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Etiquetas | Crítica de cine

Saw VI

María García Barriga
Redacción
viernes, 8 de octubre de 2010, 15:10 h (CET)
Las lecciones del doctor Jigsaw regresan a la gran pantalla con un potente contenido social y una puesta en escena de lo más impactante. En esta ocasión, Saw VI es el reflejo de una realidad a la que se enfrentan a diario miles de ciudadanos de los Estados Unidos cuando tienen que acudir a un médico en un país donde no existe la Seguridad Social y la atención sanitaria queda en manos de las temibles compañías de seguros.

El arranque de la penúltima de la saga nos deja muy claro que la cinta vuelve a la escenografía habitual: potros de tortura, jaulas y toda una colección de artilugios de lo más imprevisible e innovador.

La polémica historia comienza cuando Jigsaw descubre que la enfermedad terminal que padece se puede curar en un 40% de los casos. Es entonces cuando decide acudir a las oficinas de su seguro médico para ponerles al día de sus descubrimientos y la respuesta que recibe se basa esencialmente en que el tratamiento es demasiado caro.

Una “brillante” fórmula inventada por un agente de la compañía, en la que Jigsaw no encaja, es el hilo conductor de toda la película. Así, el espeluznante psiquiatra le aplica el método al que ya están acostumbrados todos sus seguidores: una serie de pruebas en las que tendrá que enfrentarse solo a la desafortunada regla que se aplica en la aseguradora y de la que depende su vida.

Expresiones como “no me hables de dinero, es por principios”, “se trata de seres humanos” o “no temas a los muertos, ellos no pueden reclamar tu alma” son las que convierten a los espectadores en cómplices de uno de los psicópatas más refutados del séptimo arte.

Los límites del cuerpo protagonizan una historia en la que se ponen en duda no sólo los valores de una sociedad que camina hacia el individualismo y la falta de humanidad, sino también la capacidad de aprendizaje de los seres humanos, pero ¿el fin justifica los medios? Que empiece el juego.

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