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​¿Qué hacer ante una picadura de medusa? Todo lo que necesitas saber para disfrutar de un baño sin riesgos

Descubre por qué el aumento de las temperaturas atrae a estas criaturas marinas y cómo protegernos y actuar si nos pican
Redacción
jueves, 7 de agosto de 2025, 11:26 h (CET)

Las cálidas aguas del verano nos invitan a disfrutar de la playa y el mar, pero con la subida de las temperaturas, una amenaza silenciosa emerge en nuestras costas: las medusas. Estos enigmáticos animales marinos, bellos y transparentes, se convierten en la pesadilla de muchos bañistas, causando picaduras que pueden arruinar un día de vacaciones. Saber cómo actuar es crucial para minimizar los riesgos y disfrutar del verano sin sobresaltos.


ZMEDUSAS


¿Por qué hay más medusas cuando hace calor?


El aumento de las temperaturas no es solo una señal del verano, sino un factor determinante en la proliferación de medusas en las playas. El calentamiento de las aguas marinas, un fenómeno asociado al cambio climático, favorece de manera directa su ciclo reproductivo. Cuando el agua alcanza temperaturas más altas, los pólipos de las medusas —su fase de vida anclada al fondo— se activan, liberando una mayor cantidad de medusas al medio marino. Este proceso se acelera y se prolonga, lo que significa que no solo hay más medusas, sino que también aparecen antes de lo habitual y permanecen durante más tiempo en nuestras costas. A este factor se suma la sobrepesca de sus depredadores naturales, como las tortugas marinas, el pez luna o el atún, que al disminuir su población, permiten que las medusas se reproduzcan sin un control biológico efectivo. Como resultado, las corrientes superficiales, que también se ven alteradas por los cambios climáticos, terminan arrastrando estas grandes agrupaciones de medusas hacia la orilla, convirtiendo lo que antes era un avistamiento esporádico en una presencia masiva y recurrente.


Los distintos tipos de medusas


Las medusas son criaturas fascinantes que se mueven a merced de las corrientes. Su cuerpo gelatinoso esconde una red de tentáculos repletos de células urticantes, llamadas nematocistos. Estas células, al contacto, inyectan una toxina que es la responsable de la dolorosa reacción. Aunque todas las medusas pican, la intensidad y el tipo de reacción varían enormemente dependiendo de la especie.


En las costas españolas, es común encontrar varias especies, cada una con un nivel de peligrosidad diferente. Una de las más habituales es la medusa clavel (Pelagia noctiluca), de color rosado o morado, cuyo contacto provoca una picadura dolorosa y una sensación de quemazón. Aunque no suele ser grave, su presencia masiva puede hacer que se cierren playas. Otra medusa frecuente es la medusa luminiscente (Aequorea forskalea), que aunque tiene una picadura menos potente, su gran tamaño y su capacidad de bioluminiscencia pueden resultar impresionantes. Sin embargo, hay especies más peligrosas que han empezado a aparecer con mayor frecuencia. La medusa de la luz (Chrysaora hysoscella), con su sombrilla rayada, puede provocar lesiones cutáneas más severas y duraderas.


El terror de las costas atlánticas y, cada vez más, del Mediterráneo, es la fragata portuguesa (Physalia physalis). Aunque no es una medusa en sí misma, sino una colonia de organismos, su picadura es extremadamente dolorosa y puede causar problemas graves, como paradas cardiorrespiratorias en personas sensibles. Sus largos tentáculos, que pueden medir varios metros, son una amenaza flotante incluso después de que el cuerpo principal haya sido arrastrado a la orilla. La medusa huevo frito (Cotylorhiza tuberculata), por otro lado, es una de las más inofensivas, con una picadura muy leve, y es un espectáculo común en el Mediterráneo.


Síntomas de las picaduras: desde el dolor local a reacciones graves


Los síntomas de una picadura de medusa suelen ser inmediatos. La reacción más común es un dolor agudo y punzante, similar a una quemadura, que se acompaña de un enrojecimiento de la piel en la zona afectada. Es habitual que aparezcan ronchas o ampollas en la forma de los tentáculos que han tocado la piel. Esta irritación puede durar varias horas o incluso días, dejando una marca que tarda en desaparecer.


En algunos casos, los síntomas pueden ser más graves. Si la picadura es de una especie más peligrosa, como la fragata portuguesa, o si la persona tiene una reacción alérgica, pueden aparecer síntomas sistémicos. Estos incluyen náuseas, vómitos, mareos, calambres musculares, dificultad para respirar e incluso una arritmia cardíaca. En estas situaciones, es fundamental buscar atención médica de urgencia.


Guía de primeros auxilios: qué hacer ante una picadura


Ante una picadura, la reacción debe ser rápida y calmada. Lo primero y más importante es salir del agua y limpiar la zona afectada. Si es posible, se debe lavar la herida con agua de mar, ya que el agua dulce puede activar los nematocistos restantes y empeorar la situación. Es crucial evitar frotar la piel, ya que esto también puede liberar más veneno.


El siguiente paso es inactivar las células urticantes que aún queden en la piel. Se ha demostrado que la aplicación de vinagre es una medida efectiva para muchas de las especies que habitan en nuestras costas. Sin embargo, en el caso de la fragata portuguesa, el vinagre puede ser contraproducente, por lo que es mejor usar calor. La aplicación de compresas calientes, a una temperatura de unos 45 grados centígrados durante 20 minutos, desactiva el veneno. Es fundamental tener en cuenta que no se debe aplicar hielo directamente sobre la herida.


Una vez inactivadas las células, se pueden retirar los restos de los tentáculos con unas pinzas o con el borde de una tarjeta de crédito, nunca con las manos desnudas. Una vez limpia la zona, se puede aplicar una crema con cortisona para aliviar el dolor y la inflamación. Si el dolor persiste o si se presentan síntomas más graves, es imprescindible acudir a un centro médico.


La mejor prevención es la información. Antes de ir a la playa, es recomendable consultar los avisos de banderas y los informes de las autoridades locales sobre la presencia de medusas. Además, hay que evitar tocar las medusas, incluso si parecen muertas en la orilla, ya que sus células urticantes pueden seguir activas. El mar es un ecosistema maravilloso, pero requiere de nuestro respeto y conocimiento para disfrutarlo con seguridad.

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Las cálidas aguas del verano nos invitan a disfrutar de la playa y el mar, pero con la subida de las temperaturas, una amenaza silenciosa emerge en nuestras costas: las medusas. Estos enigmáticos animales marinos, bellos y transparentes, se convierten en la pesadilla de muchos bañistas, causando picaduras que pueden arruinar un día de vacaciones. La prevención y saber cómo actuar es crucial para minimizar los riesgos y disfrutar del verano sin sobresaltos. 

El aumento de la exposición durante el verano a factores externos como el sol, el cloro, el aire acondicionado o el polen provocan un incremento de las consultas relacionadas con problemas oculares. En este sentido, se aprecia un repunte en casos de conjuntivitis, queratitis, síndrome de ojo seco y traumatismos oculares durante estos meses. Afecciones que, de no ser tratadas correctamente y a tiempo, pueden derivar en complicaciones importantes.

Con la llegada de las altas temperaturas, los especialistas advierten sobre el peligro del golpe de calor, una urgencia médica que puede ser especialmente grave en los niños por su menor capacidad para regular la temperatura corporal. Los principales signos de alarma por un golpe de calor incluyen fiebre alta, confusión mental, piel caliente y enrojecida, sudoración excesiva, náuseas o vómitos.

 
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