Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | INCENDIOS | Fuego | España | Prevención | Prevención de incendios

El precio de no prevenir

Es urgente un pacto serio, con presupuesto estable y coordinación real
Conchi Basilio
lunes, 25 de agosto de 2025, 15:41 h (CET)

Cada verano, España vuelve a contar sus heridas en hectáreas quemadas, pueblos evacuados y ecosistemas destruidos. Este 2025 no ha sido la excepción, cientos de miles de hectáreas arrasadas en pocas semanas confirman que los incendios forestales se han convertido en la gran emergencia ambiental de nuestro país. Pero lo más grave no son solo las llamas, sino la sensación de sinsentido y abandono que rodea la gestión de esta tragedia.


La realidad es incómoda, mientras los incendios crecen en extensión e intensidad, la inversión en prevención ha caído en muchas comunidades autónomas. Y lo más grave es que algunas de ellas no hacen prevención de ninguna clase, a pesar de que reciben fondos estatales destinados específicamente a esta tarea. Los planes de limpieza, desbroce o vigilancia se reducen al mínimo, dejando los montes convertidos en auténticos polvorines a la espera del primer chispazo.


A ello se suma la situación de los bomberos forestales, pieza clave de todo el sistema. En demasiadas comunidades se les contrata solo durante tres o cuatro meses al año, en pleno verano, como si los incendios fueran un fenómeno estacional y no una amenaza constante, en un país cada vez más seco y cálido.  La precariedad de sus contratos, los salarios bajos y la falta de estabilidad laboral, no solo son injustos para quienes arriesgan su vida en primera línea, sino que comprometen la eficacia misma de la prevención y la extinción. Sin brigadas permanentes no hay monte cuidado ni respuesta rápida posible.


El Gobierno central, por su parte tampoco queda al margen de la crítica. Desde 2022 está obligado a fijar directrices comunes para que las autonomías elaboren planes de prevención eficaces, pero tres años después esas normas siguen sin aprobarse. El resultado es una España fragmentada, comunidades que improvisan con medios desiguales, un Estado que reacciona más que anticipa y una coordinación que muchas veces llega tarde.


El discurso oficial suele centrarse en los aviones y helicópteros desplegados, en las imágenes espectaculares de medios de extinción en acción. Pero lo cierto es que apagar un incendio cuesta seis veces más que prevenirlo. Y, aun así, se sigue apostando por la extinción como escaparate, en lugar de invertir en la gestión forestal, en la recuperación del medio rural o en condiciones dignas para quienes combaten el fuego sobre el terreno.


Los expertos llevan años advirtiendo, con el cambio climático, que los incendios de “sexta generación” serán cada vez más frecuentes y descontrolados. Más calor, más sequía y más abandono rural equivalen a más riesgo. No se trata de si volverá a ocurrir, sino de cuándo y con que magnitud. Y, sin embargo, la política forestal sigue siendo reactiva, intermitente y, en demasiadas ocasiones rehén de disputas entre comunidades y Gobierno central.


El verdadero sinsentido es que, lo que hoy se quema no son solo montes, sino oportunidades de futuro. Cada hectárea arrasada es menos biodiversidad, menos suelo fértil, menos agua retenida y en muchos casos, menos población en los pueblos que languidecen tras el humo. El fuego acelera el abandono rural y convierte la España vacía en una España quemada.


Es urgente un pacto serio, con presupuesto estable y coordinación real, que se entienda que la prevención no es un gasto, sino la única inversión que puede salvarnos de repetir cada verano el mismo drama. Porque mientras sigamos apagando el monte a golpe de titular, las llamas seguirán demostrando que la desidia cuesta más que cualquier inversión que nunca se hizo.

Noticias relacionadas

Jose María Ballester perdió las elecciones a las que se presentaba como candidato del PP, pero tras pactar legítimamente con el partido Independiente por las Nacionalidades (PIPN) consiguió una vara de mando que no está dispuesto a soltar fácilmente. 

¿Quién nos iba a decir a nosotros, los “españoles de nuevo cuño”, es decir, a los que fuimos protagonistas y testigos de la implantación de la democracia a partir de la Constitución Española de 1978 que estableció (con el 87’79 % de votos positivos) una monarquía parlamentaria, basada en la soberanía nacional y el estado democrático de derecho que, 47 años después íbamos a sufrir un “singular” gobierno repleto de antipatriotas y huidos?

Proliferan por doquier las banderas, pancartas y pegatinas con el lema FREE PALESTINE, en clara reivindicación de una supuesta «liberación» de la gente que vive en ese territorio que la historia ha dado en denominar Palestina. Y considera este autor que «liberar» dicha zona es una de las peores ideas contemporáneas, a menos, claro está, que se esté dispuesto a defender el genocidio (este sí) del contenido humano del Estado de Israel primero, y de todos los judíos después.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto