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Antonio Pérez

Raúl y la ética del trabajo

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No soy objetivo con Raúl. No lo soy. Ni puedo ser imparcial, y quien siga esta columna “Desde un córner” en estos últimos años, podrá recordar algunos artículos respecto al eterno Gran Capitán blanco. Y en todos ellos he ponderado la validez de Raúl para cualquier equipo de primer nivel. Y por encima de la figura del futbolista Raúl González está algo más importante: La ética de trabajo.

Y la ética del trabajo en un chaval que lleva desde los 17 años en primera línea del fútbol, con su exigencia a nivel de concentración de la competición de alto nivel, mostrándose inmune además a la peligrosísima vida de distracciones, que tantísimas carreras futboliísticas ha arruinado o mermado, desde George Best hasta Ronaldo Nazario, pasando por Mágico González o Ronaldinho.

Raúl es un ejemplo dentro y fuera del terreno de juego, y es precisamente esa ética del trabajo la que le ha aupado al olimpo del madridismo y del fútbol mundial. Obviamente, y con su edad, Raúl no tiene ya las condiciones físicas que atesoraba con 25 años, pero en lo que siempre se ha apoyado el eterno 7 blanco es imperecedero: es algo por lo que no pasa el tiempo: el compromiso y el coraje. Con estos elementos, no es tan importante que se haya perdido velocidad o potencia, porque el trabajo duro siempre tiene su recompensa.

Y es que, en ese aspecto, Raúl es un ejemplo para nuestros hijos y para las futuras generaciones: es la viva prueba de que la honestidad, incluso en un mundo tan injusto y a veces caprichoso, en una actividad tan corta e intensa y siempre rodeada de tantísimos peligros extradeportivos como el fútbol, sí tiene premio. Y del gordo.

Raúl y la ética del trabajo

Antonio Pérez
Antonio Pérez Gómez
viernes, 18 de febrero de 2011, 08:20 h (CET)
No soy objetivo con Raúl. No lo soy. Ni puedo ser imparcial, y quien siga esta columna “Desde un córner” en estos últimos años, podrá recordar algunos artículos respecto al eterno Gran Capitán blanco. Y en todos ellos he ponderado la validez de Raúl para cualquier equipo de primer nivel. Y por encima de la figura del futbolista Raúl González está algo más importante: La ética de trabajo.

Y la ética del trabajo en un chaval que lleva desde los 17 años en primera línea del fútbol, con su exigencia a nivel de concentración de la competición de alto nivel, mostrándose inmune además a la peligrosísima vida de distracciones, que tantísimas carreras futboliísticas ha arruinado o mermado, desde George Best hasta Ronaldo Nazario, pasando por Mágico González o Ronaldinho.

Raúl es un ejemplo dentro y fuera del terreno de juego, y es precisamente esa ética del trabajo la que le ha aupado al olimpo del madridismo y del fútbol mundial. Obviamente, y con su edad, Raúl no tiene ya las condiciones físicas que atesoraba con 25 años, pero en lo que siempre se ha apoyado el eterno 7 blanco es imperecedero: es algo por lo que no pasa el tiempo: el compromiso y el coraje. Con estos elementos, no es tan importante que se haya perdido velocidad o potencia, porque el trabajo duro siempre tiene su recompensa.

Y es que, en ese aspecto, Raúl es un ejemplo para nuestros hijos y para las futuras generaciones: es la viva prueba de que la honestidad, incluso en un mundo tan injusto y a veces caprichoso, en una actividad tan corta e intensa y siempre rodeada de tantísimos peligros extradeportivos como el fútbol, sí tiene premio. Y del gordo.

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