Regreso del actual campeón del mundo en una maravillosa carrera plagada de adelantamientos. El agua se convirtió en protagonista y facilitó un espectáculo sobresaliente sobre el circuito de Albert Park. La lucha entre grandes ofreció las dosis de emoción tantas veces exigidas, con un Kubica maestro y un Felipe intransigente a la hora de colaborar con su compañero de escudería.
Roberto Carrera / SIGLO XXI
Cual Gene Kelly en 'Singin’ in the rain' debió salir Bernie Ecclestone al paddock australiano. Tras un estreno mediocre en adrenalina, el preciado líquido permitió la tan ansiada lucha entre máquinas, con adelantamientos épicos, remontadas gloriosas y errores fatídicos que alimentan la leyenda de este trazado. Pura Fórmula 1.
Siempre nos quedará Australia
Y es que hay circuitos marcados en el calendario de los aficionados por su espectacularidad, y Albert Park sigue sin defraudar a las expectativas. Como si estuviera programado de antemano, las primeras gotas sorprendieron a los pilotos en plena línea de salida. Carrera en mojado y neumáticos intermedios para todos los monoplazas.
Con el semáforo apagado, el F10 de Alonso ofreció al público preocupantes clases de patinaje. Un posible problema de embrague retardó la arrancada y originó, en la primera curva del trazado, un toque con Button que relegaría al español hasta la decimoctava posición. Tocaba milagro para el asturiano. No fue el único damnificado, pues hasta cuatro coches abandonaron el gran premio en los primeros compases (nuevo estropicio 'made in Kobayashi' incluido).
Sin riesgo no hay victoria
La lluvia comenzó a extinguirse y en los boxes la duda era evidente. ¿Quién iba a ser el primero en optar por el compuesto blando para sus ruedas? El piso permanecía ligeramente mojado, pero Jenson Button probó fortuna con apenas siete giros. Fue el primer paso hacia el triunfo. Cuando el británico encontró estabilidad, sus tiempos obligaron a sus rivales a copiar la estrategia y los neumáticos lisos cogieron el protagonismo que ya no iban a abandonar durante todo el Gran Premio.
La locura climática terminó por ofrecernos una apasionante lucha entre grandes, un sueño que hasta ahora parecía tan necesario como improbable. El cuarteto formado por Hamilton, Massa, Webber y Alonso componía un 'trenecito' de lujo, una visión que no por esperada ha sido menos emocionante. Por detrás, Schumacher, que compartió el destino de Alonso en la salida, demostró que todavía queda demasiado óxido en los los legendarios engranajes del campeón bávaro.
Vettel y Red Bull se alían con la desgracia
Sebastian retomaba su monopolio en carrera, tal como lo había hecho dos semanas antes. Y una vez más, cuando la gloria parecía inevitable, los problemas del Red Bull jugaron una mala pasada al talentoso piloto alemán. Un fallo en un disco de freno lo arrastró hasta la arena sin posibilidad de retorno. Gran equipo y gran piloto. Pero sigue faltando algo.
A estas alturas Fernando ya había alcanzado a Felipe Massa tras una remontada sublime. Pero después de verse condenado durante años al segundo plato, quedó patente que el brasileño no va a dar facilidades a su vecino de box, y eso a pesar del evidente ritmo superior del piloto español. Incapaz uno de aumentar ritmo y siendo imposible el adelantamiento, los Ferrari se conformaron esperando que sus neumáticos aguantasen en forma hasta la bandera a cuadros.
Nadar para morir en la orilla
Hamilton y Webber, por contra, decidieron renovar ruedas y recortando más de un segundo por vuelta alcanzaron fácilmente a los monoplazas del Cavallino. Respiro para un Robert Kubica memorable, que veía en la lucha por el tercer puesto su salvación para conservar sin apuros una segunda plaza ganada a fuerza de casta.
Cuando peor pintaba la situación para los de rojo, Fernando sacó su plante y resistió con habilidad los intentos de su antiguo compañero de equipo. Lewis no encontraba el lugar, y el tiempo agonizaba con cada giro. Lo que no tuvo en cuenta el campeón inglés fue la presencia de Webber como escudero. Con un Red Bull gafado de guardaespaldas, el desenlace no podía discernir demasiado de lo sucedido. Bloqueo de ruedas de Fernando al que Hamilton responde con habilidad y Mark se come sin remedio, embistiendo al McLaren y limpiando el panorama para el asturiano.
Ni siquiera Rosberg inmutó lo que ya sería la clasificación definitiva. Button apostó fuerte y ganó en una carrera que a buen seguro le trasladó a sus tiempos de oro con el Brawn. Decepción brutal de los Red Bull y demostración de fuerza de Ferrari, que continúa como la escudería más eficiente del campeonato.
A pesar de las intensas emociones, el calendario no da tregua y en una semana comenzará el Gran Premio de Malasia en Sepang. Nueva oportunidad para ganadores y derrotados para demostrar que lo de Albert Park no ha sido tan solo un espejismo... pasado por agua.
Button celebra su triunfo en Melbourne (© McLaren)
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