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Escalera al cielo

Octavi Pereña
Octavi Pereña
miércoles, 19 de enero de 2011, 07:40 h (CET)
La canción de Led Zeppelin’s ‘Stairway to Heaven’ (La escalera que lleva al cielo) comienza así: “Hay una chica que está segura que todo lo que resplandece es oro/ y se compra una escalera que lleva al cielo/ Cuando llega sabe, si las tiendas están cerradas/ Con una palabra puede obtener lo que ha venido a buscar/ Oh, oh, se compra una escalera que lleva al cielo”. La letra de esta canción es muy sentimental que da una visión distorsionada de la vida. La realidad es muy distinta porque no todo lo que resplandece es oro. No vale la pena esforzarse para obtenerlo.

El ser humano es un desilusionada desencantado. Anhela justicia y se encentra con la injusticia más flagrante. Aspira a ser amado y descubre que se le toma el pelo. Desea un trabajo estable y se encuentra en una eventualidad permanente. Desearía encontrar el cielo y descubre que vive en un infierno. No puede cambiar esta realidad por más palabras que diga. Quiere una escalera que lo saque del infierno y lo transporte al cielo. Como no la encuentra, se construye una poniendo la cabeza bajo el ala para no ver la desagradable realidad. De ahí viene el consumo de todo tipo de drogas par intentar disfrazar la realidad evidente. Con el resultado de que sale de las llamas para caer en las ascuas. La vida se hace todavía mas difícil de lo que es.

Según la Biblia únicamente hay una escalera que conduce al cielo. En el Antiguo Testamento encontramos a Jacob que huye de su casa porque su hermano Esaú por una cuestión de herencia desea matarlo. En su huída pernocta en un descampado. El texto nos dice: “Y soñó, y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo, y he aquí ángeles de Dios que subían y bajaban por ella”. En lo alto de la escalera se encontraba el Señor Dios que promete protegerlo allí en donde vaya. “Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía” (Génesis 28:12,16).

Cualquier situación o lugar puede ser adecuado para que se abra la línea que permite comunicarse con Dios. Este diálogo no significa que a partir del momento que se restablezca la comunicación con Dios la vida va a ser una balsa de aceite. Jacob tuvo una vida muy dura. La dureza de su existencia la reconoce ante el faraón a quien lo presenta su hijo José: “Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años, pocos y malos han sido los años de mi vida” (Génesis 47:9). A pesar de la dureza de su existencia terrenal Jacob siempre tuvo a su lado al Señor que desde lo alto de la escalera que tocaba al cielo le había prometido estar con él en todas las circunstancias.

Justo al inicio de su ministerio Jesús le dice a Natanael a quien terminaba de conocer: “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Juan 1:51). La escalera que en sueños vio Jacob se hace realidad en el Cristo que anticipa. Si la figura tenía efectos transcendentes, con mucho más motivo Cristo que es la realidad que anuncia. No se precisa crear escaleras artificiales que lleven al cielo y que degradan a quienes quieren convertir el oropel en oro. Sin duda alguna la vida es difícil, pero Jesús ha prometido no abandonar nunca a quienes confían en él.

Saulo de Tarso, que se convertiría en el apóstol Pablo, dirigió una dura represión contra los cristianos. La Biblia registra el caso de Esteban que murió lapidado. Mientras se disponían a ejecutarlo, el texto dice: “Pero Esteban lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (Hechos 7:55). No todos los cristianos morirán por causa de la fe. Todos, sí, tendrán que pasar por algún tipo de tribulación. En todos los conflictos y circunstancias que nos depara la vida , por fe se sube la escalera que lleva al cielo y que ve a Jesús sentado a la diestra del Padre que confirma el soporte que se le ha prometido dar. Esta visión, que suele ser invisible, espiritual, es una fuente de poder que impide caer en la trampa de los cielos artificiales que se fabrica el hombre.

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