El caldo de cultivo de las realidades actuales nace de las actuaciones previas, azares y descuidos; a través de unas andanzas complejas, en una mezcolanza difícil de asimilar. Atareados en los agobios cotidianos, la mayoría de los individuos no son propensos a los análisis de la situación; como es natural, con frecuencia han de lamentar los efectos contraproducentes de los planteamientos sociales. Se percibe un nítido DISTANCIAMIENTO entre las actitudes de la gente y las causas o causantes del mencionado sostén de la realidad ambiental, con sus logros espléndidos y consecuencias lamentables. El desequilibrio ejerce sus influencias directas con carácter ponzoñoso sobre la convivencia.
Dicha separación, junto a los numerosos errores subyacentes, enturbian cualquier intento de progreso gratificante; sobre todo, por las inquietudes transmitidas al interior de las personas. Los comportamientos sucedieron y suceden (Ranchos con crematorios humanos en México, matanzas, abusos), mientras las mentalidades están ocupadas en cuestiones utilitarias. Los lamentos aúpan un GRITO al estilo de Munch, insólito, desesperado; a la vez que irónico, debido al complaciente acompañamiento entre los falseamientos ambientales. Se habla de “putrefacción mental”, pero quizá no hace falta tanto; para mantener las distancias es suficiente adaptarse al sistema establecido y con petulancia, no pensar demasiado con cierta coherencia.
El bien y el mal parecen haber quedado desplazados, disgregados, en fragmentos irreconocibles en cuanto a sus modalidades. Pienso que estamos ante un notorio ejemplo ilustrativo de cuanto sucede, estamos anclados en la tendencia de implantar el sello fijo, la etiqueta; siempre con la manía de integrar en una sola idea, una palabra, un concepto, a determinadas realidades. Algo disparatado, alejado incluso de la lógica, devino a la enorme diversidad e inestabilidad de los elementos reales. Las clasificaciones pierden su significado si no tomamos en cuenta la RESPONSABILIDAD de las actuaciones en cada ocasión, esa dimensión de estar implicados a fondo, sin disimulos, firmando con nombre y apellidos; está descuidada interesadamente.
Otra de las características de estos fenómenos perjudiciales para el buen entendimiento es la de su actuación en ciertas ETAPAS; sólo se muestran activos en determinadas fases, disimulados o silenciados fuera de ellas. En las edades juveniles son especialmente nocivas las tácticas de inculcar métodos o conceptos falseados; ejercen sus influencias a largo plazo. No se libran otras edades, vulnerables por presiones económicas o por marginaciones de diverso género. Los personalismos actúan en unos años y los efectos persisten, el penoso evento venezolano es muy expresivo en este sentido; suceden también en otras esferas de la actividad comunitaria. La cómoda adaptación a servilismos impropios es impresentable y demasiado frecuente.
No es cuestión de metáforas ocurrentes ni elucubraciones fantasiosas, generamos voluntariamente una DISTORSIÓN lacerante. Justo cuando los tiempos nos sitúan ante unos requerimientos cada vez más intrincados, con increíble docilidad encauzamos las maniobras hacia un vaciamiento progresivo de la capacidad y los hábitos de ponerse a pensar. El supuesto conocimiento detrás de una simple tecla elimina los matices particulares y responde a los intereses de quienes diseñaron sin escrúpulos el programa. El círculo se cierra, dejando sometidos a los incautos y con el campo libre a los instalados en la cúspide. A la inexperiencia inicial se añade la necedad posterior para mantener el destino inveterado de la desmesura.
Como suele ocurrir, la reiteración de ciertas prácticas las convierte en nuevos modelos de formatos tentadores para continuar con dichas experiencias; sobre todo, si no abundan los análisis ni las reflexiones. En el amplio OBSERVATORIO social abundan este tipo de ejemplos. Es relevante el déficit de atención, por la suficiencia asumida en las actuaciones impulsivas sin mayores requerimientos. El lenguaje sincopado empobrece los matices de la comunicación, facilita el trato superficial de los eventos. Las carencias reflexivas reducen las posibilidades de aprovechar los avances tecnológicos y de soslayar los inconvenientes. Cito también la crisis de identidad reflejada en los seguidores arrastrados por la vorágine ambiental incesante.
Fruto del vaciamiento progresivo de las mentalidades, enfrascados en el tumultuoso ambiente vociferante y acuciados por las decisiones precipitadas; se convierte en un requisito fundamental el registro de los conocimientos básicos en documentos testimoniales. De donde surgen los PROTOCOLOS para cada sector de las actuaciones comunitarias, su presencia es necesaria. Sin embargo, la fijación suele provocar exageraciones peligrosas. El protagonismo protocolario entraña un desplazamiento progresivo de las personas a posiciones secundarias, incluso puestas al servicio del protocolo (En sanidad, instituciones, empresas). Era una medida de gran utilidad, transformada en un arma abusiva en contra del personal.
En determinadas direcciones no sirve de nada mirar, no se puede ver nada. Existen orientaciones naturales cargadas de enigmas constituyentes de retos vitales, sólo se consiguen ciertos descubrimientos junto a nuevos hallazgos misteriosos. La intimidad es una de esas zonas, cuando se expone algo de ella ya deja de ser íntimo, permanecen ámbitos inaccesibles. Es evidente la proliferación de estos ángulos CIEGOS inveterados. Su peligrosidad tóxica se centra en los ocultamientos ficticios, elaborados a través de artimañas para conseguir esas zonas impenetrables, distorsión de palabras, silencios y ausencias, tramoyas de agrupaciones sectarias en tornos a ideologías, políticas o manifestaciones equívocas, junto a otros promotores de cegueras.
Hablar y hablar sobre los comportamientos frívolos, si no se acompaña de la reacción coherente a la vista de dicho lamento, agranda el problema. La banalidad se torna invasiva si anulamos los filtros frente a las directrices emanadas desde quién sabe dónde, cumpliremos órdenes a costa de quien sea, delegaremos responsabilidades en el sistema o nos centraremos en los beneficios propios sin miramientos. Con estas trazas repetimos nefastas actuaciones previas. Habremos pasado a ser CÓMPLICES de abusos, corrupciones, desinformaciones, barbaridades políticas e incluso de tragedias que pudieron ser evitadas. La perversa banalidad resulta muy actual, aunque se diga lo contrario.
Otra deformación singular la sitúo en torno a los lenguajes IGUALITARIOS, simplemente, porque desvían los razonamientos hacia un terreno inexistente por la notoria diversidad real; mientras dejamos de lado el debido cultivo de las variedades, para armonizarlas sin destruir sus rasgos peculiares. La uniformidad no casa bien con la realidad ni con los horizontes abiertos del Universo y del mundo cercano.
Tendremos que echar mano de las hogueras brotando del subconsciente, de su inquietante quemazón, para no conformarnos con los entornos aplastantes; Con el humo, el calor y un poco de luz ilusionante. Una enérgica manifestación de SURREALISMO liberador y creativo frente a la coacción de diferentes fuerzas acechantes. El manantial está disponible en los adentros individuales.
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