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Ándres Ramos

Sin rumbo

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En las últimas semanas tengo la impresión de que todo lo que rodea al día a día del Real Madrid sigue un mismo patrón, la falta de coherencia. Tanto las declaraciones de unos y otros como las decisiones que se están tomando vienen envueltas en una preocupante ausencia de criterio y unidad. Sobrevuela la sensación de que no se rema en la misma dirección y, de momento, sólo los resultados deportivos, y a veces, como en Almería, ni eso, mantienen a flote el barco.

Por un lado está la ya inexistente relación entre Valdano y Mourinho, un matrimonio condenado al fracaso desde el sí quiero (obligado, dicho sea de paso). No sabemos que le ha hecho el argentino al portugués, pero este último, quizás por celos, se la tiene jurada. Tal es así que puede que Florentino, el otro en esta extraña unión a tres bandas, se vea en la tesitura de elegir en junio entre uno u otro. Eso si ‘The Special One’ no decide antes por su presidente pegando la espantada, cosa cada vez menos descartable. De no ser así, por muy ‘enamorado’ que esté el presidente blanco del luso, no tengo claro que Valdano fuera el que hiciera las maletas. Y es que su figura es para él fundamental. Es su voz, su parapeto y su ‘come-marrones’.

Lo cierto es que como Florentino no arranque entre ambos la firma de un armisticio provisional, el fuego cruzado entre uno y otro desde el palco y la sala de prensa, más desde esta última, pueden ser tónica habitual hasta fin de curso. Y entonces, como siempre, la imagen más perjudicada será nuevamente la del Real Madrid.

Por otro lado, el (por fin finiquitado) asunto del ‘9’ también ha sido un síntoma de la disparidad de criterios y falta de coherencia del club. Primero no fichamos, luego sí pero sólo si es Van Nistelrooy y gratis (tomando de paso por tonto a un Hamburgo para el que el holandés es vital y titular indiscutible), después estamos dispuestos a pagar un par de millones por la cesión, y al final Adebayor, al que previamente habíamos descartado por ser el cuarto delantero del Manchester City, es el elegido. Y entre medias presuntas ofertas a última hora por el ‘Kun’ Agüero o Forlán.

Dejando a un lado el lamentable pulso que ha mantenido Mourinho con sus dirigentes a través de sus alineaciones (Benzemá en el banquillo y Morata ni convocado), queda claro que el club, y más concretamente Florentino, ha ido reculando para no enfadar a su entrenador y ha terminado por ‘tragar’ y hacer lo que no quería. Porque la idea estaba clara, apostar por la cantera (que para eso está) y esperar a junio para traer a un delantero mediático, que bien podría ser Llorente.

Aún me acuerdo del pobre Pellegrini, que el muy osado se atrevió a pedir que no se vendiera a Sneijder o Robben. Claro que no todos tienen la misma suerte y lo que a unos se le conceden a otros no. Pero es que encima, mientras uno calló y acató (el chileno), el otro (Mourinho), aún viendo atendida su petición, ha criticado públicamente a Valdano, ha arriesgado partidos para justificar la necesidad del dichoso nueve, ha ‘matado’ la opción Morata y ha insinuado su marcha si no se le hace más caso.

En fin, daños colaterales (cada vez más) de tener a Mourinho sentado en tu banquillo. Eso sí, como se suele decir, sabíamos a lo que veníamos. ¿Un precio demasiado alto? Para mí sí, pero, al fin y al cabo, el número de visitas a Cibeles que haya este año servirá para poder contestar mejor a esta pregunta.

Sin rumbo

Ándres Ramos
Andrés  Ramos
miércoles, 26 de enero de 2011, 09:09 h (CET)
En las últimas semanas tengo la impresión de que todo lo que rodea al día a día del Real Madrid sigue un mismo patrón, la falta de coherencia. Tanto las declaraciones de unos y otros como las decisiones que se están tomando vienen envueltas en una preocupante ausencia de criterio y unidad. Sobrevuela la sensación de que no se rema en la misma dirección y, de momento, sólo los resultados deportivos, y a veces, como en Almería, ni eso, mantienen a flote el barco.

Por un lado está la ya inexistente relación entre Valdano y Mourinho, un matrimonio condenado al fracaso desde el sí quiero (obligado, dicho sea de paso). No sabemos que le ha hecho el argentino al portugués, pero este último, quizás por celos, se la tiene jurada. Tal es así que puede que Florentino, el otro en esta extraña unión a tres bandas, se vea en la tesitura de elegir en junio entre uno u otro. Eso si ‘The Special One’ no decide antes por su presidente pegando la espantada, cosa cada vez menos descartable. De no ser así, por muy ‘enamorado’ que esté el presidente blanco del luso, no tengo claro que Valdano fuera el que hiciera las maletas. Y es que su figura es para él fundamental. Es su voz, su parapeto y su ‘come-marrones’.

Lo cierto es que como Florentino no arranque entre ambos la firma de un armisticio provisional, el fuego cruzado entre uno y otro desde el palco y la sala de prensa, más desde esta última, pueden ser tónica habitual hasta fin de curso. Y entonces, como siempre, la imagen más perjudicada será nuevamente la del Real Madrid.

Por otro lado, el (por fin finiquitado) asunto del ‘9’ también ha sido un síntoma de la disparidad de criterios y falta de coherencia del club. Primero no fichamos, luego sí pero sólo si es Van Nistelrooy y gratis (tomando de paso por tonto a un Hamburgo para el que el holandés es vital y titular indiscutible), después estamos dispuestos a pagar un par de millones por la cesión, y al final Adebayor, al que previamente habíamos descartado por ser el cuarto delantero del Manchester City, es el elegido. Y entre medias presuntas ofertas a última hora por el ‘Kun’ Agüero o Forlán.

Dejando a un lado el lamentable pulso que ha mantenido Mourinho con sus dirigentes a través de sus alineaciones (Benzemá en el banquillo y Morata ni convocado), queda claro que el club, y más concretamente Florentino, ha ido reculando para no enfadar a su entrenador y ha terminado por ‘tragar’ y hacer lo que no quería. Porque la idea estaba clara, apostar por la cantera (que para eso está) y esperar a junio para traer a un delantero mediático, que bien podría ser Llorente.

Aún me acuerdo del pobre Pellegrini, que el muy osado se atrevió a pedir que no se vendiera a Sneijder o Robben. Claro que no todos tienen la misma suerte y lo que a unos se le conceden a otros no. Pero es que encima, mientras uno calló y acató (el chileno), el otro (Mourinho), aún viendo atendida su petición, ha criticado públicamente a Valdano, ha arriesgado partidos para justificar la necesidad del dichoso nueve, ha ‘matado’ la opción Morata y ha insinuado su marcha si no se le hace más caso.

En fin, daños colaterales (cada vez más) de tener a Mourinho sentado en tu banquillo. Eso sí, como se suele decir, sabíamos a lo que veníamos. ¿Un precio demasiado alto? Para mí sí, pero, al fin y al cabo, el número de visitas a Cibeles que haya este año servirá para poder contestar mejor a esta pregunta.

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