Cuando en estas semanas todo gira ya en torno al clásico, en torno a Mourinho y Guardiola, con Manolo Preciado entremedias, la selección española ha perdido 4-0 con Portugal, hecho que a mi no me quita el sueño.

El lunes, Joseph Blatter entregaba la escarapela que acredita a la selección como campeona del mundo los próximos cuatro años. En el acto también se estrenó la nueva camiseta que utilizará la Roja durante el próximo año. La nueva indumentaria incorporaba el azul como novedad, pero, sobre todo, tenía la estrella y el escudo de campeones.

El primer compromiso tras este acto, en el que más de 230 internacionales acompañaron a los campeones del mundo en la foto oficial, era el de ver a España jugando ante Portugal. Partido amistoso y de promoción de la Candidatura Ibérica para albergar el próximo Mundial 2018. Vicente del Bosque apostó por los mejores y la jugada le salió mal, tan mal que el resultado final fue 4-0.

Lo que más me preocupó del partido fue sin duda la falta de actitud y de ganas que demostraron nuestros internacionales. Poco tenían que ver a aquellos jugadores que salieron como fieras a ganar a Holanda y a llevarse la copa del mundo. Después del Mundial, España cuenta por empates y derrotas sus amistosos. El primero 1-1 con México, el segundo 4-1 con Argentina y ahora esto.

Para muchos aficionados la situación empieza a ser preocupante y a más de uno le viene a la memoria aquella derrota ante Suiza en el partido inaugural del Mundial. A mi, personalmente, no me parece una situación tan alarmante. Los partidos “obligatorios”, por decirlo así, los solventamos con facilidad –la clasificación para la próxima Eurocopa es prácticamente un hecho- y los últimos más importantes los ganamos y nos trajimos la copa dorada a casa.

Estoy a favor de una buena imagen de la selección siempre, pero tampoco me importa que nos metan cuatro si después en un partido de octavos los toreamos. Yo sigo creyendo, esto al fin y al cabo son amistosos. Cuando llegué lo verdaderamente serio ya tendremos tiempo a opinar.