Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Copo | Literatura

De Félix Grande y una enseñanza suya

Recorrí buena parte de Andalucía con sus poemas y bonhomía
José García Pérez
martes, 3 de enero de 2017, 00:09 h (CET)
Con Félix Grande, Premio Nacional de las Letras Españoles, recorrí buena parte de Andalucía con sus poemas y bonhomía a lomos de la amistad. Un día se nos fue, pero dejó sus escritos de los que tan sólo nombro dos: el poemario “Las rubáiyátas de Horacio Martín” y la novela “La balada del abuelo Palancas”, dos auténticas obras de arte.

Seductor de nacimiento, Félix fue un hombre que pasó por este mundo haciendo el bien. No vengo aquí para ensalzar su obra literaria o su vida, para ello existen insignes críticos y biógrafos que han realizado excelentes trabajos sobre ambos aspectos.

Lo recuerdo con su mujer Paquita Aguirre -Premio Nacional de Poesía-, paseando por “ese lugar donde el viento silba nácar”, La Antilla, Lepe, dejando a su paso el aroma de la sencillez, hecho que solamente es realizado por los auténticos genios, camino de casa Bruno, para deleitarnos con unas tortillitas de camarones, o por San Fernando, en compañía de Paco Basallote, en una cena en la Venta de Vargas en el reservado dedicado al Camarón de la Isla deleitándonos con su relato al maestro de los haikus y al que esto escribe sobre un pequeño encontronazo entre el joven Camarón y Manolo el Caracol.

Cuando nos sentábamos a tomar algo, el camarero siempre preguntaba por las bebidas que íbamos a consumir y Félix, bebedor de cerveza, siempre decía lo mismo: “Por favor, yo una caña pero me la trae usted cuando sirva la comida”.

Eso lo aprendí de él y lo sigo haciendo, especialmente con la rubia bebida; y es que si te la ponen antes que la tortillita de camarones o ya te la has bebido la cerveza o ha perdido la corona de su blanca espuma.

“Las cosas a su debido tiempo, José”, me decía Félix con su sabia parsimonia y esa voz con la que endulzaba el ambiente más agrio que podía existir.

Esa enseñanza de Félix la intento llevar a la práctica en todos los aspectos de mi vida; sin embargo, existen momentos en los que unos se acelera en demasía. Ayer fue, uno de ellos pues no llegué a contar hasta tres y me equivoqué con algunos amigos.

Hoy pido perdón.

Noticias relacionadas

Lo que voy a decir no se apoya -no lo pretende, además lo rechaza- en ningún argumento científico. Rechazo en general lo científico porque proviene, tal caudal de conocimiento, de la mente humana matemática, fajada y limitada, sobre todo no mente libre sino observante desde muchos filtros atascados de prejuicios.

No es ninguna novedad que vivimos en un tiempo donde el pulso de la coexistencia social parece haberse acelerado en una deriva incomprensible, enfrentándonos con la paradoja de una humanidad cada vez más próxima, sin que ello se traduzca necesariamente en la cercanía o comprensión mutua.

El filólogo humanista Noam Chomsky decía que “si no se está de acuerdo con una cuestión, el hecho de formular y escuchar críticas, forma parte de la convivencia, y así se espera que sea”. De este modo, Chomsky argumenta el derecho y obligación a ejercer la crítica como proceso para la construcción de la convivencia.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto