Tras los incendios que estamos atravesando, el calentamiento climático y todos los imponderables surgidos, podemos extraer las siguientes conclusiones:
Primero, dar mil gracias a quienes velan y cuidan por la madre naturaleza, y veneran sus árboles y plantas y las cuidan, y apagan los fuegos, con gran valor, constancia y entereza moral, poniendo a veces en peligro sus propias vidas.
En segundo lugar, podemos meditar: ¿en qué hemos fallado? Hemos fallado claramente en el olvido en gran parte de lo rural y del campo, en no cuidar adecuadamente nuestros montes y prevenir los incendios, en no fomentar más lo rural y menos lo urbano, buscando un reequilibrio muy necesario en nuestra moderna civilización.
Creo que hay serias responsabilidades en los gestores públicos que no han estado a la altura en cuanto a la prevención de estos graves incendios forestales: no hacer suficientes cortafuegos, ni más limpieza y saca de leñas muertas de los bosques, etc. Y por ello tienen una grave responsabilidad moral y social. ¿Se hacen autovías y autopistas con miles de millones de euros, pero no se hacen suficientes cortafuegos? Igualmente, hay que sembrar especies que ardan menos frente al fuego, e igualmente, si se repueblan las zonas rurales habrá más gentes y más control. Eso hicieron los Reyes Católicos en toda la Reconquista.
El fuego es el gran destructor, y la única manera de que el fuego no nos destruya es usar los elementos tecnológicos y esa famosa inteligencia artificial para controlar el fuego, para tener sensores en la naturaleza, para establecer protocolos de prevención más adecuados, para establecer grupos de voluntarios que ayuden a la prevención, para que los ciudadanos apadrinen los bosques y los árboles… La inteligencia artificial, los móviles y satélites pueden geolocalizar a los posibles incendiarios delincuentes in situ. ¡Desarrollen una aplicación para ello!
Hay una cultura bastante importante, la celta, y esa cultura es aún conocida en parte en el valle del Baztán, en Navarra, donde hay vecinos que son nombrados jurados de montes cada año. Tenemos que hacernos responsables de nuestros bosques, entre todos, y sobre todo invertir más recursos, y que exista en cada CCAA, en cada ayuntamiento, en cada Diputación y en el Estado un organismo de desarrollo y prevención del mundo rural.
Creo que los gobernantes, en buena parte, no están a la altura. Hay que ir más allá de lo ecológico: hay que ir hacia ese respeto a la naturaleza de forma ordenada y racional. La Unión Europea y la Europa de las regiones deben poner más medios y estar a la altura para apoyar más el medio rural y prevenir los incendios.
Creo que los actores políticos deberían dejar paso a otras personas con más iniciativa, más ideas y compromiso con el medio ambiente, y que apliquen todos esa ciencia y descubrimientos científicos a proteger nuestro medio ambiente y montes.
Hay culturas como la celta, y los propios salmos cristianos, que exponen que los árboles y, en general, la naturaleza son algo sagrado. Cuando esa perspectiva se pierde y solo hay una visión sesgada y utilitarista, así nos va.
Los bosques son el pulmón de la Tierra; si ellos mueren, tarde o temprano el ser humano lo hará también. No me cabe la menor duda.
|