Según los datos de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos cada año necesitan recibir estos servicios en torno a 126.000 pacientes, pero en la práctica sólo los recibe un cuarenta por ciento. Además de la falta de una oferta pública de especialización, no existe una política común de atención a enfermos terminales, sean adultos o niños.
Lo mismo ocurre con las denominadas “enfermedades raras” infantiles. El empeño del Gobierno de implantar la cultura de lo que denomina “muerte digna” no es tal si no se ofrece la posibilidad de los cuidados paliativos, los únicos adecuados para garantizar una asistencia integral, tanto para la vida terminal como para el momento de la muerte.
Los cuidados paliativos, especialmente en los niños, representan el desarrollo de una medicina humanizadora a la que ninguna administración pública en su sano juicio debería dar la espalda.
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