Han transcurrido ocho meses desde que la Dana cambió la historia en Valencia. Poco tiempo para la reconstrucción emocional, según los datos que manejan los psicólogos y expertos en catástrofes ambientales, y más escaso aún para lo que ha sido el restablecimiento del orden público, viabilidad, arreglo de fachadas, desagües y más; según leemos, vemos y nos cuentan. Esto, a pesar de los esfuerzos de índole privado y los promovidos por empresas y particulares voluntarios; quienes siempre tendrán un lugar inolvidable en las poblaciones afectadas.

(Foto de: Jorge Gil - Europa Press)
Pero hoy… ¿Se pueden ejercer acciones, pequeños pasos para fortalecer la psique y disminuir esa sensación de soledad y abandono que también encontramos en los reportes de vecinos y familiares afectados?
Según datos del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, el 13,5% de la población española vive en una situación de soledad crónica. El estudio presentado en junio de este año, que lleva por nombre: “Decálogo de Características de las Políticas Públicas de Soledad no Deseada”, refiere que existe un consenso en la población acerca de la necesidad de reforzar las acciones para reducir la soledad no deseada. “La gran mayoría de la sociedad considera que la lucha contra la soledad debe ser una cuestión prioritaria para las Administraciones públicas, así como una responsabilidad compartida por el conjunto de la sociedad. Además, una amplia mayoría afirma que realiza acciones que ayudan a combatir la soledad, pero también a una gran mayoría le gustaría poder realizar más acciones”, se puede leer en el estudio publicado en https://www.soledades.es/.
En Valencia el padecimiento de soledad no deseada se ha exacerbado por todo lo acontecido con la DANA, y por las vivencias de los meses siguientes; que también hemos y seguiremos reportando en este espacio. Es inevitable no recordar a todas esas personas ubicadas en pisos superiores donde todavía no funcionan sus ascensores, por ejemplo.
Acciones en comunidad
Frente a ese sentimiento de soledad y abandono, parte del estudio publicado ofrece algunas líneas de orientación para hacerle frente a esta situación. Reúno aquí algunas de esas ideas con la finalidad de arrojar un poco de luz, a esas ideas ya preexistentes y para motivar el nacimiento de más iniciativas comunitarias.
- Las políticas deben enfocarse en crear y fortalecer los lazos y espacios de encuentro social. Esto incluye, entre otros, el fortalecimiento de redes de apoyo vecinal, el fomento de actividades grupales y la revitalización de espacios públicos para que sirvan como lugares de conexión. - Promover un sentido de pertenencia en la comunidad es fundamental para reducir el aislamiento social y la soledad no deseada. - Trabajar en los espacios relacionales. Además del trabajo comunitario, las intervenciones deben incluir el entorno familiar, un espacio clave desde donde se puede trabajar en reducir la soledad. - Desarrollar programas de acompañamiento para personas en riesgo de soledad no deseada. - Desarrollar talleres o formaciones de habilidades sociales y emocionales dirigidos a mejorar la capacidad de las personas para establecer relaciones sociales, así como para gestionar emocionalmente la soledad no deseada. - Desarrollar acompañamiento específico para que las personas tengan soledad no deseada puedan identificar condiciones o situaciones de riesgo y conozcan las acciones que pueden realizar. - Potenciar el uso de espacios comunitarios, como centros cívicos o culturales, donde se organicen actividades inclusivas y accesibles para todos los grupos. - Fomentar la creación de grupos de apoyo vecinal, donde las personas puedan reunirse, compartir experiencias y generar lazos de solidaridad. - Desarrollar programas dirigidos a familias, promoviendo espacios relacionales seguros dentro del hogar. - Implementar programas de formación en el uso de dispositivos digitales o redes de apoyo intergeneracional, donde jóvenes capaciten a personas mayores en el uso de las tecnologías.
La importancia de lo comunitario
“En muchas ocasiones se produce una desconexión respecto de la comunidad que incrementa la vulnerabilidad frente a la aparición de la soledad no deseada. Las iniciativas comunitarias son esenciales en la lucha contra la soledad no deseada, ya que promueven la creación de redes de apoyo y fortalecen el sentido de pertenencia entre los individuos. La comunidad ofrece un entorno donde las personas pueden conectarse, compartir experiencias y apoyarse mutuamente, reduciendo el aislamiento y fomentando la cohesión social”.
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