Es demencial que se invierta más en políticos y asesores, que en científicos y puestos de trabajo productivos que generarían riqueza en nuestra nación.
Nuestra sociedad se interesa muy poco por todas las expresiones políticas tan importantes en cada ciudadano. Si no participamos de forma activa en la política, en los problemas de nuestra casa en común, poco o nada podemos exigir para erradicar las actitudes de mala gestión, corrupción etc., que llevamos soportando tantos años y que se quiere difuminar por los intereses partidas de nuestro espectro político.
Hay que dar trabajo, oportunidades y nunca limosnas; la dignidad de las personas es lo más grande que se posee, junto con la libertad.
Cuanta más ilusa esté la ciudadanía más sencilla resulta seducirla, engañarla.
Acabo con esta reflexión de D. José Ortega y Gasset.
“En épocas críticas puede una generación condenarse a histórica esterilidad por no haber tenido el valor de licenciar las palabras recibidas, los credos agónicos, y hacer en su lugar la enérgica afirmación de sus propios, nuevos sentimientos. Como cada individuo, cada generación, si quiere ser útil a la humanidad, ha de comenzar por ser fiel a sí misma”.
Hay que buscar un equilibrio cultural, no por imposiciones o alianzas de civilizaciones, por convicciones reales, porque la realidad conduce a la libertad individual, el bien más preciado que la naturaleza nos dio.
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