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Es una bendición de Dios que las facultades físicas y mentales se conserven durante la vejez

Jubilación ilusionada

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La periodista Herme Cerezo le preguntó a Leopoldo Abadía, que tiene 82 años: ¿Resulta fácil mantener la mente siempre joven? La respuesta que da el “viejo”. “Que un joven tenga ilusiones es muy fácil, que las tenga un viejo es algo más difícil. Por esto estoy empeñado en que cuando la gente se jubile, la misma tarde de su jubilación se busque otro empleo, aunque ese empleo consista simplemente en acudir a un museo, ver el cuadro de un pintor y convertirse en la persona que más sabe de ese artista, por muy malo que sea. El peligro de la vejez es volverse inútil, morir de aburrimiento. Siempre hay que hacer algo, aunque sea pensar”. La falta de ilusión es el inicio del declive.

Leopoldo Abadía en un sentido hace diana cuando afirma que un jubilado debe mantenerse ilusionado. Se refiere a un sentido espiritual, mental. Es cierto, es muy importante la actividad mental porque ayuda a ralentizar el proceso del deterioramiento físico porque la ilusión impulsa a vivir, a no convertirse en un inútil, a no morir de aburrimiento.

Una persona ilusionada es una persona inquieta, activa, que no se conforma con lo que tiene, busca superarse. No la encontrarás sentada en el “banco del si no fuese”. Si no fuese el reuma. Si no fuese el corazón. Si no fuese esa incapacidad. Si no fuese……La persona ilusionada abandona el “banco del si no fuese” que sea con los ojos puestos en la meta a alcanzar. Un “viejo” con ideales, con propósitos, no necesitará de talleres que enseñan a activar y entrenar la mente ni a moverse porque su ilusión le mantiene activa la actividad mental que ayuda a conservar la actividad física que evitan en general, la decrepitud prematura. No puede evitarse el proceso degenerativo mental y físico. Es ley de vida física. La ilusión conservada a lo largo del proceso de envejecimiento no puede robar la dignidad del “viejo” que a pesar de su vejez avanzada es un referente para las personas que le conocen personalmente y para aquellos que saben de él de oídas. Un “viejo” ilusionado puede despertar ilusión a un recién llegado en el mundo de los jubilados que creen que acabada su vida laboral ya no les queda nada que valga la pena hacer, si no es vegetar. Una chispa de un modelo de ilusión puede despertar en él la ilusión que promoverá la actividad mental y física a lo largo de su proceso de envejecimiento.

Surge una pregunta. El autor del libro de Eclesiastés, el rey Salomón, habla de sus obras realizadas y de la sabiduría adquirida a lo largo de su vida, llegando a la conclusión que todo ello “es vanidad y aflicción de espíritu”. Para llegar a esta conclusión, ¿ha valido la pena mantenerse a lo largo de toda su vida activado mentalmente y físicamente? No tiene porque ser así. Existe un camino mejor que trasciende la existencia temporal.

El apóstol Pablo escribiendo a los cristinos en Corinto, les dice: “Sabiendo que el que resucitó al señor Jesús, a nosotros también nos resucitará en Jesús” (2 Corintios 4:14). A pesar de que eran cristianos los destinatarios de la carta, siempre les era bueno recordar los cimientos de la fe cristiana porque el diablo el enemigo de Dios y de su pueble se mantiene muy activo sembrando la semilla de la duda por medio de sus falsos pastores introducidos entre el pueblo de Dios. No sea que caigamos en el mismo error que cometieron Adán y Eva en su inocencia. El relato de Génesis se encuentra en la Biblia para nuestra instrucción en la verdad de Dios. Esta actividad perversa de Satanás por medio de sus siervos también la ejerce entre aquellos que no son pueblo de Dios porque si consigue mantener a los incrédulos en la creencia e que no hay nada más allá de la muerte física los tendrá bien cogidos en sus dominios infernales por toda la eternidad futura. Por ello es tan importante saber y recordar que la resurrección corporal está garantizada por el hecho de que Jesús fue resucitado de entre los muertos por Dios y que la tumba en donde se depositó su cuerpo no se vació porque su cuerpo fuese robado, según propagaron los enemigos de Jesús. “Por tanto” (los que esperan ser resucitados en el día final), “no desmayamos, antes aunque este nuestro hombre exterior” (el cuerpo) “se va desgastando, el interior” (el alma) “no obstante se renueva de día en día” (v.16). La renovación del hombre interior por la fuerza que le infunde el Espíritu de Cristo da fuerza al cuerpo que se va desgastando: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (v.17). La experiencia de la presencia del Espíritu de Cristo en el creyente hace: “No mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven, porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (v.18).

El Espíritu que habita en el interior del jubilado que tiene fe en Jesús le da la fuerza para trabajar en las cosas que no se ven que son eternas, lo cual da sentido a todo lo que hace porque ya no es un perseguir al viento que es vanidad y aflicción de espíritu, sino como dice la Biblia: “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apocalipsis14:13). Es ilusionante ser un jubilado cristiano porque todo lo que hace le acompañará durante toda la eternidad. Su vida temporal no habrá sido un fracaso.

Jubilación ilusionada

Es una bendición de Dios que las facultades físicas y mentales se conserven durante la vejez
Octavi Pereña
martes, 21 de marzo de 2017, 00:46 h (CET)
La periodista Herme Cerezo le preguntó a Leopoldo Abadía, que tiene 82 años: ¿Resulta fácil mantener la mente siempre joven? La respuesta que da el “viejo”. “Que un joven tenga ilusiones es muy fácil, que las tenga un viejo es algo más difícil. Por esto estoy empeñado en que cuando la gente se jubile, la misma tarde de su jubilación se busque otro empleo, aunque ese empleo consista simplemente en acudir a un museo, ver el cuadro de un pintor y convertirse en la persona que más sabe de ese artista, por muy malo que sea. El peligro de la vejez es volverse inútil, morir de aburrimiento. Siempre hay que hacer algo, aunque sea pensar”. La falta de ilusión es el inicio del declive.

Leopoldo Abadía en un sentido hace diana cuando afirma que un jubilado debe mantenerse ilusionado. Se refiere a un sentido espiritual, mental. Es cierto, es muy importante la actividad mental porque ayuda a ralentizar el proceso del deterioramiento físico porque la ilusión impulsa a vivir, a no convertirse en un inútil, a no morir de aburrimiento.

Una persona ilusionada es una persona inquieta, activa, que no se conforma con lo que tiene, busca superarse. No la encontrarás sentada en el “banco del si no fuese”. Si no fuese el reuma. Si no fuese el corazón. Si no fuese esa incapacidad. Si no fuese……La persona ilusionada abandona el “banco del si no fuese” que sea con los ojos puestos en la meta a alcanzar. Un “viejo” con ideales, con propósitos, no necesitará de talleres que enseñan a activar y entrenar la mente ni a moverse porque su ilusión le mantiene activa la actividad mental que ayuda a conservar la actividad física que evitan en general, la decrepitud prematura. No puede evitarse el proceso degenerativo mental y físico. Es ley de vida física. La ilusión conservada a lo largo del proceso de envejecimiento no puede robar la dignidad del “viejo” que a pesar de su vejez avanzada es un referente para las personas que le conocen personalmente y para aquellos que saben de él de oídas. Un “viejo” ilusionado puede despertar ilusión a un recién llegado en el mundo de los jubilados que creen que acabada su vida laboral ya no les queda nada que valga la pena hacer, si no es vegetar. Una chispa de un modelo de ilusión puede despertar en él la ilusión que promoverá la actividad mental y física a lo largo de su proceso de envejecimiento.

Surge una pregunta. El autor del libro de Eclesiastés, el rey Salomón, habla de sus obras realizadas y de la sabiduría adquirida a lo largo de su vida, llegando a la conclusión que todo ello “es vanidad y aflicción de espíritu”. Para llegar a esta conclusión, ¿ha valido la pena mantenerse a lo largo de toda su vida activado mentalmente y físicamente? No tiene porque ser así. Existe un camino mejor que trasciende la existencia temporal.

El apóstol Pablo escribiendo a los cristinos en Corinto, les dice: “Sabiendo que el que resucitó al señor Jesús, a nosotros también nos resucitará en Jesús” (2 Corintios 4:14). A pesar de que eran cristianos los destinatarios de la carta, siempre les era bueno recordar los cimientos de la fe cristiana porque el diablo el enemigo de Dios y de su pueble se mantiene muy activo sembrando la semilla de la duda por medio de sus falsos pastores introducidos entre el pueblo de Dios. No sea que caigamos en el mismo error que cometieron Adán y Eva en su inocencia. El relato de Génesis se encuentra en la Biblia para nuestra instrucción en la verdad de Dios. Esta actividad perversa de Satanás por medio de sus siervos también la ejerce entre aquellos que no son pueblo de Dios porque si consigue mantener a los incrédulos en la creencia e que no hay nada más allá de la muerte física los tendrá bien cogidos en sus dominios infernales por toda la eternidad futura. Por ello es tan importante saber y recordar que la resurrección corporal está garantizada por el hecho de que Jesús fue resucitado de entre los muertos por Dios y que la tumba en donde se depositó su cuerpo no se vació porque su cuerpo fuese robado, según propagaron los enemigos de Jesús. “Por tanto” (los que esperan ser resucitados en el día final), “no desmayamos, antes aunque este nuestro hombre exterior” (el cuerpo) “se va desgastando, el interior” (el alma) “no obstante se renueva de día en día” (v.16). La renovación del hombre interior por la fuerza que le infunde el Espíritu de Cristo da fuerza al cuerpo que se va desgastando: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (v.17). La experiencia de la presencia del Espíritu de Cristo en el creyente hace: “No mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven, porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (v.18).

El Espíritu que habita en el interior del jubilado que tiene fe en Jesús le da la fuerza para trabajar en las cosas que no se ven que son eternas, lo cual da sentido a todo lo que hace porque ya no es un perseguir al viento que es vanidad y aflicción de espíritu, sino como dice la Biblia: “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen” (Apocalipsis14:13). Es ilusionante ser un jubilado cristiano porque todo lo que hace le acompañará durante toda la eternidad. Su vida temporal no habrá sido un fracaso.

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