Hay personas que disfrutan dialogando, charlando, conversando. Te escuchan, se esfuerzan por comprenderte, y al final subrayan la parte compartida. Un ejemplo: “Es verdad, en las comidas familiares, no se debe hablar de política”. Otro ejemplo: “Estoy de acuerdo, nuestro pensamiento depende de las “fuentes” en las que bebemos”.
Hay personas que disfrutan debatiendo, discutiendo. Te exponen una idea, e intentan convencerte. Lo hacen argumentando. Quieren que su idea se imponga, y que la tuya sea rechazada, casi siempre después de escucharte.
Algunas veces, cantan victoria, sin argumentos o pruebas concluyentes. Un ejemplo: “Está comprobado, la justicia es más comprensiva con la derecha”. Otro ejemplo: “En general, cuando gobierna la izquierda, aumentan los impuestos y el paro”.
Hay personas que disfrutan combatiendo, o mejor dicho, por no saber debatir, es decir, argumentar, combaten, luchan, te atacan, te interrumpen con rabia, y se cierran, es decir, se niegan a reflexionar sobre tu aportación.
Un ejemplo: “Tonterías, beber, no beber, cuando te llegue la hora te morirás igual”. Un par de ejemplos más: “Que te calles, no tienes razón, los tuyos son más corruptos”.. “Y una mierda para los catalanes, yo como decía no sé quién, los bombardearía cada 3 años”.
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