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Edward Schumacher-Matos

Europa debe acoger a los inmigrantes

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LONDRES -- El rescate financiero prometido a Grecia y al resto de economías europeas en dificultades no surtirá ningún efecto a largo plazo si la composición de la propia población europea no cambia a largo plazo. Europa necesita más bebés, más obreros y más inmigrantes si pretende salir de su descenso por la espiral económica.

Parte del encanto cultural y los estereotipos del Viejo Continente apreciados tanto por los turistas como por los europeos se verán afectados. El continente se volverá menos blanco, más homogéneo, más inquieto -- más estadounidense, en cierto sentido. Pero en la misma medida que la tesitura económica de Europa, sus problemas demográficos se traducirán en el final de su posición privilegiada post Segunda Guerra Mundial de "superpotencia del bienestar" si pretende tomar medidas de corrección enseguida.

El problema, en lo que puede ser un aviso a Estados Unidos, reside en que Europa se enfrenta a una población envejecida, falta de mano de obra y desesperada necesidad de habilidades del siglo XXI para competir con China, la India y las demás potencias pujantes en vías de desarrollo.

Las 27 naciones que componen la Unión Europea no son irrelevantes hoy en absoluto. Sigue siendo la mayor economía del mundo en la misma medida que los estadounidenses intentan restar importancia a la UE. También es más justa que Estados Unidos, y según múltiples variables tiene más vías de movilidad social para que la ciudadanía pase de pobre a rica.

Sus fallos se encuentran al mirar al futuro. El crecimiento y la creación de empleo son mínimos, la deuda nacional de la mayoría de los miembros es elevada y sus generosos sistemas de bienestar social son insostenibles a largo plazo. Además de las reformas fiscales y el resto de reformas económicas, la solución a todos estos problemas se encuentra en una ciudadanía europea más trabajadora, más formada y más especializada.

Como advertía el informe encargado por el Consejo de Europa dado a conocer la pasada semana elaborado por 12 "sabios": "La elección en el caso de la Unión Europea está clara: Reformarse o pasar a la irrelevancia". Presidido por el ex primer ministro español Felipe González, el grupo se compone del héroe de la independencia polaca Lech Walesa, el ex editor del Financial Times Richard Lambert, el arquitecto holandés Rem Koolhaas, el economista austríaco Rainer Muenz, el alcalde de Stuttgart Wolfgang Schuster y el economista italiano Mario Monti.

"Hacia el año 2030 se proyecta que Asia será puntero en el desarrollo tecnológico y científico", reza el informe, mientras que Europa "podría caer en la marginación, siendo una península occidental del continente asiático cada vez más irrelevante".

La edad de jubilación actual en Europa ronda los 62 años en el caso de los varones y los 60 en el de las mujeres. La esperanza de vida, sin embargo, es de 75 años en el caso de los varones y 82 en el de las mujeres, más elevada que en Estados Unidos. Se espera que se eleve de 15 a 20 años durante este siglo en la mayoría de países europeos.

Al mismo tiempo, sólo el 58% de las mujeres en edad laboral trabaja hoy. Aún así, la tasa de fertilidad es de apenas 1,5 hijos por mujer, muy por debajo de los 2,1 necesarios para mantener el mismo nivel de población.

Sin "políticas de compensación", proyecta el informe, en cuestión de 40 años Europa tendrá apenas cuatro trabajadores por cada tres jubilados, un saldo imposible para pagar las prestaciones actuales.

Los sabios proponen elevar la edad de jubilación. También recomiendan más apoyo público a la natalidad y conciertos laborables flexibles para alentar a más mujeres a trabajar y a la vez tener más descendencia. Mayor movilidad laboral dentro de Europa, alentada por una mayor homologación de los títulos profesionales, de las prestaciones de jubilación y de los derechos electorales también ayudaría.

Pero tales cambios internos no bastarán para compensar el descenso que se proyecta de 68 millones de trabajadores hacia el año 2050 con los actuales índices de participación en el mercado laboral, según el informe. La única alternativa es elevar la inmigración, una cuestión política candente en Europa y en Estados Unidos.

Pero, como reza el informe: "Con demasiada frecuencia, la inmigración se percibe como un lastre que hay que acarrear en lugar de como una oportunidad a aprovechar".

Los sabios instan a crear una política común de inmigración en la UE que atraiga a más inmigrantes con formación, como más visados de trabajo y controles fronterizos adicionales que restrinjan la inmigración ilegal. Su informe recomienda utilizar un sistema de puntos parecido al de Canadá o el de Australia -- pero al que se resisten los Demócratas del Congreso estadounidense -- que tiene en cuenta la formación y los vínculos familiares a la hora de elegir a los inmigrantes.

Combinado con más inversión en investigación y oportunidades de formación superior, el informe es uno de los muchos en Europa que pretenden elevar la competitividad y atraer inmigrantes. Europa y Estados Unidos vacilan a costa suya.

Europa debe acoger a los inmigrantes

Edward Schumacher-Matos
Edward Schumacher-Matos
martes, 18 de mayo de 2010, 06:19 h (CET)
LONDRES -- El rescate financiero prometido a Grecia y al resto de economías europeas en dificultades no surtirá ningún efecto a largo plazo si la composición de la propia población europea no cambia a largo plazo. Europa necesita más bebés, más obreros y más inmigrantes si pretende salir de su descenso por la espiral económica.

Parte del encanto cultural y los estereotipos del Viejo Continente apreciados tanto por los turistas como por los europeos se verán afectados. El continente se volverá menos blanco, más homogéneo, más inquieto -- más estadounidense, en cierto sentido. Pero en la misma medida que la tesitura económica de Europa, sus problemas demográficos se traducirán en el final de su posición privilegiada post Segunda Guerra Mundial de "superpotencia del bienestar" si pretende tomar medidas de corrección enseguida.

El problema, en lo que puede ser un aviso a Estados Unidos, reside en que Europa se enfrenta a una población envejecida, falta de mano de obra y desesperada necesidad de habilidades del siglo XXI para competir con China, la India y las demás potencias pujantes en vías de desarrollo.

Las 27 naciones que componen la Unión Europea no son irrelevantes hoy en absoluto. Sigue siendo la mayor economía del mundo en la misma medida que los estadounidenses intentan restar importancia a la UE. También es más justa que Estados Unidos, y según múltiples variables tiene más vías de movilidad social para que la ciudadanía pase de pobre a rica.

Sus fallos se encuentran al mirar al futuro. El crecimiento y la creación de empleo son mínimos, la deuda nacional de la mayoría de los miembros es elevada y sus generosos sistemas de bienestar social son insostenibles a largo plazo. Además de las reformas fiscales y el resto de reformas económicas, la solución a todos estos problemas se encuentra en una ciudadanía europea más trabajadora, más formada y más especializada.

Como advertía el informe encargado por el Consejo de Europa dado a conocer la pasada semana elaborado por 12 "sabios": "La elección en el caso de la Unión Europea está clara: Reformarse o pasar a la irrelevancia". Presidido por el ex primer ministro español Felipe González, el grupo se compone del héroe de la independencia polaca Lech Walesa, el ex editor del Financial Times Richard Lambert, el arquitecto holandés Rem Koolhaas, el economista austríaco Rainer Muenz, el alcalde de Stuttgart Wolfgang Schuster y el economista italiano Mario Monti.

"Hacia el año 2030 se proyecta que Asia será puntero en el desarrollo tecnológico y científico", reza el informe, mientras que Europa "podría caer en la marginación, siendo una península occidental del continente asiático cada vez más irrelevante".

La edad de jubilación actual en Europa ronda los 62 años en el caso de los varones y los 60 en el de las mujeres. La esperanza de vida, sin embargo, es de 75 años en el caso de los varones y 82 en el de las mujeres, más elevada que en Estados Unidos. Se espera que se eleve de 15 a 20 años durante este siglo en la mayoría de países europeos.

Al mismo tiempo, sólo el 58% de las mujeres en edad laboral trabaja hoy. Aún así, la tasa de fertilidad es de apenas 1,5 hijos por mujer, muy por debajo de los 2,1 necesarios para mantener el mismo nivel de población.

Sin "políticas de compensación", proyecta el informe, en cuestión de 40 años Europa tendrá apenas cuatro trabajadores por cada tres jubilados, un saldo imposible para pagar las prestaciones actuales.

Los sabios proponen elevar la edad de jubilación. También recomiendan más apoyo público a la natalidad y conciertos laborables flexibles para alentar a más mujeres a trabajar y a la vez tener más descendencia. Mayor movilidad laboral dentro de Europa, alentada por una mayor homologación de los títulos profesionales, de las prestaciones de jubilación y de los derechos electorales también ayudaría.

Pero tales cambios internos no bastarán para compensar el descenso que se proyecta de 68 millones de trabajadores hacia el año 2050 con los actuales índices de participación en el mercado laboral, según el informe. La única alternativa es elevar la inmigración, una cuestión política candente en Europa y en Estados Unidos.

Pero, como reza el informe: "Con demasiada frecuencia, la inmigración se percibe como un lastre que hay que acarrear en lugar de como una oportunidad a aprovechar".

Los sabios instan a crear una política común de inmigración en la UE que atraiga a más inmigrantes con formación, como más visados de trabajo y controles fronterizos adicionales que restrinjan la inmigración ilegal. Su informe recomienda utilizar un sistema de puntos parecido al de Canadá o el de Australia -- pero al que se resisten los Demócratas del Congreso estadounidense -- que tiene en cuenta la formación y los vínculos familiares a la hora de elegir a los inmigrantes.

Combinado con más inversión en investigación y oportunidades de formación superior, el informe es uno de los muchos en Europa que pretenden elevar la competitividad y atraer inmigrantes. Europa y Estados Unidos vacilan a costa suya.

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