NUEVA YORK - A pesar de todas las palabras pronunciadas para evaluar el festival excluyente de Glenn Beck el fin de semana pasado, el significado real puede haber estado oculto a plena vista.
La convocatoria "Restoring Honor" de Beck celebrada en el National Mall está sacada directamente del manual de Alcohólicos Anónimos. Fue un programa de 12 pasos destilado en unas pocas palabras clave, todas extraídas de una oración pronunciada desde el Monumento a Lincoln: curación, recuperación y restauración.
El Beckapalooza del sábado fue otro paso más de la propia recuperación de Beck. Podría haber recibido a la multitud de colegas descontentos suyos con:
"Hola. Me llamo Glenn, y soy alcohólico".
Los antecedentes de alcoholismo y adiciones de Beck suenan familiares a cualquiera que siga su trayectoria. No ha hecho ningún secreto de su pasado y es el primero en reírse de sí mismo. Como dijo en una ocasión: "Te puedes hacer rico riéndote de mí. Lo sé. Yo he ganado mucho dinero riéndome de mí".
La parodia -- y el dinero -- parecen llegarle fácilmente.
Cualquier búsqueda superficial de citas de Beck también evidencia el lenguaje del adicto:
- "Todavía es un nuevo día en América. Sólo resulta ser la clase de día de resaca en América en el que parece que la cabeza te va a explotar y vomitas durante cuatro horas".
-- "Aún no he oído a la gente del Partido Republicano admitir que tienen un problema".
-- "Ya sabe, todos tenemos demonios internos. Yo hablo por mí -- no puedo hablar por usted, pero yo estoy al borde del colapso moral en todo momento. Puede pasar al final del programa".
De veras que sí. Tras la resaca llega el reconocimiento de la adicción, seguido de la rendición a un poder superior y la admisión de los caídos.
Pueden ser citadas al azar, pero no se pueden considerar aisladas ni fuera de contexto. En el caso de Beck, la adicción ha sido parte integral de su vida, y la recuperación es un proceso inseparable de The Glenn Beck Show. Sus altibajos emotivos y públicos se repiten en las reuniones de Alcohólicos Anónimos de municipios y ciudades todos los días.
Abrir el proceso a otros, alias evangelismo, también forma parte de la terapia. A menudo el sanado no puede seguir curado sin ayudar a otros a encontrar el camino. Beck, que saltó de locutor radiofónico a telepredicador-político, ahora ha dado otro salto en su ascenso -- a cruzado nacional por la fe, la esperanza y la caridad.
Es fácil de entender. Mientras tanto, Beck ha levantado un movimiento enmarcado por dos ideas que son irrecusables: Dios y la nación. Añada a mamá y el pastel de manzana, y tendrá unas convivencias evangélicas de patriotismo y fe.
Espera, ¿alguien ha dicho mamá?
Hermana Sarah, tranquilidad.
Sí, la Madre Superiora hizo acto de aparición. Sarah Palin, a quien Beck santificaba hace unos meses durante una entrevista en la que la declaraba una de las pocas personas capaces de salvar a América, se personaba en el Mall no para divagar sobre política, sino para rendir tributo a nuestras tropas.
Palin es madre de un soldado, después de todo, y que Dios la bendiga, y a él, y a todos los que han servido a la nación. Irrecusable. Como decía Palin, al margen de lo que se pueda decir de ella, ella sí ha educado a un soldado de combate. "No se me puede negar eso".
¿A ti? Ah, vale, habla de Los Medios de Comunicación. No importa que Beck sea uno de los representantes más ricos de los medios de comunicación. Ni que Palin se halla embolsado millones principalmente porque Los Medios de Comunicación no se cansan de ella. ¿Pero qué es un exorcismo sin demonio? ¿Y quién mejor para hurgar en las regiones más oscuras que los chicos de las cámaras?
Tocando todos sus palos, Beck invocaba el fantasma del reverendo Martin Luther King Jr., que estuvo en el mismo lugar hace 47 años para pronunciar su discurso más famoso. Donde King tenía un sueño, Beck tenía una pesadilla: "Parece que la oscuridad vuelve a crecer, la fe flaquea".
¿En serio? ¿Cuándo? Porque parece que en estos tiempos la gente no para de hablar de Dios. Ni siquiera en el apogeo del predicador Billy Graham, la mayoría de los estadounidenses podían pasar más de 16 horas despiertos sin sentirse obligados a anunciar su veneración a la deidad.
¿Y la oscuridad? El siniestro comunismo que nos ha traído el Presidente Innombrable. Las teorías conspirativas y los delirios no son ajenos a aquellos que han luchado contra el demonio del alcohol.
Al igual que el resto de los renovados con éxito -- que han dado al demonio lo suyo -- Beck tiene razón en muchas cosas. Decenas de miles respondieron a su llamada en Washington y le siguen cada noche en televisión por alguna razón. Pero también es mesiánico y traiciona la grandiosidad del adicto.