una sinfonía que empieza a trascender el tiempo y el espacio.
Ya no es una cuestión deportiva, de rivalidad, de superación, de enfrentamiento o de deporte….Es mucho más que eso. Es el rescate, con trabajo y mucho esfuerzo, pero el rescate de la estética y de la geometría llevadas a la perfección.
El cisne negro de Biden sería la protesta de los estudiantes universitarios contra la invasión de Gaza en las Universidades de Columbia y la UCLA y su violento desalojo por la policía, movimiento de protesta que por mimetismo podría extenderse al resto de Universidades de Estados Unidos, rememorando las protestas de 1968 contra la guerra de Vietnam.
Un 14 de mayo de 1935 el Comité Pro-Paz en América advertía que la guerra del Chaco era una amenaza para la democracia en todo el continente. Este comité se había constituido en la ciudad argentina de Córdoba, y lo integraban poetas e intelectuales de varias nacionalidades.
El presidente Sánchez ha hablado estos días de la necesidad de un plan de regeneración democrática, que considera “uno de los desafíos más trascendentes”, para lo que propondrá “medidas y acciones para reforzar y prestigiar la democracia”. Pero ¿de qué regeneración democrática hablamos?
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