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Franc Mendiola

El gen ganador

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En la cultura anglosajona, el término equivalente al gen ganador sería el “factor x”. Y el factor X lo mismo sirve para describir al pionero Bryan Clough o para ponerle nombre a un programa de cazatalentos.

Yo lo veo de la siguiente manera: el gen ganador en España es un estado psicológico que dependiendo de siglo ha extremado hacia lo mejor o hacia lo peor. Lo mismo perdemos Cuba que pintamos Las Meninas, ora somos la vergüenza del mundo ora Felipe II domina medio mundo. En el deporte, que es lo que nos ocupa, también ha sucedido así, sólo que en un espacio más corto de tiempo, más intenso y por supuesto más fructífero no sólo para el dorado presente sino para el soleado futuro.

El gen ganador no es comparable a tener duende o no, ni siquiera a tener suerte. La suerte es un instrumento de la diosa fortuna que lo cede a aquellos que han sido tocados por su varita. Pero la suerte no lo es todo, ni te da campeonatos, ni te da la gloria. Te ayuda decisivamente, eso sí. Igual que el dinero y la felicidad.

En España hemos tenido ganadores solistas y verdaderas orquestas. Ochoa, Ballesteros, Nieto, etc. iniciaron el camino. Ellos ganaron cuando la mentalidad decía que no podrían. Ellos superaron el trance ibérico de sentirse inferior, de ver al rival insuperable, o en el peor de los casos, de culpar a no se quien y a no se que condiciones de la mala pata en el resultado.

Hoy, a voto general, somos campeones del mundo de deporte. Futbol, baloncesto, tenis, motor, balonmano y un largo etcétera. Y no hablo de estar bien situados. Hablo de ser los cabecillas, el ejemplo a seguir.

Hay distintos factores que nos han traído aquí. Uno, el azar. Dos, lo innato. Tres, el esfuerzo. Cuarto, el cambio de chip. Sobre todo este último. ¿Porque quien veía a Gasol dominar en la NBA cuando no era más que una perla de la cantera azulgrana? Sólo una persona: él. Y Nadal, y Lorenzo, y un sinfín de cracks de la edad de oro de nuestro deporte que han sobrepasado una barrera psicológica que nos estaba haciendo mucho daño, pero que ya es historia.

El gen ganador propone confianza y persevarancia ante la esperanza y el optimismo. El gen ganador resulta, y resulta bien; lo que no es gen ganador sueña con, hace cábalas y, especialmente, justifica la derrota de cualquier modo. Es por eso que aquellos que lo poseen creen en la derrota como una dura prueba que, superada, te lleva a la victoria. Es por eso también que los que no lo poseen nunca encuentran una respuesta sólida. Y se pierden por el camino. Pero nosotros ya hemos encontrado la senda, y de ahí no nos moverán.

El gen ganador

Franc Mendiola
Franc Mendiola
sábado, 23 de octubre de 2010, 04:28 h (CET)
En la cultura anglosajona, el término equivalente al gen ganador sería el “factor x”. Y el factor X lo mismo sirve para describir al pionero Bryan Clough o para ponerle nombre a un programa de cazatalentos.

Yo lo veo de la siguiente manera: el gen ganador en España es un estado psicológico que dependiendo de siglo ha extremado hacia lo mejor o hacia lo peor. Lo mismo perdemos Cuba que pintamos Las Meninas, ora somos la vergüenza del mundo ora Felipe II domina medio mundo. En el deporte, que es lo que nos ocupa, también ha sucedido así, sólo que en un espacio más corto de tiempo, más intenso y por supuesto más fructífero no sólo para el dorado presente sino para el soleado futuro.

El gen ganador no es comparable a tener duende o no, ni siquiera a tener suerte. La suerte es un instrumento de la diosa fortuna que lo cede a aquellos que han sido tocados por su varita. Pero la suerte no lo es todo, ni te da campeonatos, ni te da la gloria. Te ayuda decisivamente, eso sí. Igual que el dinero y la felicidad.

En España hemos tenido ganadores solistas y verdaderas orquestas. Ochoa, Ballesteros, Nieto, etc. iniciaron el camino. Ellos ganaron cuando la mentalidad decía que no podrían. Ellos superaron el trance ibérico de sentirse inferior, de ver al rival insuperable, o en el peor de los casos, de culpar a no se quien y a no se que condiciones de la mala pata en el resultado.

Hoy, a voto general, somos campeones del mundo de deporte. Futbol, baloncesto, tenis, motor, balonmano y un largo etcétera. Y no hablo de estar bien situados. Hablo de ser los cabecillas, el ejemplo a seguir.

Hay distintos factores que nos han traído aquí. Uno, el azar. Dos, lo innato. Tres, el esfuerzo. Cuarto, el cambio de chip. Sobre todo este último. ¿Porque quien veía a Gasol dominar en la NBA cuando no era más que una perla de la cantera azulgrana? Sólo una persona: él. Y Nadal, y Lorenzo, y un sinfín de cracks de la edad de oro de nuestro deporte que han sobrepasado una barrera psicológica que nos estaba haciendo mucho daño, pero que ya es historia.

El gen ganador propone confianza y persevarancia ante la esperanza y el optimismo. El gen ganador resulta, y resulta bien; lo que no es gen ganador sueña con, hace cábalas y, especialmente, justifica la derrota de cualquier modo. Es por eso que aquellos que lo poseen creen en la derrota como una dura prueba que, superada, te lleva a la victoria. Es por eso también que los que no lo poseen nunca encuentran una respuesta sólida. Y se pierden por el camino. Pero nosotros ya hemos encontrado la senda, y de ahí no nos moverán.

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