La Agencia de Protección de Datos advierte a los usuarios de las redes sociales acerca de posibles vulneraciones que podrían cometerse subiendo fotos de terceros a un perfil con más de cien amigos sin la autorización de los retratados. Tecnófobos con pluma no paran de atemorizar a los padres españoles con el peligro que las nuevas tecnologías representan, según ellos, para sus niños. Otros llegan más lejos relacionando horrendos crímenes con la presencia de las víctimas en la red. Como si el mal no existiera antes del módem.
Pues bien, la última alucinación ha resultado ser que tener “amigos” en Facebook puede ser motivo de expulsión de un partido político español. Me refiero a UPyD, el partido que prometía ser una tercera vía de regeneración ética y que poco a poco, o quizá desde el primer momento, fue cayendo en la partitocracia de la cual provenía su líder, convirtiéndose no sólo en uno más de tantos, sino en una caricatura de los otros.
Numerosos militantes denunciaron este pasado fin de semana en sus muros de Facebook o bitácoras que UPyD habría expedientado y expulsado del partido a militantes, sin respetar la imprescindible audiencia al interesado, argumentando para ello sus amistades en Facebook. Al parecer estar en dicha red social y sumarse a una página de seguidores de Nicolás Sarkozy sería motivo suficiente en opinión de Juan Luis Fabo, liberado-liberado, para decidir la expulsión “manu militari” de un afiliado. O tener entre cientos de “amigos” a “Ciudadanos” o “NN.GG”. Delirante. Claro que también hay quien sostiene que todos los expulsados apoyaron a candidatos no afectos a la dirección nacional en las primarias que recientemente se celebraron para elegir candidatos al ayuntamiento y la Comunidad de Madrid y que ese sería el motivo real de su expulsión. Por cierto, algunos de dichos candidatos, como Javier Flores, pudieron comprobar en carne propia, o eso dicen, el trato que reciben los no sumisos en UPyD. Los últimos en saltar del barco, son ya casi más los que hay fuera que los que quedan dentro, han sido una treintena de militantes de UPyD en Cataluña, encabezados por su ex líder Ángel Hernández. Abandonaban la formación el día antes al pistoletazo de salida de las elecciones catalanas. Mari Cruz Hernández, mano derecha de Antonio Robles, afirmaba no tener conocimiento de tantas bajas. Un rumor, decía…
Ex militantes de la formación magenta venían ya desde hacía tiempo denunciando modos estalinistas, siempre adjudicados a lo que ellos llaman “el triunvirato” (Díez, Gorriarán y Fabo), como la vigilancia de jóvenes voluntarios durante agotadoras jornadas de campaña electoral en el País Vasco. Jóvenes de quienes presuntamente se elaboraban informes acerca de sus conversaciones privadas que pretendían ser usados para expulsarlos del partido. Lo denunciaba recientemente Aurora Ferrer en “A Fondo” de Intereconomía Radio.
Cada día resulta más evidente que la solución a la crisis política española no llegará de la mano de los partidos, que son ya parte del problema. Que se lo digan a las víctimas del terrorismo que, hace pocos días, movilizaron a la nación española, a la sociedad civil. Los de Díez tampoco estuvieron allí. Como al resto de políticos, nadie los echó en falta.
Y es que todos estos comportamientos sencillamente vienen a poner negro sobre blanco que UPyD no ofrece nada que no ofrezcan los demás. La alternativa no es tal. Quizá es aún peor.